Los taxistas colapsan las grandes ciudades ante la pasividad de la Administración
Los conductores taponan centros urbanos y aeropuertos sin que ayuntamientos, autonomías o el Gobierno tomen decisiones para proteger el interés común
31 julio, 2018 00:00Colapso en las grandes ciudades sin que las instituciones hagan nada. Los taxistas taponaron ayer, y amenazan con continuar haciéndolo en los próximos días, los centros urbanos y aeropuertos del país sin que ayuntamientos, gobiernos autonómicos, el Ejecutivo o las fuerzas y cuerpos de seguridad tomaran acciones al respecto.
Taxistas cortando el paseo de La Castellana de Madrid / EFE
La exhibición de músculo del taxi en España ha tomado tal dimensión que ninguna administración parece capaz de dar el primer paso y embridar a un colectivo que ha demostrado que puede congestionar una gran ciudad en cuestión de minutos. En el sexto día de protestas, los taxistas de Madrid consiguieron una imponente imagen con el bloqueo del Paseo de la Castellana. Una instantánea llena de simbolismo, pues en el número 67 de la icónica avenida capitalina se reunían representantes del colectivo con el número dos del Ministerio de Fomento, Pedro Saura. Una reunión en la que se acercaron posturas, pero que no consiguió desactivar los paros que afectaron ayer a miles de vecinos y turistas en España.
Barcelona como ejemplo
Fue el caso de, por ejemplo, Sevilla; las provincias de Zaragoza, Valencia, Alicante o las comunidades de Baleares, Cantabria, La Rioja y País Vasco, el único lugar donde, curiosamente, la Ertzaintza sí tomó cartas en el asunto y multó a los conductores que circularon en marcha lenta desde el aeropuerto de Bilbao al centro de la ciudad. La actuación puntual de la policía autonómica no fue óbice para que concentraciones y caravanas de vehículos colapsaran los centros urbanos por sorpresa como ocurrió, por ejemplo, en Málaga. Aena informó de que los aeropuertos de Madrid-Barajas Adolfo Suárez; Barcelona-El Prat, Alicante-Elche; Valencia; Sevilla, Bilbao y Santander se quedaron sin servicio de taxi.
Taxistas bloqueando el Paseo de Gracia de Barcelona / EFE
El ejemplo paradigmático siguió siendo, un día más, Barcelona. Unos 1.800 coches de autotaxi, según la Guardia Urbana, continuaron estacionados en la Gran Vía, una de las arterias principales de tráfico rodado de la ciudad, por quinto día consecutivo. Con la llegada de más compañeros de la conurbación de la Ciudad Condal y otras provincias, los conductores, simplemente, ocuparon las calles adyacentes, como dos carriles de subida del paseo de Gràcia --la Milla de Oro de la capital catalana por sus franquicias de lujo-- o un carril de la calle Pau Claris. La Guardia Urbana, dependiente del Ayuntamiento de Barcelona, no intervino. Tampoco los Mossos d'Esquadra, que penden de la Generalitat.
"Pasaremos las vacaciones aquí"
La impunidad con la que actuaron los profesionales fue total. En conversación con este medio, uno de ellos, cercano al núcleo duro de la huelga en la Ciudad Condal, admitió que "no se rendirían" y que estaban dispuestos a "pasar las vacaciones en mitad de la ciudad hasta que les dieran lo suyo". Según él, "ya estamos organizando tours por la ciudad para que los conductores que no han visto la Sagrada Familia o el Parque Güell puedan visitarlas mientras su coche hace de barricada". Todo ello, reconoció, con un ojo puesto en los vehículos con permiso VTC, los que usan Uber y Cabify, a los que mantenían un ojo puesto.
Un taxista sube a una farola en el centro de Barcelona / EFE
Todo ello, claro, tuvo consecuencias. RetailCat alertó del impacto sobre la imagen de una ciudad con 2.000 vehículos aparcados en su centro urbano. La patronal Cecot tildó de "excesiva" la huelga. A nivel operativo, el Aerobús, la lanzadera que transporta a turistas del corazón de Barcelona, trabajó al límite de su capacidad. Los cortes de tráfico obligaron a este servicio a suspender las paradas de plaza Cataluña, calle Urgell con Sepúlveda y plaza Universitat. Los visitantes afectados por la medida no tuvieron más remedio que acudir a la Línea 9 Sur del Metro de Barcelona o al enlace de Cercanías al aeropuerto de El Prat para coger su vuelo, dos transportes que también viajaban a rebosar.
Impertérritos ante Fomento
Este despliegue de potencial disruptivo --y la pasividad de las administraciones-- sorprendió a los propios organizadores, como ellos mismos reconocieron. No obstante, lo supieron aprovechar para negociar al alza con el Ministerio de Fomento. El secretario de Estado de Infraestructuras ofreció un paquete de soluciones a las tres grandes asociaciones del sector, Fedetaxi, Antaxi y Élite Taxi-Plataforma Caracol, que mucho se parecía a lo que pedían. Prometió una declaración política en el Consejo de Ministros del viernes, 3 de agosto, en favor de la demanda principal del sector: el equilibrio de un vehículo VTC por cada 30 taxis en las calles. Agregó el anuncio de un "nuevo marco normativo" para mediados de septiembre. La tercera gran propuesta coincidía al dedillo con la petición del sector: transferir las competencias de las comunidades autónomas para que puedan desplegar la doble licencia urbana contra Uber y Cabify.
Fue en vano. "Hay muy buena voluntad, pero no es suficiente para irnos satisfechos, así que no desconvocamos la huelga", alertó Julio Sanz, presidente de Antaxi. "No desconvocamos nada, los paros se mantienen", apostilló a su vez Miguel Ángel Leal, máximo representante de Fedetaxi. "Yo no voy a desconvocar nada", remachó Alberto Tito Álvarez, portavoz de Élite Taxi. Precisamente, ayer a última hora de la noche corrían memes que colocaban a este taxista como ministro de Fomento, y a su compañero de Madrid, Ignacio Castillo, Peseto Loco, como secretario de Estado. Como todas las metáforas fue una exageración. No lo era la manga ancha de la que disfrutó el colectivo un día más.