Ferro: "Aragonès es el único dirigente europeo que todavía confía en la austeridad"
El diputado de Podem critica las privatizaciones del Govern, pero cree necesaria la colaboración entre lo público y el tejido empresarial para reactivar la economía tras el Covid
7 diciembre, 2020 00:00Lucas Ferro (Molins de Rei, 1990) rechaza el plebisicito en que los independentistas quieren convertir las elecciones catalanas del 14 de febrero. Convencido de que Catalunya en Comú-Podem puede tener un papel protagonista de un cambio político, y no solo de interlocución entre ERC y PSC, el diputado de Podem asegura en una entrevista en Crónica Global que necesaria "una colaboración entre lo público y el tejido empresarial para reactivar la competitividad y la recuperación".
"Cuando hablamos con los actores sociales, con Foment, con Pimec, con los sindicatos sobre el Pacto Nacional por la Industria, hay más acuerdo entre nosotros, que entre nosotros y el Govern", afirma.
--PREGUNTA: Se acaba la legislatura, ¿qué balance hace del mandato del Govern?
--RESPUESTA: Ha siso un mandato perdido y creo que perdido más allá de las expectativas fijadas por el electorado. Ha sido un mandato perdido en muchas cosas, no solo en la cuestión nacional y de ser capaces de abrir espacios de diálogo institucional, de asumir el reto que supone cambiar Cataluña desde el acuerdo y el diálogo. Perdido en todas las dimensiones posibles. Hace 10 años que no se instalan energías renovables. Eso es un reto de país. Hemos perdido esta legislatura y todas las anteriores. Hemos perdido esta legislatura en el desarrollo de políticas públicas capaces de dar respuesta a los retos que teníamos antes del Covid y que hoy son imprescindible. Una legislatura que no ha resuelto ningún reto que teníamos sobre la mesa y hemos dado patadas hacia delante. Ha sido una legislatura absolutamente perdida.
--¿Eso puede cambiar a partir del 14 de febrero o habrá un nuevo gobierno independentista?
--Hay dos posiciones. Que haya más de lo mismo y que no solo haya un gobierno de JxCat y ERC, o viceversa, sino que eso sea motivo de plebiscito. Creo que hay fuerzas que se sienten muy cómodas siendo oposición en eso. Pero también hemos visto que Ciudadanos fuera primera fuerza en 2017 en base a ese plebiscito no les ha permitido influir en nada, fue un resultado muy inútil para el conjunto de los catalanes. Nosotros apostamos por todo lo contrario, para que a partir del 14F cambie el gobierno, pero también la agenda de prioridades. A partir del 14F necesitamos un gobierno valiente que sea capaz de encontrar soluciones al conflicto nacional, pero también capaz de desarrollar políticas públicas para solucionar los retos que tenemos. Que desarrollen la Renta Garantizada de Ciudadanía, que desarmen tantos años de privatizaciones y conciertos privados que no funcionan para garantizar derechos y que construyan un nuevo modelo de bienestar. Que construyan una transición energética y resuelva la crisis industrial de nuestro país.
--¿Cree que se están aplicando los acuerdos presupuestarios que En Comú Podem y ERC pactaron? Por ejemplo, se ha sabido que existe superávit, pero no vemos más inversión. ¿Por qué el Govern no gasta más?
-Porque Pere Aragonès es el único consejero de Hacienda, yo diría de toda Europa, que sigue confiando en la austeridad fiscal. Y ese es un debate que evidentemente tiene implicaciones muy duras para Cataluña. Fíjate. Cuando un Govern, sin límite de gasto y con superávit presupuestario decide sacar 20 millones de euros para los autónomos de este país, lo que está diciendo es, prefiero cerrar con el 0,6% de déficit que rescatar a los autónomos. Eso es doblemente injusto. Porque detrás de cada quiebra de pymes, autónomos y emprendedores, hay un drama humano de gente que lo está pasando muy mal para sostener sus pequeñas empresas y proyectos. Pero es que además, es ineficaz. Decir que lo fundamental es cerrar con un 0,6%, caiga quien caiga, es asumir que en 2021 te va a caer la recaudación mucho más que ese 0,6%. Porque esas pymes y pequeños autónomos son la base productiva. Se lo hemos dicho muchas veces al consejero de Hacienda. Endeudémonos hoy lo que sea necesario para sostener la actividad productiva, porque lo recuperaremos en 2021. Si en lugar de un 0,6, cerramos con un 1% de déficit, eso nos permite movilizar 400 millones ahora. Es lo que nos vamos a ahorrar en 2021. Nos sorprende que el consejero Aragonès sea el único a izquierda y derecha de Europa que sigue pensando que la austeridad fiscal es más importante que sostener el tejido productivo de este país.
--¿Por qué ocurre eso?
--Creo que hay mucho de convicción ideológica, de pensar que es importante cerrar las cuentas sin déficit público. Y realmente es importante. No podemos volver a una política que cree que el endeudamiento público no importa. Pero sí hay un consenso evidente sobre dos cuestiones. De esta crisis debemos salir con más inversión, porque si se hunde el tejido productivo de este país va a ser imposible empujar la recuperación en 2021. Y si eso implica endeudamiento público hoy, es preferible a la quiebra privada. No es verdad que hoy cierra un bar y mañana se reabre. Lo que se genera son dinámica económicas de depresión. Por tanto, a quienes siguen defendiendo la austeridad fiscal hay que exigirles que no lo hagan. Que cerrar hoy la inversión pública es hundir más a la comunidad catalana y generar una espiral de depresión. Hay que hacer un esfuerzo y garantizar a la ciudadanía que la administración va a sostener a las pymes y los autónomos. Y que eso lo recuperaremos cuando se reactive la economía.
--Habla de pymes, autónomos, emprendedores… Un discurso que en ocasiones no se relaciona con Podemos o con los Comunes, a los que se acusa en la ciudad de Barcelona de gestionar a espaldas de los agentes sociales.
--Es un tópico naif por no querer entender que si nosotros asumimos que hay conflicto social entre el capital y el trabajo, eso no quiere decir que estemos en contra del tejido productivo de nuestro país. Al contrario. Cuando hablamos con los actores sociales, con Foment, con Pimec, con los sindicatos sobre el Pacto Nacional por la Industria, hay más acuerdo entre nosotros, que entre nosotros y el Govern. Cuando patronal y sindicatos exigen al Govern que abra espacios de concertación social, y nosotros exigimos lo mismo, es porque entendemos que hay un objetivo común. Que preservar el modelo económico y evitar el cierre de empresas es de interés general, más allá que consideremos que hay que incrementar el salario mínimo, o que el esfuerzo fiscal en nuestro país tiene que ser progresivo, y eso genera discusiones. Pero la reindustrialización de Cataluña y sostener a las pequeñas y medianas empresas es de interés general en ambos espacios. Porque la concertación social forma parte de nuestro ADN. Sin modelo industrial, hay precariedad, paro y pobreza.
--¿Creen en la colaboración público-privada, que la Comisión Europea defienden en la gestión de los fondos europeos?
--Hay dos dimensiones en eso. No creemos que la externalización de servicios públicos sea de interés general. Ahí lo que hay normalmente es precarización del servicio y de los trabajadores. Creemos que debe haber una administración pública fuerte y los servicios públicos deben ser de gestión pública. Eso forma parte de lo que entendemos que debe ser un Estado del Bienestar. Y las externalizaciones han erosionado el Estado del Bienestar. Los servicios públicos están concebidos para defender derechos comunes y no intereses privados. Hay una segunda dimensión, que es la economía de nuestro país. Creemos que es necesaria una colaboración entre lo público y el tejido empresarial para reactivar la competitividad y la recuperación en nuestro país. Son necesarios instrumentos como el Pacto Nacional por la Industria para ser capaces de concertar políticas de reindustrialización.
--La aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) ha venido precedida de una gran polémica sobre la armonización fiscal pactada entre el Gobierno y ERC. ¿Cree que hay demasiada presión fiscal en la comunidad catalana y 'dumping fiscal' en Madrid?
--El dumping fiscal de Madrid no lo sitúa en la agenda de debate ni ERC ni Bildu, forma parte del debate público de nuestro país y de la izquierda de este país desde hace muchos años. Madrid aprovecha su condición de capital administrativa, financiera, de infraestructuras del Estado, para hacer competencia desleal al resto de España. Hoy hay empresas que operan en Cataluña, en Castillla-La Mancha o en Castilla y León, y que tienen su sede fiscal en Madrid para no pagar impuestos. Los gobiernos del PP y Ciudadanos en esas comunidades necesitan tener una fiscalidad más alta porque necesitan mantener los servicios públicos. Lo que es incapaz de explicar el PP es por qué tiene una fiscalidad tan baja en Madrid y tan alta en Castilla. Un Estado no puede permitir que una comunidad que es capital aproveche esa posición para hacer competencia desleal.
--Las empresas creen que subir los impuestos en una situación de pandemia es el peor escenario.
--Hay una paradoja ahí. Una crisis como el Covid nos exige replantearnos muchas cosas. Sin embargo, las crisis nunca rompen tendencias, sino que las acentúan. Tenemos que las grandes fortunas han crecido un 16% durante el Covid. Y es porque se están acentuando las desigualdades. Eso exige que las administraciones públicas intervengan y generen políticas de igualdad. Si no intervenimos hoy, se acentuarán las desigualdades sociales. Hay que ser capaz de construir fiscalidades más justas y, a la vez, invertir en nuestro tejido empresarial. Necesitamos que quienes se están enriqueciendo en esta crisis aporten más para frenar la brecha de desigualdad.
--Si la UE tiende a la unidad fiscal ¿sería necesario que País Vasco y Navarra se sumen a un régimen común?
--Creo que eso forma parte de la tradición democrática de nuestro país, de cómo hemos construido ciertas peculiaridades. Lo que tenemos que plantear es si el régimen común de las comunidades autónomas hay posibilidad de sostener el estado del bienestar. ¿Qué está fallando aquí? Hay un relato muy fácil, que es decir que la culpa del estado del bienestar sea inviable para el resto de comunidades es de Navarra. Y eso no es cierto, es culpa de que llevamos 10 años de asfixia fiscal en las comunidades. Es el momento de plantear cómo esa dinámica expansiva que abren los presupuestos somos capaces de transformarla también en esa parte del Estado del Bienestar que es territorial y autonómica. Cómo somos capaces de federalizar España teniendo un suelo común, pero siendo capaz de territorializar las inversiones. Cómo sostener al alza un estado que está territorializado en su bienestar. España necesita poner en valor sus instituciones autonómicas. Eso ni es culpa de Navarra, sino de las políticas de austeridad que hemos tenido en nuestro país durante 10 años.
--En Cataluña llevamos 10 años sin revertir los recortes que hubo en sanidad, educación o servicios sociales. ¿Estamos a tiempo de recuperar terreno?
--Cataluña puede ser una de las pocas comunidades europeas que no tenga presupuestos para 2021. Y eso es un hándicap que el gobierno que entre el 14F debe corregir. Pero para tener un proyecto de bienestar sólido, tienen que cambiar dos cosas. Estuvimos año y medio discutiendo porque no se quería reformar la fiscalidad, se quería aprobar unos presupuestos que no corregían lo que se hizo hace diez años. Artur Mas hizo hace 10 años lo que hoy se critica a Isabel Díaz Ayuso, que es tumbar a la baja los impuestos a la rentas y a los capitales más altos del país. Eso ya lo hemos corregido. Pero necesitamos una segunda pieza, que es incorporar unos presupuestos generales del Estado que por primera vez sí cumplen con Cataluña, con un 18% de inversiones en esta comunidad y con el aumento del gasto autonómico en el conjunto de España. Cuando seamos capaces de incorporar esas dos vertientes en los presupuestos, podremos tener instrumentos para impulsar la recuperación.
--¿Junts per Catalunya, que ahora asegura ser de izquierdas, puso trabas a esa fiscalidad que su grupo pactó con ERC?
--Hay una falacia constante. Primero hay que crecer y luego hay que repartir. Estuvimos un año debatiendo con Junts. Diez años después de la crisis de 2008, aún seguían diciendo que no había llegado la hora de repartir, a pesar de tasas de pobreza por encima de cualquier otra etapa anterior, la pobreza infantil por encima de cualquier etapa histórica. Y lo principal es que el modelo de distribución no es la cúspide del modelo de crecimiento, es la base. Y en 2008 se eligió un modelo de crecimiento basado en las desigualdades, en la precarización del empleo, en la burbuja de los precios del alquiler. Un crecimiento que fundamentalmente era a costa de desposeer al conjunto de la ciudadanía de su bienestar para que otros sectores pudiesen crecer. Y la apuesta debe ser justo la contraria, un modelo de distribución fuerte, que es lo que nos permite crecer sobre unas bases sólidas. En JxCat sigue existiendo la tentación de aprovechar esta situación económica difícil para revertir todo aquello que conseguimos en los presupuestos.
--¿Lo hará si gobierna?
--Esa tentación va a estar latente en la próxima legislatura. Por eso a ERC le decimos algo muy sencillo: una campaña electoral no va de a cuantos somos capaces de engañar asegurando que en en el siguiente gobierno catalán van a estar con Junts y nosotros. Una campaña va de a quién soy capaz de convencer de que mi proyecto político es mejor. Y nosotros decimos que somos incapaces de gobernar con Junts porque tenemos apuestas económicas absolutamente contrarias. Eso no se concilia, el término medio no es la virtud. Cataluña necesita una apuesta nítida en materia económica. Creemos que 2021 tiene que se el año de una fiscalidad progresiva, de recuperar servicios públicos privatizados y desarrollar políticas públicas, como la Renta Garantizada o la transición energética. Eso no lo vamos a hacer con JxCat.
--Pero pasan los años, efectivamente hay más pobreza, pero ni eso ni la corrupción pasan factura, ganan los mismos. ¿El 'procés' ha calado tanto en la ciudadanía que impide cambiar la situación?
--Tendemos a culpar a la gente de los resultados electorales que consideramos que no son buenos. Debemos empezar a autoresponsabilizarnos de los resultados. Yo creo que hay una gran parte de la ciudadanía que comparte que es el momento de reforzar los servicios públicos y de construir una salida progresista a la crisis. Eso lo vemos en los discursos de todos los partidos políticos. Los que han defendido la austeridad todos estos años ahora se cambian la chaqueta, dicen que son de izquierdas y que no volverá a pasar. Y además, esta tiene que ser la legislatura de la solución acordada y del diálogo.
--Cuando dice que hay que autoresponsabilizarse de los resultados electorales ¿significa autocrítica? ¿Quizá no han sabido transmitir su mensaje, ha perjudicado una confluencia con demasiadas siglas?
--Hay que entender los momentos políticos. En 2017, decir que éramos construir un espacio de diálogo institucional era muy complicado, porque había una tensión plebiscitaria de fondo, el PP acababa de intervenir las instituciones catalanas, se estaba encarcelando a líderes políticos, había media Cataluña que entendía que eso comprometía su dignidad nacional y otra mitad que entendía que la declaración unilateral de independencia también comprometía su dignidad. En ese espacio era difícil explicar que podíamos construir soluciones democráticas. Eso hoy ha cambiado. Hoy hay una mesa de diálogo que debemos exigir que funcione y que active soluciones como el indulto y la reforma del Código Penal. Y desde esa posición es más fácil que pongamos en valor los espacios de los que nacimos con vocación de pluralidad y de superar la lógica plebiscitaria. Hoy es el momento de recuperar la defensa un catalanismo popular, de unidad de las clases populares, y ponerlo en valor como espacio de mayorías.
--¿Cómo evitar que ese enfoque plebiscitario vuelva a cuajar, que esas elecciones estén de nuevo polarizadas?
--Es que no va a cuajar. Algunos partidos, como Ciudadanos, echan de menos esos momentos en que la tensión les permite ser motor de mayorías. Son como los grupos de rock que 40 años después siguen haciendo conciertos, pero la gente ya no siente las mismas emociones, ya no transmiten lo mismo. Lo importante es que esa tensión ya no permea en Cataluña. En 2017, mirábamos los balcones y ya se veía que había una tensión social evidente. Eso hoy no pasa. Hoy, la centralidad está en el diálogo y en las soluciones democráticas. Y aunque algunos actores insisten en esa tensión, como si fuera buena para los catalanes, van a encontrarse con un revés en las elecciones.