Baltasar Garzón, exmagistrado de la Audiencia Nacional, está viviendo plácidamente a sus 68 años una segunda y dorada juventud. Tras divorciarse de su esposa de toda la vida, en mayo se casó con Dolores Delgado, exministra de Justicia y ex fiscal general del Estado.
En 2012, Baltasar fue inhabilitado durante once años por prevaricación dolosa y expulsado de la carrera judicial. A raíz de ese tremendo leñazo, Garzón se rasgó las vestiduras y montó una escandalera.
A continuación, decidió pasarse con armas y bagajes al campo privado. Montó en Madrid el despacho de abogados International Legal Office for Cooperation and Development (Ilocad). Posee oficinas en la capital y en Jaén, su ciudad natal. En ambas trabajan 15 colaboradores.
Ese radical cambio de chaqueta significa que, en un santiamén, dejó de perseguir a los delincuentes y pasó a instruirlos sobre los vericuetos procesales más adecuados para esquivar los largos tentáculos de la Justicia.
Además, de forma paralela, hizo compatible su actividad de jurisperito con una supuesta defensa a ultranza de los derechos humanos universales. Para ello constituyó un tinglado que lleva por título Fundación Internacional Baltasar Garzón y es conocido como Fibgar. Se dedica nada menos que a combatir en todo el planeta “las amenazas antidemocráticas, como la impunidad, la corrupción y el crimen organizado”.
También abrió una web consagrada por entero al autobombo y a ensalzar su paupérrima y siniestra figura. A juzgar por los textos encomiásticos que ha insertado parece claro que Garzón no tiene abuela ni falta que le hace.
Entre otras cosas, afirma pomposamente haber dedicado toda su vida a la lucha contra “la corrupción, el terrorismo, el narcotráfico, la tortura y los crímenes de lesa humanidad”.
El caso es que gracias a semejantes hazañas, su bufete marcha a toda máquina y ha encumbrado al exmagistrado a la condición de archimillonario. En Madrid son célebres las abultadas provisiones de fondos y minutas de honorarios que propina a los clientes que pasan por su gabinete.
En 2023, Ilocad alcanzó el récord de ingresos en los casi veinte años que lleva funcionando. Se dispararon de 6,5 a 10,8 millones. También lo hicieron los beneficios hasta 0,9 millones.
Ilcoad repartió a Garzón un dividendo de 0,6 millones. Además, aquel y la alta dirección se embolsaron casi 4 millones en concepto de sueldos y otras retribuciones.
Con estos aportes, suben a más de 20 millones los que él solito devengó en el último septenio.
Poco se conoce de la cartera actual de clientes de Ilocad. Lo que sí se sabe es que en fechas recientes asesoró a políticos corruptos, mafiosos y otros relevantes malhechores internacionales. También ha trabajado para diversas instancias de la inicua República de Venezuela, por la que se mueve como pez en el agua.
A la luz de los abultados guarismos que maneja Ilocad, parece bastante claro que a Baltasar Garzón la vida le sonríe tras su oprobioso apartamiento de la profesión judicial.