Puigdemont, en la encrucijada: confrontación o apoyo empresarial
La 'operación Voloh' destapa una conjunción de ingeniería financiera, eurofobia y frikismo que ahuyenta a un sector de negocios fundamental en la reconstrucción postCovid
7 noviembre, 2020 23:42Ha llegado la hora de la verdad para Carles Puigdemont. La de definir un programa y una candidatura ante las elecciones catalanas del 14F. Junts per Catalunya abre ahora su proceso de primarias en plena resaca por la operación Voloh, que al margen de las consecuencias penales que puedan derivarse, desde el punto de vista político ha evidenciado el tráfico de influencias utilizado para financiar el procés y enriquecer a un grupo de empresarios afines a la causa. Una suerte de win win que ha colocado al expresidente fugado a Waterloo en el centro de todas esas maniobras y de un frikismo con supuestas ramificaciones rusas.
Un escenario que contribuye a ahuyentar todavía más a un sector empresarial influyente, enemigo de las aventuras rupturistas y que en su día apoyó a Convergència. Hoy, según expresan a Crónica Global fuentes empresariales, son otras sus formaciones políticas referentes. Desde un PSC que podría renovar su alianza catalanista con Units per Avançar, a un PNC de nueva creación y liderado por Marta Pascal, con un potente programa económico fruto de los trabajos del think tank El País de Demà. Pasando por un PDeCat cada vez más desgajado de Junts per Catalunya, que vota diferente de los seguidores de Puigdemont tanto en el Congreso --rechaza el veto a los Presupuestos Generales del Estado-- como en el Parlament, y que ha propuesto a la exconsejera de Empresa, Àngels Chacón, como candidata al 14F.
Torpedo a la campaña del prófugo
“Puigdemont no ha hecho nada por propiciar el regreso de las empresas catalanas que huyeron durante el procés debido a la inestabilidad creada. Es más, las ha menospreciado. El sector ha tomado nota. También de su radicalidad”, explican las mismas fuentes. Y de los personajes estrafalarios que le rodean, como Víctor Terradellas, el conseguidor que prometía 10.000 soldados rusos, o más recientemente Joan Porras, conocido como Joan Bonanit por dedicarse a dar las buenas noches a los presos independentistas en la cárcel de Lledoners con un megáfono durante dos años.
Colocado ante el espejo de esos aromas de corrupción que siempre rodearon a Convergència –David Madí en este caso-- y que ahora se hacen extensivos a ERC –Oriol Soler y Xavier Vendrell--, Puigdemont afronta las primarias de su partido en medio de un escándalo con reminiscencias de caso 3%. Si, como dice el independentismo, la operación de la Guardia Civil buscaba precisamente eso, minar la campaña de JxCat y poner en el foco a quien es un líder indiscutible, es algo indemostrable.
Solo queda TV3
Pero las grabaciones son las que son. Y no benefician en nada al nuevo partido del expresidente, que ni remonta, ni tiene un candidato claro, ni una red económica potente que pueda sustentarlo. De ahí las cartas desesperadas de Puigdemont a los alcaldes de PDeCat, en las que les pide su apoyo para garantizarse al menos un mínimo tejido territorial, y la lucha judicial por retener la marca, pues de lo contrario, ni siquiera contaría con el escaso medio millón de euros que el partido ingresa por cuotas de sus socios, que no llegan a 5.000 –La Crida, el anterior instrumento político creado por Puigdemont, duplicaba esa cifra--.
Cuenta el expresidente, eso sí, con el inestimable apoyo mediático de TV3, también en la diana de las investigaciones judiciales y que supone un importante altavoz de la propaganda rupturista de Puigdemont. Pero llegados a ese momento en el que el partido ha puesto en marcha su engranaje electoral, sus líderes se encuentran en la encrucijada de elegir entre confrontación, el lema que ha hecho fortuna en los círculos independentistas, o el apoyo empresarial. Máxime si se tiene en cuenta el protagonismo que ese sector quiere y debe tener en la reconstrucción postCovid.
Gestión público-privada de los fondos europeos
Dicho de otra manera, superar la crisis pandémica pasa por una sinergia público-privada que canalice unos fondos europeos cuya utilización que va a ser mirada con lupa desde Bruselas. Cataluña, al igual que el resto de España, no va a poder hacer lo que le venga en gana con ese dinero –30.000 millones, reclamó Quim Torra, aunque nadie sabe de dónde sale esa cifra--, destinado a financiar proyectos. Las comunidades autónomas ejecutarán el 50% de los mismos, cifra insuficiente, según el vicepresidente Pere Aragonès (ERC), quien pilota esta primera fase y, arengas prelectorales aparte, mantiene todavía una buena imagen entre los empresarios.
¿Quién lo hará a partir de las elecciones del 14F? La respuesta inquieta a los agentes sociales. Foment del Treball y Pimec reclaman participar en la gestión de esos fondos, pero también que exista coordinación entre las administraciones central, autonómica y municipal. Puigdemont, entregado a la riña procesista y la eurofobia. Un cóctel explosivo para ese sector negocios, fundamental si, como dijo Xavier Vendrell, Cataluña no vive de las subvenciones. Una afirmación incierta --la Generalitat dio 13.600 millones en ayudas, la tercera parte a dedo, durante el procés--, pero que pretendía avalar el carácter emprendedor catalán.
Posibles candidatos
De ahí que estas próximas jornadas sean decisivas para el fugado que, a día de hoy, no ha decidido si se presentará como cabeza de lista –fuentes soberanistas aseguran que sus dudas responden al miedo a la derrota, de ahí sus intentos de congraciarse de nuevo con PDeCat-- o si lo harán otros dirigentes que se han postulado, como Laura Borràs –inmersa en una investigación judicial por el fraccionamiento de contratos-- o Damià Calvet, consejero de Territorio que aparece también en el sumario de la operación Voloh, pero que a diferencia de Puigdemont y Borràs, no genera tantos anticuerpos entre los empresarios.
Parece que se descartan otros dirigentes como Jordi Puigneró, cerebro de una Nasa catalana muy mal explicada, precisamente por haber sido presentada como otra estructura de Estado en lugar de subrayar las ventajas del proyecto para la industria aeroespacial. O Ramon Tremosa, consejero de Empresa colocado en el Govern para rematar la purga de consejeros infieles a Puigdemont, como Chacón, la apuesta de PDeCat como candidata. “Tremosa se ha cargado la interlocución que teníamos con Chacón”, afirma un empresario a este medio. Y frente a esos movimientos en el ámbito catalanista, la última novedad es que JxCat ficha a personas de relumbrón como Joan Porras, más conocido como Joan Bonanit, para su lista en la región de la Cataluña Central.