David Bonvehí y Artur Mas (PDECat), ante Carles Puigdemont y Jordi Sánchez (JxCat) / CG

David Bonvehí y Artur Mas (PDECat), ante Carles Puigdemont y Jordi Sánchez (JxCat) / CG

Política

Puigdemont, incapaz de controlar la jaula de grillos convergente

Artur Mas y Jordi Sànchez ejercen de mediadores para evitar el cisma entre Waterloo y PDeCAT; Marta Pascal mantiene contactos con el PSC, mientras que Lliga y Lliures se consolidan como partido

5 febrero, 2020 00:00

Buscando un candidato de consenso que evite el desgarro definitivo en el espacio neoconvergente. Esa es la situación en la que se encuentra Junts per Catalunya (JxCat) ante unas elecciones catalanas de fecha incierta. Según ha podido saber Crónica Global, Artur Mas y Jordi Sànchez están ejerciendo de mediadores para evitar que se produzca un cisma ente los duros de Carles Puigdemont y el PDeCAT. “No aceptaremos designaciones a dedo”, explican fuentes de este partido, conscientes de que Puigdemont ya no puede exhibir el músculo electoral de hace unos meses. Su apuesta es la consejera de Economía, Àngels Chacón.

Ni Laura Borràs, con problemas judiciales, ni Damià Calvet, que se postula a sí mismo, ni Albert Batet, que se presenta como candidato bisagra, son presidenciables que generen amplios apoyos en un espacio con fugas por la parte más moderada. Mientras la excoordinadora del PDeCAT, Marta Pascal, mantiene contactos con el PSC para explorar vías de consenso, Lliga Democràtica y Lliures avanzan en su consolidación como partido.

Artur Mas y Jordi Sànchez ejercen de mediadores para evitar el cisma entre Waterloo y PDeCAT / CG

Los duros, sin candidato 

“Mediáticamente parece lo contrario, pero políticamente, Puigdemont se encuentra en una posición débil”. Así lo aseguran fuentes soberanistas, en referencia a esa desintegración neoconvergente que el de Waterloo no se ve capaz de gestionar. De ahí que el núcleo duro de Puigdemont se encomiende a un proceso judicial de larga duración en lo que respecta a la causa de Quim Torra, quien ayer formalizó ante el Tribunal Supremo su recurso contra los 18 meses de inhabilitación impuestos por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por desobediencia.

Fuentes del Ato Tribunal aseguran que el temor a un revés europeo obliga a extremar la cautela en un caso que, jurídicamente, no tiene mayor relevancia. Pero los magistrados son conscientes de las consecuencias políticas de una condena firme. Otros juristas aseguran que es precisamente el embrollo generado por la Junta Electoral, que sigue la vía contenciosa, la que impone celeridad a los jueces de la vía penal.

Elecciones en diferido

Torra convocó elecciones en diferido, esto es, prometió disolver el Parlament cuando se aprueben los presupuestos de la Generalitat. Eso está previsto para el 18 de marzo, por lo que los comicios catalanes deberían celebrarse antes del verano. ERC intenta que así sea, pero los neoconvergentes prefieren que se celebren en otoño, en fechas próximas a los icónicos 11 de septiembre (Diada) o 1 de octubre (aniversario del referéndum).

“Es evidente que en JxCat hay nervios porque, a diferencia de ERC, no tiene candidato. Y también hay temor a que el anunciado cisma con el PDeCAT de produzca”, afirman las citadas fuentes.

El partido que retiene las esencias de la antigua CDC es consciente de la debilidad de Puigdemont, pues su principal apuesta, Laura Borràs, tiene problemas con la Justicia. Ha sido citada a declarar por el Supremo para el próximo 14 de febrero por adjudicar contratos supuestamente de forma irregular. Y aunque un hipotético cartel electoral formado por Puigdemont y Artur Mas --su condena de inhabilitación por la consulta del 9N acaba el 23 de febrero-- despierta entusiasmo en determinados ámbitos independentistas, lo cierto es que esa operación es desmentida por dirigentes conocedores de este proceso que debe culminar con un candidato de consenso. “Mas está actuando como mediador entre Waterloo y el PDeCAT para evitar un cisma”, explican. Un papel, este de negociador, que comparte con Sànchez, que actualmente cumple condena en la cárcel de Lledoners.

Poder territorial

De nuevo, la marca heredera de Convergència hace valer su poder territorial, es decir, el de sus alcaldes. Ya lo ha hecho en anteriores ocasiones, en las que Puigdemont ganó la batalla. Pero en esta ocasión, el PDeCAT sabe que el expresidente está solo, que sus proyectos no pasan de victorias pírricas --el Consejo por la República no arranca, su experiencia como eurodiputado tiene los días contados y las encuestas de intención de voto no remontan--, y que solo cuenta con el apoyo de una CUP que, dada la mala experiencia acumulada, no es de fiar. “Cambiemos o no de nombre, no vamos a dejar que se imponga un candidato a dedo”, afirman fuentes de PDeCAT.

Y es que el espacio neoconvergente está más fraccionado que nunca. Una de las damnificadas de anteriores pulsos con Puigdemont fue Marta Pascal, ex coordinadora del PDeCAT. Según ha podido saber este medio, Pascal mantiene contactos con el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, con la finalidad de explorar posibles espacios de confluencia catalanista tras las elecciones. Pascal es una de las impulsoras del grupo de Poblet (conocido como El País de demà) junto a otros exdirigentes como Carles Campuzano o Jordi Xuclà. Fuentes socialistas confirman esos contactos, así como la intención de este grupo “de convertirse en partido y presentarse con Units per Avançar --que ahora forma parte del grupo parlamentario del PSC--, no coaligados con nosotros”, explican.

En paralelo, Lliga Democràtica y Lliures avanzan en su consolidación como partido en ese espacio catalanista, muy fragmentado como puede observarse, en vísperas de la contienda electoral.

Cuenta atrás para la aventura europea

Puigdemont ya no tiene el tirón electoral de hace unos meses, cuando se lo jugó todo a la reacción social a la sentencia del Supremo sobre el 1-O. La hubo, y en algunos casos fue muy violenta, pero ni con la intensidad esperada ni con la capacidad de reconducir un procés caduco hacia la implementación de la república catalana.

Con el de Waterloo sin posibilidad de volver a pisar tierra, pues se arriesga a ser arrestado, y apurando los meses que le quedan de eurodiputado sin grupo que le acoja --el Parlamento europeo podría resolver sobre el suplicatorio solicitado por el Supremo antes del verano--, JxCat necesita de un candidato que evite que la derecha independentista se desintegre todavía más. Pero los nombres surgidos hasta ahora no son consistentes.

En los últimos días ha circulado el nombre de Damià Calvet como posible presidenciable, pero según explican fuentes soberanistas, esto se debe más a las buenas relaciones que tiene el consejero de Territorio con determinados medios que con sus posibilidades reales. Es el máximo responsable de un negociado --infraestructuras, vivienda, transportes…-- que le vincula muy directamente con los alcaldes convergentes. Y no todos están satisfechos con la gestión de Calvet, lo cual le resta enteros en esa carrera por la presidencia de la Generalitat. Calvet forma parte del otrora poderoso lobby de Sant Cugat del Vallès junto a Mercè Conesa, Lluís Recoder o Jordi Puigneró, consejero de Políticas Digitales, quien ha entrado en las quinielas sin apenas postularse.