Ahora que podemos ver con esperanza el final de este largo túnel que es la pandemia, y aprovechando el 1 de mayo, es hora de hacer balance y poner sobre la mesa cómo nuestra sociedad trata a muchos colectivos. Limpiadoras, cajeras, repartidores, profesionales de la salud,...han estado al pie del cañón en los peores momentos. Y hay que reconocer y recompensar este esfuerzo. Pero, sobre todo, es hora de hacer hincapié en que nuestras compañeras, amigas, hermanas o madres, que representan a la mitad de la población, siguen siendo discriminadas en el mundo del trabajo.

Lo son para ocupar los puestos de trabajo peor remunerados a pesar de ser básicos por la sociedad, como los relacionados con la atención a las personas o en el ámbito de la salud. Lo son cuando en la última década el porcentaje de mujeres con contratos a tiempo parcial ha triplicado al de los hombres.

Lo son cuando la maternidad se convierte en una penalización laboral, haciendo que las mujeres con niños tengan siete veces más probabilidades que los hombres de tener un contrato a tiempo parcial, el doble de probabilidades de estar en el paro o el 20% más de opciones de tener un contrato temporal. Esta es la realidad. Y hay que señalarla en voz alta hasta que seamos conscientes de la magnitud de la desigualdad.

Aun así, es evidente que los últimos 25 años han representado muchos adelantos en la reducción de la brecha de género en el mundo del trabajo. Pero también debemos decir que en los últimos años esta reducción se ha hecho menos intensa y, en algunos casos, ha retrocedido.

Como sociedad, no nos podemos resignar ante una injusticia tan flagrante. No podemos normalizar vivir en un mundo donde el sexo condicione toda la vida laboral, independientemente de tu mérito o capacidad. Un mundo donde ser madre suponga renunciar a la carrera profesional. Necesitamos una sociedad más justa, corresponsable y donde la capacidad y el mérito estén por encima del sexo de cada uno.

Por eso son especialmente importantes los adelantos que ha realizado España en los últimos años, equiparando los permisos de maternidad y paternidad, defendiendo la igualdad salarial por trabajos del mismo valor y, especialmente, defendiendo la corresponsabilidad en el trabajo reproductivo de hombres y mujeres. La igualdad efectiva se debe lograr dentro y fuera de casa.

Queda mucho para hacer. Muchísimo. No nos podemos dar por satisfechos escribiendo un tuit, participando en un debate o leyendo sobre el tema. Se nos pide más como responsables políticos. Hay que pasar a la acción y acabar con esta eterna injusticia. Mientras haya la mitad de la ciudadanía discriminada, esta no será la sociedad que muchos queremos.