Carles Puigdemont
Moviendo a sus 'minions'
La formación (o más bien no formación) del gobiernillo es una de esas cosas que explican perfectamente por qué a los catalanes cada vez hay menos gente que se nos toma en serio. Las (supuestas) negociaciones entre ERC y Junts x Cash son tan ridículas como la causa que ambos defienden --cada uno a su manera y con un ojo puesto en el reparto de cargos y en el lucro correspondiente--, y sus trifulcas constituyen, además de una burla al sufrido votante, un espectáculo penoso: en Cataluña, como podemos ver, la formación del gobierno autónomo con pretensiones de república in progress está en manos de un fugitivo de la justicia (Carles Puigdemont) y un presidiario (Jordi Sànchez). El fugitivo está obcecado con cortar el bacalao desde Waterloo y nos quiere endilgar su Consejo para la República nos pongamos como nos pongamos, mientras el niño barbudo de ERC reacciona con una serie de utlimátums que nadie se toma en serio. Ahora dice que igual gobierna en solitario con el apoyo de los Comunes y de la CUP, pero Puchi ya ha movido a sus minions para que le hagan la vida imposible.
En las últimas horas --y en lo que parece una maniobra orquestada--, unos cuantos fans del orate de Waterloo ya han salido a echar su cuarto a espadas en la trifulca entre patriotas. Lluís Llach, con esa gracia que Dios le ha dado, ha ironizado sobre la posibilidad de pegarse una larga siesta mientras se solucionan las cosas. Josep Costa, liante de nivel cinco, ha puesto en duda el amor a la república de los de ERC y hasta le ha lanzado un dardo envenenado a David Fernàndez, el hombre de la sandalia churrosa que tanto pintó en la CUP y que ahora se dedica a denigrar la memoria del pobre Ovidi Montllor con un grupo seudo musical que, en teoría, pretende rendirle homenaje.
De todos modos, el premio a la desfachatez se lo lleva Josep Lluís Alay, un señor con cara de estreñimiento crónico que está al frente de la oficina del presidente más legítimo de todos los tiempos y que no sabemos muy bien qué hace, dada la apretada agenda de Puchi, pero se embolsa por ello más de 100.000 euros al año. Este chupóptero ha dicho, directamente, que hay que ocupar las calles y llevar la unilateralidad hasta las últimas consecuencias. Con sus 100.000 machacantes anuales por tocarse el níspero, más lo que le cae por sus labores docentes en la Universidad de Barcelona. ¡Olé sus huevos morenos!
Puede que Puigdemont no sea el caudillo providencial que cree ser, pero como versión bufa del doctor Fu Manchú no tiene precio.