Mariló Montero, contra los paparazzi: "Me violaron dos veces: el día que me hicieron las fotos y cuando las vio todo el mundo"
La periodista pide seis años de cárcel para Gustavo González y Diego Arrabal, que ya fueron condenados por la vía civil
23 enero, 2024 13:04Noticias relacionadas
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Este martes la periodista Mariló Montero ha sentado en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Barcelona a los paparazzi Gustavo González y Diego Arrabal por hacerle fotografías en toples en una zona privada del hotel en el que se alojaba en Bora Bora en las vacaciones de Semana Santa de 2015.
La presentadora ha relatado el “infierno” que sufrió durante años por la persecución de los fotógrafos, pese a que ella siempre ha sido recelosa de su intimidad y nunca ha ofrecido exclusivas ni entrevistas sobre su vida privada.
“Me seguían a todas partes”
A preguntas de la acusación particular, ha relatado que en 2014, unos meses antes de que se hicieran las fotografías, cada vez que regresaba a casa la esperaban más de una docena de paparazzi, una situación que la obligaba a entrar por el obrador de una panadería ubicada en el bajo del edificio. “A través del trastero conseguía acceder a mi casa sin que me vieran”, ha explicado.
La que en aquel entonces era la conductora de La Mañana de Televisión Española ha relatado que los fotógrafos la perseguían a todas partes y que la situación empeoró tras su divorcio de Carlos Herrera. También seguían a sus amigos, que tenían que bajar las persianas de sus casas para que no los retrataran, lo que le generó problemas en sus relaciones personales.
“Tenía una caja de zapatos llena de medicación”
El episodio más grave se produjo cuando los periodistas consiguieron un informe médico sobre su ingreso en un hospital y desde la revista Lecturas le propusieron hacer una entrevista. “La concedí porque pensé que al contar lo que me estaba pasando este linchamiento pararía. Pero no fue así”, ha expresado.
“Me cambió la salud, tuve que ir al psiquiatra, tenía una caja de zapatos llena de medicamentos para poder calmarme, levantarme e ir a dormir”, ha relatado ante el juez, a quien ha referido que sufría “un estado de ansiedad insoportable” por la persecución que padecía. “Tenía depresión, estaba en el psiquiatra, me habían ingresado varias veces, me desmayaba en mi casa, tenía estrés postraumático, iba de cortisona hasta las trancas”, ha enumerado.
82 fotos robadas en Bora Bora
Así las cosas, y después de que la hubiesen fotografiado durante unas vacaciones en Maldivas, la presentadora decidió “huir” y preparó un viaje secreto a Bora Bora. Eligió un hotel “de súper lujo”, en el que se gastó 20.000 euros, con bungalows y playas privadas que garantizaban absoluta privacidad y no desveló el destino a nadie. Ni siquiera a su acompañante (una amiga), hasta el momento de embarcar.
“Me volví una obsesa de mi privacidad”, ha reconocido Mariló Montero, que ha desvelado que para ir a Alemania llegó a hacer una parada en París para dar esquinazo a los paparazzi. “Me quería ir a descansar y pensé: ¿dónde me voy para que no me pillen? Me fui al fin del mundo: estuve 24 horas viajando, cogí cuatro vuelos y me fui a 20.000 kilómetros. Elegí entre mil y pico islas en la Polinesia Francesa, que cada una es un cacahuete. Llegué con dolores y con la medicación a hacer una cura de dolor y silencio. Sin móvil. No les dije ni a mis hijos dónde estaba”. Sin embargo, lo que no sabía era que dos paparazzi la acechaban desde otro de los bungalows del mismo complejo. “Me hicieron 82 fotos, me siguieron todos los días que estuve ahí”, ha asegurado.
“Me violaron dos veces”
Montero no se enteró hasta su regreso a Madrid, cuando su representante le preguntó por el viaje y la informó de que existían imágenes suyas, dentro de su habitación, en las que aparecía semidesnuda. Cuando lo supo entró en pánico. “Sólo fueron cinco o diez minutos y me cubrí porque me sentía incómoda. Si supiese que alguien me estaba viendo, aunque fuese un gato, no lo habría hecho jamás.”, ha expresado visiblemente afectada. “Yo creía que estaba en el paraíso y se convirtió en un infierno”.
En este sentido, la periodista ha denunciado que se sintió doblemente “violada” por los actos de los paparazzi. Según ella, sus imágenes en toples pasaron de redacción en redacción y de mano en mano. “Me llamaban por teléfono, me describían las imágenes con sumo detalle, escuchaba carcajadas de fondo, fue realmente humillante. Me violaron dos veces: el día que me hicieron las fotografías y cuando las vio todo el mundo”. De hecho, la periodista ha asegurado que, aunque estas instanáneas nunca llegaron a ver la luz, fue como si se hubiese publicado en portada, porque en los medios se describieron con todo lujo de detalles. "Llegaron a cuestionar incluso mi condición sexual por el hecho de haber viajado con una amiga", ha denunciado.
“Sufro una persecución enfermiza”
A raíz de estos hechos la periodista ha relatado que tuvo que aumentar su tratamiento y que empeoró física y emocionalmente hasta el punto de verse obligada a trasladarse a Estados Unidos para huir de la presión mediática. Allí llegó a pedir que la llamasen por otro nombre para que no la reconocieran.
Sobre los acusados, que han sido condenados por la vía civil, Montero asegura que sabe con seguridad que fueron ellos quienes apretaron el disparador de la cámara. “Estos dos paparazzi se dedican a esto: a seguir a personas famosas buscando un desnudo, situaciones comprometedoras. ¿Por qué nos hemos acostumbrado a semejante aberración?”, ha preguntado la presentadora al tribunal. Además, ha lamentado que desde la Semana Santa de 2015 no ha vuelto a viajar más, a la playa o a bucear. “Estoy encerrada en mi casa y, aún así, han grabado mi piscina con drones. Sufro una persecución enfermiza, un acoso”.
Así lo ha confirmado una amiga íntima de la comunicadora, que ha asegurado haber visto a periodistas "apostados" frente a la casa de Montero en Cádiz y que incluso han llegado a sobrevolar la propiedad en parapente.
Pide seis años de cárcel
Por su parte, Luis Pliego, director de la revista Lecturas, que también ha declarado como testigo, ha confirmado que recibió las imágenes por correo electrónico pero que se negó a publicarlas.
“Me habrían cerrado el chiringuito”, ha reconocido, pues las fotografías estaban hechas en un lugar privado y sin consentimiento de la protagonista. De hecho, ha precisado que cuando se lo comunicó a los acusados estos le dijeron que se las ofrecerían a Interviú. “Pensé que nadie las querría y las imágenes se destruyeron”, ha confirmado Pliego.
Aunque finalmente ningún medio publicó estas fotografías y los paparazzi ya han sido condenados por la vía civil a indemnizarla con 340.000 euros (aunque la justicia paralizó la condena), la periodista ha llevado el caso por la vía penal y pide que se condene a González y Arrabal a seis años de cárcel por los daños morales causados, así como a 265.000 euros por un delito de revelación de secretos.