El PSOE dice ahora que la Reforma de la reforma laboral de Mariano Rajoy la lidera Yolanda Díaz. Dicho prosaicamente, Díaz llevará la Mesa de Diálogo social. Se acabó el auge de Calviño, cuyo desempeño consiste, a partir de hoy, en enfrentar los retos de crecimiento del PIB, teniendo en contra las previsiones negativas del Banco de España y de la AIRef. Ante la pelea de las dos damas no hubo gambito; la gente se dijo “llegó el comandante y mandó parar”, es decir se hará lo que diga Sánchez y será favorable a Bruselas, que tiene enchufada a Calviño. Pero en estas, apareció el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Paolo Gentiloni, y preguntó qué problema tienen ustedes, válgame Dios. ¿Qué son una coalición? “Pues hombre, en Italia vivimos siempre en coalición y salimos adelante; eso no es nada”. Por su parte, la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen --¿qué le da Sánchez a esta hermética mujer?--  se apuntó a los paños calientes de Gentiloni y listos. Así, el comandante mandó parar, pero al revés: Yolanda dirigirá la Reforma, que ya no es una derogación de la ley del PP, a cambio de aceptar algunos términos de Calviño, especialmente la participación de los empresarios en el acuerdo. No es la primera vez que la CEOE entra sin calzador a cambio de la ultraactividad.

En la tribuna de sombra, las cornadas de la política son cuestión de oficio. Solo los ministros más tiernos quieren saber cómo lo hicieron “los que vivieron antes que nosotros”. Es el Ubi sunt de Ferraz al estilo de poetas del Renacimiento en busca de un pasado mirífico. Esta locución grecolatina vuelve a la palestra en la política española ahora que el PSOE se está quedando sin palabras para expresar dónde está el término medio que glorificó a Felipe González, recién estrenada la Transición. ¿El ubi sunt de Felipe es fácil de contestar? Él está en las puertas giratorias o en los seminarios internacionales repletos de ex mandatarios, bancos de inversión y distinguidas bocamangas con estrellas.

Los socialistas de los ochentas se merendaron el espacio liberal, acurrucado en la UCD de Suárez, pero ahora el espacio liberal no existe o sobrevive en traje de campaña en la figura del letrado Edmundo Bal, un hombre que prefiere exhalar veneno desde su escaño que volver a su puesto en la estructura jurídica del Estado. Y es que la Brigada Aranzadi siempre ha sido más generosa en el trato que en el bolsillo. Si quieren una prueba, busquen a Sáenz de Santamaría y a Dolores de Cospedal, que también son letradas de oposición. La primera es socia del bufete Cuatrecasas y la segunda rinde sus servicios en el privadísimo CMS Albiñana & Suárez de Lezo. Nadie vuelve a su choco, después de atravesar a nado el océano del poder.

Sin liberales no hay centro-izquierda y con la ayuda de Yolanda Díaz solo se consigue que la izquierda levantisca apoye a la izquierda moderada. Sin embargo, Yolanda tiene una forma de hacer, que por lo visto, gusta a los españoles, pues la han colocado en el liderazgo de sus preferencias demoscópicas. La apuesta de la gente por la dirigente política sin partido propio, no gusta en Moncloa, donde el presidente ya fue avisado por Iván Redondo de que llegaba la fagocitación del PSOE por la izquierda, mientras la derecha avanza sin freno hacia la mayoría. La media verdad, a punto de ser entera, al presidente le sentó a cuerno quemado y echó a su famoso atache press.

Al tomar el testigo, casi en pleno Congreso del PSOE, el ministro de Presidencia, Félix Bolaño, cortó por lo sano: “donde estaba Yolanda pongo a Calviño y listos”. Una precipitación fatal basada en el pretexto europeo. Un pretexto que no lo es, porque a la Comisión le importa un comino cual de las dos lideresas se haga con el mando de la consagrada Reforma, y el que diga lo contrario es que no conoce los intríngulis del Berlaymont, sede del ejecutivo europeo.