El coloso Núñez i Navarro (NiN), de Barcelona, ha sorteado la crisis de la pandemia sin problemas y sigue en la senda de la rentabilidad. Aun así no dejó de experimentar una fuerte poda de sus principales magnitudes contables, en particular la facturación y, sobre todo, el resultado final. Este último encajó un tremendo desplome del 89% en 2020.

El consorcio NiN atesora uno de los mayores acervos en bienes raíces que por nuestras latitudes se halla en manos de una familia. Su valor ronda los 700 millones. Además, ofrece una particularidad digna de nota, a saber, que la saga está compuesta por solo tres miembros: Maria Lluïsa Navarro Obón, viuda de Josep Lluís Núñez Clemente, ex presidente del Barça, más sus dos hijos y herederos Josep Lluís y Josep Maria Núñez Navarro. El cuartel general se ubica en la calle Comte Urgell, a pocos metros de la avenida de Sarrià.

El segundo conglomerado catalán del sector por volumen de capitalización es La Llave de Barcelona, perteneciente a la acaudalada familia Marsá. Cuenta con una dotación de recursos de 500 millones. La Llave, al igual que Núñez i Navarro, se constituyó en pleno franquismo. Ambos desarrollaron sus incontables promociones en la Ciudad Condal. Pero desde hace dos años, ante el siniestro panorama que prevalece, La Llave ha desertado a otros meridianos más benignos y acomete el grueso de sus inversiones en la Comunidad de Madrid.

En cambio, Núñez concentra prácticamente el 100% de sus actuaciones en Barcelona. En 2020, las cifras de la empresa se resintieron, sobre todo por el cierre obligatorio de los hoteles y la posterior ausencia de turistas. Como consecuencia de ello, los resultados experimentaron una fortísima contracción. Aun así, Núñez siguió un año más en números negros.

La anterior crisis que azotó el sector del ladrillo, acaecida entre 2007 y 2012, revisitó una dureza mucho mayor que la actual. Núñez i Navarro mantuvo el tipo esos años aciagos y siempre declaró ganancias. En cambio, otros gigantes del sector mordieron el polvo, entraron en suspensión de pagos y desaparecieron del mapa para siempre.

Además de las facetas de construcción y promoción, Núñez i Navarro abarca desde hace décadas el negocio patrimonialista, ya sean edificios de oficinas, viviendas o establecimientos industriales. Cuenta, entre otros, con un lote de 12 hoteles, así como con un vasto parque de plazas de aparcamiento, quizás el más extenso de Cataluña. En conjunto, las empresas de NiN emplean a 560 personas.

El paquete completo de activos amasados es espectacular. La cartera suma 1.400 millones de euros brutos. Las deudas que gravan algunos bloques se cifran en 630 millones.

El giro consolidado bajó el año pasado de 140 a 92 millones. Dicha rúbrica incluye la venta de promociones, el cobro de alquileres, la explotación hotelera y la gestión de estacionamientos.

La primera de las actividades se desenvolvió sin demasiados problemas. En cambio, el devengo de los cánones arrendaticios flaqueó, porque se acordaron múltiples rebajas con los inquilinos. El renglón más dañado fue sin duda el de los alojamientos. Los ingresos de los hoteles y un edificio de apartamentos turísticos se desplomaron de 48 a poco más 7 millones.

El conglomerado entero ganó el año pasado 3,4 millones, frente a los 33,6 millones de 2019. La tabla adjunta resume la evolución de NiN en el último sexenio.

NÚÑEZ I NAVARRO EN CIFRAS (en millones de €)
Año Ingresos Beneficio Patrimonio
2020 92 3,4 692
2019 140 33,6 688
2018 136 39 663
2017 123 31 624
2016 110 33 595
2015 116 13 562

Los allegados del expresidente del Barça tienen concentrada su enorme masa de tochos casi íntegramente en la capital catalana. El repertorio alberga 65 edificios, que comprenden 750 viviendas, 600 locales comerciales y 350 oficinas. Las propiedades incluyen además 55 naves industriales y 30 grandes aparcamientos. Estos últimos alojan nada menos que 13.000 plazas. Cada año pasa por ellas medio millón de automóviles.

Las cuentas consolidadas de Núñez i Navarro declaran unos activos de 1.375 millones y un patrimonio neto de 692 millones. El capital social aportado por el fundador y su esposa se limita a 67.000 euros, si bien incluye primas de emisión de 51 millones. El resto son las reservas acumuladas, que proceden de los beneficios no distribuidos por la compañía en el transcurso de sus setenta años de historia.

A lo largo de tan dilatado periodo, Grupo Núñez atravesó múltiples crisis, algunas terroríficas, como la que aconteció a finales de los años setenta del siglo pasado o la más reciente de 2007. Pero hasta hoy, NiN las ha capeado sin desmayo y contra viento y marea.

El patriarca Josep Lluís Núñez falleció en 2018. Solía ufanarse de que su compañía nunca estiró más el brazo que la manga y siempre financió el grueso de las inversiones con fondos propios. Así de lustroso les luce el pelo a sus dos “hereus”.