El líder socialista sorprendió ayer con tres propuestas para poner cerco a los independentistas. Una nueva asignatura de educación en la ciudadanía, en valores cívicos y constitucionales en los colegios de toda España. ¡Cuán largo me lo fiais!, podría responderse. La segunda consistiría en cambiar la ley del audiovisual para que los consejos de las televisiones públicas sean aprobados por dos terceras partes de los parlamentos autonómicos. Ocurre que eso mismo se aprobó hace escasamente dos semanas en el Parlament, y no parece que vaya a poner coto al carácter propagandístico de TV3. A ningún separatista le quita el sueño.

Sin embargo, lo que sí tiene interés es el anuncio de que el PSOE promovería después del 10N una reforma del Código Penal para prohibir nuevamente la convocatoria de referéndums ilegales. El anuncio pilló por sorpresa a Pablo Casado, que acusó a Pedro Sánchez de robarle una medida de su programa electoral. Le reprochó también que José Luis Rodríguez Zapatero en 2005 despenalizara esa conducta. Santiago Abascal, en su turno, recordó a Casado que Mariano Rajoy tampoco la reintrodujo mientras tuvo mayoría absoluta en el Congreso. Punto para Sánchez y medio punto para Abascal.

En cualquier caso, y más allá del debate, la medida no sería inútil ante la insistencia de los partidos independentistas del “ho tornarem a fer” ("lo volveremos a hacer"), aunque por ahora solo Quim Torra haya propuesto la celebración de un nuevo referéndum unilateral antes de que acabe esta legislatura. En el juicio en el Tribunal Supremo, los líderes del procés y sus defensas insistieron en que la convocatoria de un referéndum no era delito en España. Imaginémonos qué habría sucedido en caso contrario. Es muy probable que la consulta soberanista del 9N no se hubiera celebrado jamás, porque Artur Mas y otros miembros de su Govern hubieran acabado en prisión, con un castigo de entre tres y cinco años de cárcel y hasta diez años de inhabilitación. Y eso mismo hubiera impedido celebrar el referéndum del 1-O en 2017. O por lo menos la democracia española habría podido responder con mejores cartas al desafío secesionista. Bienvenida sea ahora la corrección. Last but not least. Con ella, Sánchez se anticipa a una de las condiciones que el PP de Casado le impondría en caso de tener que abstenerse en segunda vuelta para evitar ir a terceras elecciones.