Pere Aragonès
La Generalitat reacciona tarde y mal ante la grave sequía que padece Cataluña. Como era de prever, la región sufrirá restricciones de agua todavía más severas si las lluvias no son benignas a lo largo de esta primavera y verano. Algo que se veía venir desde hace tiempo, pero ante lo que el Govern parece haber reaccionado a última hora, sin diálogo y mediante un decreto aprobado por la mínima en el Parlament que pone el foco en los ayuntamientos.
Una vez más, la ciudadanía paga las consencuencias de la mala gestión de los mandatarios secesionistas en asuntos de vital importancia, y que deberían centrar de forma absoluta las prioridades del Govern. Expertos y profesionales de la ingeniería ya han advertido estos días de que Cataluña tiene que "prepararse, no por un simple período de sequía, sino por un clima más seco", apuntando además que "las infraestructuras actuales no son suficientes para hacer frente a estos episodios cíclicos".
No deja de ser llamativo que, cuando se producían estas advertencias, el president Pere Aragonès acababa de llegar de un viaje por Latinoamérica, donde inauguró una más de la veintena de embajadas políticas que la Generalitat tiene en el extranjero. O que se haya sabido que la inversión que la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) prevé destinar para su plan a seis años por el agua regenerada cueste casi lo mismo que uno solo de la acción exterior del Govern: 120 millones de euros. Bien haría el Ejecutivo de ERC en dejar de lado sus veleidades identitarias --por ejemplo, sus cien medidas para marginar el castellano-- y dar la máxima prioridad a lo que realmente importa. Por ejemplo, la lucha contra el cambio climático y su previsión.