Entrevista a Pablo Berger

Entrevista a Pablo Berger GALA ESPÍN Barcelona

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Pablo Berger: "Yo quería ir a Eurovisión, no al Festival de Cannes"

El cineasta despliega todo el potencial del cine en 'Robot dreams', una película 100% catalana que hace disfrutar a todo tipo de público

8 diciembre, 2023 23:59

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Pablo Berger lo ha vuelto a hacer. Ha quitado el diálogo de la película para crear una obra maestra, como ya hizo con su prestigiosa Blancanieves. Si entonces adaptaba un cuento para traerlo a una España cañí y en blanco y negro, ahora hace lo propio con una novela gráfica homónima de Sara Varon, Robot dreams, que lleva al cineasta a la animación.

La cinta es un cuento emotivo, para niños, adultos y cinéfilos. Un canto a la amistad, al amor, a Nueva York y al cine, relleno de soledad, abandono, tristeza e incluso muerte. Un cocktail explosivo que termina con un final feliz que se aleja de lo que entendemos como tal. Y todo al ritmo de una música exquisita, fruto del equipo de sonido liderado por Fabiola Ordoyo, en el que predomina el clásico de Earth, Wind & Fire September.

La historia es simple a nivel de trama. Dog, un perro que vive en Manhattan se encuentra tremendamente solo en la Gran Manzana, hasta que da con Robot, quien le hace la vida más alegre. Hasta que un día, la vida los distancia. ¿Será posible el reencuentro? Ellos lo intentarán, pero no lo tienen fácil. Y como la película tiene algo de nostalgia diremos que “hasta aquí puedo leer”.

Lo mejor que uno puede hacer es acercarse al cine a disfrutar de una película que encoge el corazón y dibuja sonrisas en el rostro de los espectadores. Ir sólo o acompañado a la sala y disfrutar de esta aventura colectiva y popular que es el cine y que el propio Berger reivindica. Crónica Directo habla con él para hablar de esta producción “100% catalana”, como él dice, que lo ha llevado a descubrir un mundo en el que ha disfrutado como un enano, tanto que se ha atrevido a hacer un fragmento que recuerda al mejor musical de Hollywood, un mundo en el que creció. Y se le nota.

Pablo Berger muestra la novela gráfica 'Robot dreams' de Sara Varon

Pablo Berger muestra la novela gráfica 'Robot dreams' de Sara Varon GALA ESPÍN Barcelona

La película es una adaptación de la reconocida novela gráfica de Sara Varon. ¿Cómo ha sido el proceso de adquirir los derechos y adaptar la novela?
Tuve que viajar a Nueva York y charlar con la autora. Le expresé mi interés en adaptarla al cine. Ella conocía Blancanieves, le encantaba, aceptó enseguida y me dio carta blanca. O sea, ella no ha participado en el proceso creativo, en ninguna decisión creativa de la película. Leyó el guion, le encantó, nos visitó en el estudio de animación de Madrid y ha visto la película en el último Festival de Toronto. Y, afortunadamente para mí y para todos, que sí queríamos que le gustase, le encanta. Los dos sentimos que hemos contado la misma historia, pero de forma muy diferente. Pero el alma y la esencia es exactamente la misma.
¿Diría que es una esencia triste?
Yo creo que no. Es como la vida misma. Yo creo que el género que mejor refleja la vida es la tragicomedia, porque la vida es agridulce. Y tiene que ser así. Si no hay partes tristes en nuestra vida, ¿cómo vamos a ser alegres? Hay un final feliz, pero diferente a lo habitual. No es un happy end al estilo Hollywood. Es un happy end como la vida misma.
Pero en medio hemos vivido la soledad, el abandono, las ilusiones incumplidas… ¿Cómo se equilibra todo eso?
Yo vengo de la imagen real y quería traer mi experiencia de la imagen real al mundo de la animación. Yo trabajo desde la verdad, quería que las interpretaciones de Dog, de Robot y de todos los personajes fuesen sinceras y honestas. Entonces, mi obsesión era dirigir a los personajes, igual que dirijo a los actores, tenía que dirigir a Robot, a Dog, su mirada. Quería que viviesen experiencias reales. Mi objetivo es hacer creíble lo increíble. Por supuesto que su base era increíble. Es un Nueva York poblado por animales que se comportan como humanos. Hay un robot que es más humano que los humanos. Obviamente es increíble, pero como director tengo que hacer creíble esto. Y creo que el espectador, cuando ve Robot dreams y siente todo tipo de emociones y sentimientos, la pena, el dolor, la alegría, la risa… es porque se identifica con los personajes, aunque sean personajes de animación.

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En ese sentido, ¿diría que es una película también para niños o es una película para…?
Me gusta eso que dices. También para niños. Es una película calificada para todos los públicos, pero lo que hacemos es tratar al niño como un adulto, con respeto. Y, además me encantaría que el adulto fuese niño, se acuerde de la animación, de cuando él veía las películas de pequeño. Pero también queremos que los abuelos o los jubilados que se aprovechan de los martes a dos euros vengan a verla y traigan a sus nietos. Es una película ambiciosa a nivel público. Hemos hecho una película abierta que no excluye a ningún público. Queremos que venga al cine el cinéfilo, los niños y los adultos.
De hecho, el cinéfilo va a encontrar bastantes guiños.
Muchos, muchísimos. Bastantes guiños. Hay muchos easter eggs, pequeños homenajes. Como todas mis películas. Y todas mis cintas son muy cinéfilas porque yo soy muy cinéfilo. Están plagadas de homenajes. Hay un poco de Dónde está Wally de cinefilia. Casi que abriría una cuenta de Instagram para que la gente encuentre momentos de la película que son guiños a diferentes películas de la historia del cine.
Otra cosa que se mantiene de sus anteriores films, que siempre han sido muy castizos…
Yo le llamo a mi trilogía ibérica en homenaje a mi querido Bigas Luna, que ya no está con nosotros, y al que adoraba y adoro su cine. Pero sí, mis tres primeras películas son mi trilogía ibérica.
Bueno, esta sucede en Estados Unidos, pero tiene guiños españoles, como Naranjito, sin ir más lejos. ¿Es una manera de conectarla con sus anteriores films?
¡Y Barcelona también aparece! Uno de los personajes que se muda a Barcelona y aparece en la postal. Y hay homenajes sin duda a nuestra cultura. Sí es cierto que esta película puede ser el comienzo de una nueva trilogía, si quieres, internacional, después de una trilogía ibérica. Yo viví 10 años en Nueva York. Muchos de mis compañeros de profesión jamás pensaron que iba a volver a España. Pensaban que iba a hacer mi carrera allí. Estudié cine en la Universidad de Nueva York. Me casé en Nueva York. Hice mis cortos, mis primeros o muchos cortos en Nueva York. Y yo incluso pensaba que iba a intentar seguir la carrera de Hollywood. Y no. Mi primer guion, Torremolinos 73, salió muy ibérico porque habla mucho de mi niñez. Es también una historia muy personal y volví a España. Y desde entonces, desde el 1999, estoy aquí.
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Y en este regreso apostó por este cine silente, sin diálogos, que ahora recupera
Yo prefiero cine sin diálogos. Porque tanto Robot dreams como Blancanieves tienen muchísima música de principio a fin. Yo amo el cine de Chaplin, sin duda es mi mayor influencia en Robot dreams. Pero también Jacques Tati. Son cineastas que han hecho películas en el que hay sonido, existen en un mundo real, lo que pasa es que los protagonistas no hablan. Y aquí, Robot y Dog y los personajes que aparecen no hablan, pero ríen, gritan. Hay un diseño de sonido que, sin duda, es el más complejo de todas mis películas. Cuento con Fabiola Ordoyo, que ganó el Goya por As bestas. Estuvo ocho meses trabajando para crear un mundo sonoro y dar dimensión al mundo de Robot dreams. Entonces, decir que es una película muda o silente sería un error porque el mundo sonoro es el más rico de todas mis películas. Y la música es protagonista.
Parece que también allí ha dejado su huella personal, ¿no?
Robot dreams para mí, de cierta manera, es un musical. La música está presente desde el principio al fin.
De hecho, se convierte en un musical, en un momento.
Y es verdad. Hay un homenaje al musical clásico de Busby Berkeley en el que tenemos miles de bailarines y cantantes.
¿Se atrevería ahora con un musical?
Afortunadamente, tengo unos productores, Arcadia Motion Pictures, una productora catalana, y mi productora ejecutiva, Sandra Tapia, que siempre piensan que mi siguiente película va a ser un musical. Porque todas mis películas, de alguna manera, son musicales. Pero ellos están esperando un musical puro. Puede ser. Obviamente me encanta el género musical. Yo quería dedicarme a la música antes que al cine, porque a mí la música me vuelve loco, me fascina, me emociona y es lo que más me gusta de todo. Yo crecí en el mundo de la música, soy Pablo Berger Uranga. Y el Uranga es de Amaya Uranga de Mocedades. En mi familia hay muchos músicos o ingenieros de sonido. Yo he ido a conciertos, a estudios de grabación. Yo quería ir a Eurovisión, no al Festival de Cannes.
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En cualquier caso, y volviendo a lo que hablábamos, ¿qué le encuentra al cine sin diálogos?
Blancanieves fue una experiencia maravillosa. Fue un proceso largo, ocho años de embarazo, de mi vida, para sacarla adelante. Fue muy difícil de financiar, pero el rodaje fue maravilloso. Y el recibimiento, tanto en España como en el resto del mundo, fue increíble. Y quería repetir la experiencia. Abracadabra, que está en medio, también fue una experiencia increíble, pero estaba buscando una oportunidad. Entonces, cuando descubrí la novela gráfica de Robot dreams, dije, esta es la mía. Porque puedo seguir escribiendo con imágenes, no tengo diálogos y cambio de registro totalmente. Hago una película de animación, creo un diseño de sonido y, sobre todo, podía ser mi carta de amor a Nueva York, que es la ciudad que me adoptó durante diez años. Robot dreams me abrió un nuevo mundo. Y, sobre todo, tiene que ver con lo que es para mí el cine.
¿Y qué es para usted el cine?
Para mí el cine es soñar despierto, vivir la vida de otros. Me encanta meterme en la pantalla. Me encanta el cine como experiencia sensorial. No me gusta el cine intelectual. Me gusta el cine sensorial, aquel que, una vez ha terminado la película, te hace pensar en ella. Pero cuando la estás viendo, quiero que la sientas. Entonces, cuando trabajas con imágenes y con música, permite que el espectador, de repente, tenga una experiencia que se acerque más a ver un concierto de rock, a la ópera o un ballet. Que no piense en el cine de cabezas parlantes.
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Scorsese dice que la llegada del sonoro hizo que se perdiera la búsqueda de un lenguaje puramente cinematográfico, ¿Le fascina la idea de seguir trabajando en esa creación de imágenes, de significados y de gramática?
Sin duda. Hay una parte en mí que, desde Blancanieves, se siente un poco como un terrorista cinematográfico. Quiero recordar al público, a otros cineastas, que cuando nuestros maestros, como Murnau, Abel Gance o Victor Sjöström, revolucionaron el lenguaje cinematográfico, abrieron un camino. Creo que tenemos que seguir ese camino de contar imágenes con imágenes. Eso hace al cine una forma de arte única y que la diferencia del teatro y de la novela. Hemos de reivindicar el cine como expresión popular. Que la gente vaya al cine y lo vea en pantalla grande. Que tenga la catarsis y que sea una gran ceremonia en la que el director, si quieres como un telepredicador evangelista, grite “Aleluya, aleluya” mientras el góspel esté sonando. A mí me gusta ese momento donde todos los espectadores son uno y sienten todos lo mismo al mismo tiempo.
Reivindica el cine como arte popular, pero eso no es lo común. Y menos en festivales, donde además usted va y triunfa.
Es que el término popular no es negativo, es todo lo contrario. El cine se creó como una expresión popular, para mezclar en un cine gente de diferentes clases sociales, diferentes edades. Entonces, eso no hay que olvidarlo nunca. No me gusta el cine nicho, no me gusta el cine para cinéfilos, el cine para niños. Yo creo que se puede hacer un cine lasaña, como yo le llamo. Quizás no es un término muy sexy, pero significa que cada espectador tiene su capa. El niño puede entender Robot dreams como una historia de amistad. Un adulto lo ve como una historia de amor. El cinéfilo va a tener sus pequeñas sorpresas, porque yo soy un cinéfilo. Pero la bechamel, lo que une esta lasaña es el cuento. Hace falta un cuento, un cine que una y que sea claro y que sea sencillo. Que se entienda la historia. Esa es la clave de todo.