Al permitir que el gobierno de la Generalitat apruebe sus presupuestos para 2022, los comunes de Jéssica Albiach se han marcado un interesante doblete: por un lado, así se aseguran de que ERC haga lo propio con las cuentas del Ayuntamiento de Barcelona (espaldarazo a Ada Colau); por otro, se cepillan un ya muy desarbolado prusés que no solo les importa un rábano, sino que entorpece sus planes, recientemente enunciados, de contribuir a una España supuestamente progresista cuyo gobierno presida Yolanda Díaz. Por el mismo precio, han contribuido notablemente a envenenar el ambiente entre los dos socios del actual gobierno regional, hasta el punto de que los de Junts x Puchi se muestran humillados, ofendidos y traicionados: algo así ha venido a decir Elsa Artadi, quien ha aprovechado para culpar a Aragonès de haberse cargado la unidad independentista (como si la CUP, con su extraña actitud entre purista y pueril, no hubiese tenido nada que ver en el asunto). ¿Para eso somos el gobierno del 52%? Esa podría ser la pregunta-subtexto de los fans del Hombre del Maletero.

Ya sabíamos que ERC y Junts per Catalunya (JxCat) se llevaban como el perro y el gato, aunque de puertas afuera quisieran dar la impresión de que todo iba razonablemente bien. Ahora se ha hecho evidente que ERC ha dado por muerto al prusés hace tiempo y que si sus representantes siguen dando la chapa con el tema es para quedar bien con los indepes más recalcitrantes que aún les votan. Aragonès le tenía ganas a Sànchez y a Artadi (e intuyo que también a Puchi, con su gobiernillo paralelo, su onerosa Casa de la República Virtual, sus injerencias vía Torra y demás incordios) y ha encontrado en Albiach la persona ideal para jorobarles un poco. Eso sí, al igual que Junts x Puchi, ERC no tiene ni una mala palabra para la CUP, responsable, a fin de cuentas, de que el bloque del 52% se haya desmoronado y el prusés se haya ido definitivamente al carajo (por mucho que se desgañiten Cuixart y Paluzie desde Omnium y la ANC). Dice Aragonès que su mano sigue tendida en dirección a la CUP, cuando lo mejor que podría hacer con esa mano (bien abierta) sería arrearle tal sopapo a Eulàlia Reguant que se le saltaran las gafas a lo Rappel y le salieran unas muecas nuevas.

También Junts x Cash se olvida de la CUP a la hora de buscar culpables de lo que es, efectivamente, un desastre para el independentismo: ¿cómo van a trabajar por la liberación del terruño tres partidos que ni se soportan ni se aclaran a la hora de tomar decisiones que afectan directamente a sus aspiraciones? ¿Se ha olvidado Jordi Sànchez de que la CUP envió a la papelera de la historia al Astut (donde sigue, aunque de vez en cuando asome su cabecita entre el montón de papeles arrugados)? ¿Acaso tiene la CUP una bula eterna en el mundo lazi? Consumada la puñalada trapera a quienes se supone que son de los suyos, la CUP se sale de rositas, como ya se salió tras el motín de octubre de 2017, cuando ninguno de sus representantes acabó en el talego o se vio obligado a cruzar la frontera en el maletero de un coche (su única seudo exiliada es Anna Gabriel, a quien, en realidad, las cosas le van mucho mejor desde que se instaló en Suiza, esa ejemplar república bolivariana de estricta obediencia marxista).

Al pactar con los comunes, nuestro niño barbudo ha dado un puñetazo en la mesa y les ha dicho a los posconvergentes que se acabaron las componendas y que, a partir de ahora, va a pactar con quien más le convenga. Yo diría que está más cerca de llegar a acuerdos con el PSC en el futuro, ahora que se ha quitado de encima la llufa de traidor que siempre estaban dispuestos a colgarle los de Puchi. De momento, en Cataluña se sigue el ejemplo español, donde PP y PSOE no pactan ni que los maten en cuestiones de Estado: aquí, sin Estado, se hace lo mismo y ERC no se habla con el PSC, aunque ambos sean los dos partidos mayoritarios en Cataluña (como PP y PSOE lo son en España). El Estado y el aspirante a serlo son, en este caso, tal para cual: palo a quien más nos joda y el que venga atrás, que arree.

Algo me dice que las cosas no van a quedar así. El rebote de la señora Artadi y demás fans de Puchi no se va a disolver de la noche a la mañana. Se prevé un estimulante ball de bastons entre posibilistas y delirantes que será atentamente observado por la CUP. Desde la barrera, como siempre, sin correr ningún peligro y sin llevarse ni un chorreo porque, al parecer, hagan lo que hagan y se comporten como se comporten, los cupaires siempre contarán con la comprensión y la tolerancia de sus mayores.