Juan Antonio Montoya
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El grupo de transporte gallego Monbus ha sumado dos accidentes en la línea Barcelona-Igualada en una semana. Se trata de una pésima noticia para el conglomerado, máxime si se tiene en cuenta que el servicio está en la diana por las quejas de los usuarios.
Y porque no es la primera vez que la transportista norteña aterriza en problemas por su política operativa y financiera en Cataluña. No en vano, Monbus opera algunas concesiones importantes en la región, y ahora aspira a otras estratégicas, como el NitBus.
En este contexto, la firma debería asegurar que su presencia en el territorio es suficiente. Pues los encargos públicos son, además de un premio, una responsabilidad.
En otras latitudes, como en la propia Galicia, la transportista ha firmado páginas controvertidas. Ahora, si quiere ampliar su presencia en Cataluña, la compañía debería asegurar que discurre por la senda de la pulcritud.