Cuando se les desaloja democráticamente del poder, nuestros nacionalistas no suelen tomárselo muy bien. Recordemos la llegada del primer tripartito y el cuajo de Marta Ferrusola al analizar la coyuntura: la buena señora (o madre superiora especializada en misales) vino a decir que se sentía como si le hubiesen entrado ladrones en casa y estuvieran a punto de arramblar con todo lo que consideraba suyo y de los suyos.
Con la llegada al poder de Salvador Illa, no ha habido un resumen tan eficaz de la situación, desde el punto de vista lazi, porque la madre superiora ya no está entre nosotros y no ha dejado un sustituto a su altura (la del betún, concretamente). Nos hemos tenido que contentar con la visión convergente de la vida a través de personajes como Josep Lluís Alay, jefe de gabinete de un fugitivo sin gabinete y sin nada, o Lluc Salellas, alcalde cupaire de Gerona, así como con la de unos cuantos lazis anónimos condenados a rebuznar en X: desde que se constituyó el Gobierno, no han dejado de ponerle pegas. Que si hay una consejera de Madrid, que si uno de la sección de deportes es hincha del club de Florentino… Comentarios, en fin, en la línea del pensamiento profundo de Míriam Nogueras, quien cada día nos recuerda que estamos ante el PSC más españolista de la historia (¡qué más quisiera uno!).
La última en concitar las iras del lazismo ha sido mi amiga Cristina Farrés, directora hasta ayer mismo de este diario, a la que le ha caído el cargo (o el muerto, según se mire) de supervisar la política comunicativa del gobiernillo.
Alay y Salellas se han empleado a gusto con ella: españolista infame, sociata irredimible, directora de un digital de extrema derecha como Crónica Global (cuando yo diría que solo somos filosociatas por defecto, en nuestra condición de firmes partidarios del mal menor) y todo tipo de lindezas que muestran bien a las claras que en las filas indepes impera el chincha y rabia ante el posible cambio de régimen. Echo de menos el veredicto de la madre superiora, que habría sido de traca, pero, como dijo el torero, lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.
La reacción al cambio en los diarios lazis también ha sido del modelo chincha y rabia, pero no tan solo por motivos patrióticos, sino financieros. Probablemente, se temen que, con la nueva Administración, se les acabe la sopa boba que los ha mantenido alimentados durante los últimos años (mientras a esta santa casa no llegaba ni un euro de publicidad o ayuda institucionales). Unos han sido más virulentos que otros. En ese sentido, cabe destacar el perfil bajo adoptado por El Nacional, que ha dejado en paz a la pobre Cristina tras tomar la sabia decisión de no liar la troca en exceso (o sea, Jesusito, Jesusito, que me quede como estoy; o lo que es lo mismo, que me sigan soltando la pasta de siempre o que me la reduzcan lo mínimo).
Otros parecen haber interiorizado que se les ha terminado el momio y que Crónica Global va a recibir un chorro de millones, y eso los tiene muy preocupados. Desde aquí me voy a permitir tranquilizar a todos esos chupasangres patrióticos. Por un lado, Cristina no nos va a hacer ricos porque sonaría a nepotismo y ella, se lo aseguro, es una persona decente (no puedo decir lo mismo de quienes han estado sufragando las necesidades de ciertos mangantes de la prensa del régimen). Y, por otro, Illa practica un interesado buenismo (hasta ha heredado la Diada de este año de ERC) que le llevará a no dejar en la indigencia a quienes llevan haciéndole la puñeta desde hace años.
Queda por ver, por cierto, lo que hace con los medios de agit prop del ancien regime. Yo haría dos clones de Cristina y los colocaría al frente de TV3 y Catalunya Ràdio. Más que nada porque las cosas no pueden seguir como hasta ahora: acabada, aparentemente, la tabarra de la independencia, la televisión autonómica catalana no puede seguir siendo Tele Prusés.
En cualquier caso, el cambio (que esperemos no sea un pseudocambio, con tanta nación catalana y tanto humanismo cristiano) ha llegado y al lazismo solo le queda la práctica del chincha y rabia. No sé con quién la tomarán después de Cristina, pero seguro que encuentran a alguien, aunque haya que recurrir para investigaciones a fondo a la Plataforma per la llengua (también conocida como la Gestapo del catalán) o al mismísimo Santiago Espot, valioso delator profesional actualmente desaprovechado. Con algo se han de entretener mientras están con el viento en contra, así que a chinchar y rabiar sin tasa.