Ilustración de la adaptación de 'Tatuaje' de Hernán Migoya y Bartolomé Seguí

Ilustración de la adaptación de 'Tatuaje' de Hernán Migoya y Bartolomé Seguí NORMA EDITORIAL

Creación

La ilustración catalana reivindica su espacio en la prensa

Los profesionales del sector recuerdan que el cobijo para vivir de su profesión acaba siendo trabajar para fuera de España

23 mayo, 2023 11:49

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Barcelona se dice la ciudad del diseño. Las escuelas de arte y diseño están llenas y la ilustración es uno de los sectores más demandados. Quien más quien menos conoce a algún ilustrador de la ciudad y la tónica siempre es la misma: les gusta su trabajo, pero está muy mal pagado. “Si quieres hacer carrera has de irte al extranjero o trabajar para afuera”, indica una profesional que prefiere mantenerse en el anonimato.

Un profesional como Perico Pastor, que trabajó durante tres años en The New York Times en los 70s, lo tiene claro: “La ilustración aquí es como las naranjas en el Negev. Es un milagro de micro irrigación que en este país haya los ilustradores que hay, porque lo que se paga en ilustración en este país es una mierda”.

De revista

Así de tajante y molesto se muestra en conversación con Crónica Global tras la exposición de The Barcelonian que organiza Casa Seat. La misma existencia de esta no-revista es fruto de grandes esfuerzos.

Su ideóloga es Luisa Vera que empezó a compartir sus ilustraciones durante la pandemia en su Instagram como si fueran portadas de una de las revistas más famosos en del sector, The New Yorker. La diferencia es que la protagonista era otra ciudad, Barcelona.

Exposición de 'The Barcelonian' / CASA SEAT
Exposición de 'The Barcelonian' / CASA SEAT

Poco después invitó a amigos ilustradores a contar su visión de los hechos y sus vivencias del confinamiento. Una vez se empezaron a reducir las restricciones se abrieron a la ciudad. La idea siempre fue la misma: “crear la portada de una revista inexistente”. Y así nació The Barcelonian, una no-revista que, pese a todo, tiene ya centenares de portadas y que se ha convertido, gracias al apoyo de Inés García-Albi, en una referencia para los ilustradores.

No ha sido fácil”, reconocen ambas. Tuvieron que buscar apoyos económicos como el del Ayuntamiento de Barcelona y otras instituciones para ofrecer un aliciente a las personas que colaboran con el proyecto, que no lo hacen sólo por el amor al arte.

Crisis desaprovechadas

A través la web y las redes, los interesados en estas ilustraciones las pueden comprar. Se le ofrece cuatro tamaños al cliente y “hay quien vende mucho y quien no vende nada”, pero al menos se les paga. Cosa que no es tan fácil en este país. Son muchos los que se acercan a estos artistas para pedirles “un dibujo”, pronuncia con rintintín esta ilustradora anónima, para que le hagan “algo” de favor.

“Incluso a los nombres reconocidos se les paga una mierda”, indica Perico. “En este país la idea es, ante la duda, recorta, cuando en otros, como pasó en el The New York Times en épocas de crisis decidieron que prefirieron apostar por los suplementos ilustrados, el pensamiento es, ante la duda, invierto y algo te volverá”.

El ilustrador Perico
El ilustrador Perico

El de la Seu d’Urgell lo tiene claro, “aquí no se lo creen”. Los que menos, la prensa. Critica que los medios escritos “hace años que ha abandonado la propia idea de vivir de los lectores. Ningún diario vive de la venta de los periódicos”, una realidad que lamentan incluso sus directores.

“Lo que ocurre es que los periódicos inteligentes que ganan dinero, como el The Economist, The New York Times, el Wall Street Journal, The New Yorker, son diarios que saben que, si invierten en calidad tanto escrita como gráfica, llegarán a un público al que los anunciantes querrán llegar”, subraya. Y para muestra un botón: es “la razón por la que Microsoft, que no es precisamente una ONG, se gasta cada semana ocho páginas en color en The New Yorker, porque por caridad no es”, remata.

Entre dos tierras

Su crítica va aún más lejos. “Los de aquí llevan tantos años viviendo de los partidos políticos o de los bancos que no creen” en la ilustración. Por eso, les llama “rajaos” a todos estos “diarios que cabalgan sobre la tercera, algunos dicen que la segunda, y en algunos casos la primera lengua del mundo”. “No tienen el cuajo” de apostar por un arte que, a su parecer, puede atraer a los lectores.

El colectivo DAQ, formado por los ilustradores Anna Miracle y David Acevedo, ya no apuestan por la prensa. Acevedo repite que “el primer refugio, como ya marcaba Perico, es internacionalizarse”. Ahora es más fácil que antes por eso, “muchos publicamos tanto aquí como fuera, donde tienes esta estructura más ordenada, unos salarios o unos pagos más normales, más competitivos. Con esto te salvas mucho”.

Autorretrato de la ilustradora Paula Blumen / PAULA BLUMEN
Autorretrato de la ilustradora Paula Blumen / PAULA BLUMEN

Una vez más, España exportando talento. Aunque la tecnología y la ilustración digital permite trabajar desde aquí para otros países. “Y después tienes la base de la publicidad”, señala el ilustrador. El dúo creativo se dedica, entre otras cosas a este sector.

“La publicidad evidentemente es otro mundo”, admite. “Son otro tipo de exigencias. Quizá sea un trabajo que para muchos ilustradores no es tan atractivo a primera vista, pero sí es verdad que es más solvente”, constata.

Derechos

Por suerte, ellos aprovechan los beneficios que le da el mundo publicitario para sacar adelante sus proyectos editoriales. “Nosotros llegamos a un acuerdo con un editor, ya sea porque o el editor nos ha venido a buscar nosotros o nosotros planteamos una propuesta y se pactan unos royalties”, afirma Miracle.

El problema con la editorial es que tampoco da tantos beneficios. “Los derechos normalmente vienen a ser el 10% o el 12% de las ventas”, detalla. Así que tampoco es que puedan vivir mucho de ello. “Hay editores que quizás aprieten más, pero esto sería lo estipulado”, zanja.

El dúo creativo DAQ, Anna Miracle y David Acevedo
El dúo creativo DAQ, Anna Miracle y David Acevedo

Por eso, no se le caen los anillos a la hora de reconocer que viven de esos trabajos publicitarios y de encargo, mientras publican cosas “completamente personales”, pero “como complemento”, porque los ingresos editoriales “no cubren ni de lejos el trabajo realizado”.

¿Es por eso que The Barcelonian no es una revista? ¿Sería viable dar el salto a convertirla en una publicación regular? “No, ya te lo digo”, responde Inés al escuchar la pregunta. "Necesitamos un inversor tipo americano", proclama entre bromas.

Pasado y presente

“Recibimos comentarios de la gente en Instagram y otras publicaciones han escrito artículos que destacan que las ilustraciones que publican son las cubiertas que merece una revista” asevera Luisa. “La realidad es que es inviable, ni creo que haya suficientes lectores en Barcelona para mantener una propuesta así”, lamenta. Y es que, “hay que pagar a todos si tienes un nivel, no pedir favores”. La otra opción, como señala Inés es que “o es eso o venderse a ver quién clica”, como asegura que sucede en muchos periódicos. Al único medio que salvan es Jot Down.

Los ilustradores, son de otro parecer. Perico cree que sí habría lectores, pero empieza a pensar que, hablando de ilustración de prensa, es válido eso del “contra Franco vivíamos mejor”. Repasa revistas como el Por favor, el Interviú, el Muchas gracias, el Papu, El Jueves, Cambio 16. “Llegó el 76 y todo eso desapareció. No hemos conseguido ningún diario que haga de Time o Cambio 16, nada…”.

Ilustración de Charles D. Gibson para la revista 'Life' (1900)
Ilustración de Charles D. Gibson para la revista 'Life' (1900)

¿Qué ha pasado? Ese es el gran misterio. El arte digital, el acceso a internet, la caída de ventas de ediciones en papel… Perico mantiene que hay posibilidades, pero falta apuesta. “En este país en lo que primero se recorta es en cultura”, sentencia. Palabras que se repiten de forma constante en este sector.

Mientras, los ilustradores tratan de sobrevivir cómo pueden, y haciéndose un hueco. Aunque sea a trompicones. “Hay un boom de la ilustración, cada vez hay más novela gráfica y son más conocidos, pero se paga mal, como en todos los medios”, concluye. La luz al final del túnel parece que sólo es para algunos afortunados (que pueden pagarla).