El sábado 20 de febrero recibí una llamada desde Miami de un viejo amigo hispano-guatemalteco inquieto por las noticias de la prensa internacional acerca de que los secesionistas habían superado el 50% de los votos en las elecciones catalanas. Le tranquilizo diciendo que en realidad solo supone el 27% del censo electoral y que han perdido cerca de 700.000 votantes. Es llamativo comprobar como la máquina de agitprop de la ANC intenta imponer su relato en la prensa internacional.

Mi viejo amigo me recaba información sobre los vencedores de los comicios, le comento que en mi opinión la jornada electoral ha tenido dos vencedores, el presidente Sánchez y Pablo Iglesias. El primero no solo ha conseguido que su candidato Salvador Illa haya ganado las elecciones, sino que además los desastrosos resultados del PP en Cataluña debilitan aún más su rol de oposición. El segundo puede congratularse de que el candidato de ERC, por el que hizo campaña, puede ser el próximo President de la Generalitat. Un paso más en el viejo sueño de Iglesias de la coalición de los confederales, UP/Comunes-ERC-Bildu...para debilitar el Estado.

Continúo explicando a mi interlocutor telefónico la singularidad de la política catalana. En cualquier país europeo normal rige la lógica política que responde a la dialéctica izquierda vs derecha. Sin embargo, la “anormalidad” catalana sitúa el debate político en el ámbito patriótico-identitario, lo que lleva a situaciones inéditas como la de aplicar un “cordón sanitario” a un partido social-demócrata como el PSC, caso único en la historia de la democracia europea.

El secesionismo ha perdido más de un tercio de sus votantes, no es un dato menor, pues la quimera de la secesión se soporta fundamentalmente en el voto de los ciudadanos. Cierto que ha mejorado su porcentaje de voto superando por primera vez el 50% del voto emitido, pero solo es la consecuencia de que el electorado no independentista considera que la secesión ya no es una amenaza. La independencia desaparece del horizonte catalán. El núcleo más pragmático del secesionismo intenta activar el plan B soberanista, que consiste en sustituir por el momento la reivindicación secesionista por la del referéndum de autodeterminación y la libertad de los "presos políticos”, lo que les permitiría ampliar su base social incorporando a los “comunes”. En ello están, aunque por el momento con escaso éxito.

Apunto que el leitmotiv del probable próximo Govern de Cataluña, será el acuerdo de los partidos secesionistas sobre el reparto del botín de la Catalunya S.A., con un añadido que puede resultar muy atractivo, la exigencia del manejo "soberano"(mangoneo) por parte del Govern de la parte de los 140.000 millones de euros de Fondos Europeos que correspondan a Cataluña. Lo anterior supone la exigencia de poner de acuerdo intereses muy dispares y diversos, los procedentes del mundo empresarial del 3% post-convergente, con las Pymes bajo control “republicano” y las cooperativas “cupaires”, esclarezco que son los nietos pijos del partido pujolista.

Además de lo anterior, el “nuevo” Govern tendrá que acordar quien liderará el “control” de los medios de comunicación de titularidad pública (TV3 y Catalunya Ràdio), vitales para el mantenimiento y continuidad del régimen. Un tema no menor será la jura de fidelidad de los altos funcionarios mayoritariamente convergentes al nuevo President de ERC, suceso muy traumático para una administración que ha heredado décadas de obediencia y fidelidad al pujolismo histórico

Para finalizar mi amigo me reclama una sucinta pincelada sobre el resto del “ruedo ibérico”. Me manifiesta su preocupación sobre el “déficit democrático” del Estado Español que denuncia el vicepresidente Iglesias, le comento que una de las principales anomalías de una democracia consolidada como la española, reside precisamente en la personalidad de Iglesias, líder del partido UP.  Le ilustro acerca de la “psiquis” de ese partido que hace de gobierno y de oposición al mismo tiempo y que agita estos días en las calles a los seguidores pirómanos de un histriónico rapero que se hace llamar Pablo Hasél. Aprovecho para explicarle quién es este personaje, condenado no por sus horribles ripios e insultos a todo bicho viviente, sino por su palmarés de agitador e incitador a la violencia, intentando superar su aburrida vida de hijo pijo de familia bien.

Mi amigo exhausto y deprimido por mi extensa y prolija charla me desea mucha suerte y me invita a pasar unas semanas este verano en su refugio del lago Atitlán.