Un hotel de costa con piscina

Un hotel de costa con piscina EP

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Piscinas saladas, prisas y sobrecostes: así afecta la sequía a hoteles y cámpings

El sector busca alternativas al agua dulce que incrementarán los costes, una consecuencia más de la actual emergencia hídrica que padece Cataluña

7 febrero, 2024 00:00

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La sequía que afecta a Cataluña ha obligado a los hoteles y cámpings a buscar alternativas para llenar sus piscinas. La máxima prioridad para el sector es ahora evitar la decepción de los visitantes que, cuando lleguen en verano, podrían encontrarse con agujeros secos que nada tengan que ver con las espectaculares fotografías del portal de reservas. Una imagen que los empresarios del ramo quieren evitar a toda costa, pues supondría una crisis reputacional que puede lastrar durante años al destino.

La primera fórmula que han usado los empresarios turísticos para esquivar unas medidas antisequía que ven drásticas y nocivas para el sector es la de adelantarse a las mismas llegando a la emergencia con las piscinas llenas. Muchos establecimientos no vaciaron sus instalaciones acuáticas después del verano y, los que lo hicieron, han tenido tiempo para volver a llenarlas con antelación, ya que la Generalitat dio un preaviso de la medida.

¿Piscinas saladas?

Otros han esperado al último momento: un complejo de apartamentos del Maresme esperó al mismo jueves para dar la orden de abrir los grifos de sus piscinas justo antes de la entrada en vigor, el viernes, de las medidas autonómicas. Otra de las opciones que se ha planteado es el uso del agua de mar, que supone un mayor coste y una mayor complejidad, pero que garantiza el disfrute de los bañistas.

Además, sirve tanto para aquellas instalaciones que se hayan quedado secas como a aquellos establecimientos que ya tienen las piscinas llenas y simplemente necesitan añadir algo de agua para mantenerlas. "Trabajamos para tener una temporada con plena normalidad", indica Miquel Gotanegra, presidente de la Federación Catalana de Cámpings, que matiza que "el único hándicap es buscar alternativas para llevar agua a las piscinas".

Agua salada... y más cara

Según Gotanegra, "se ha planteado el uso del agua de mar o alguna desaladora", asegurando así "que el cliente pueda disfrutar de una experiencia completa". El representante sectorial compara el llenado de las piscinas con las pistas de esquí, que pueden utilizar nieve natural o artificial. "No sé quién hará una cosa o hará otra, pero como patronal trabajamos para garantizar una experiencia completa. Como en la nieve artificial, los costes son diferentes, se consume luz y agua", señala.

Gotanegra indica que este será el segundo año que no se vacían las piscinas, y que solo necesitan agua para compensar la evaporación y la limpieza de los filtros. "Todas las piscinas están limpias e impecables, porque si no el agua se estropea", asegura. Sin embargo, advierte de que el agua de mar tiene un inconveniente: "No se puede vertir en la red de saneamiento". También supondrá un incremento de costes, una situación a la que los empresarios ya están acostumbrados y que les tocó vivir cuando se disparó la factura de la luz. Aún así, asegura que el sector ya trabaja con varias empresas proveedoras de agua de mar.

Dulce y salada: ¿se puede mezclar?

Una de esas empresas es Aquamarina, que se dedica a envasar agua de mar desde hace diez años, principalmente para productos cosméticos, de parafarmacia o de alimentación en supermercado, aunque ahora ha encontrado una nueva demanda. Su socia fundadora, Judit Puig, explica que el año pasado, debido a la sequía, algunos clientes se pusieron en contacto para ver si podían llenar sus piscinas. "Podemos ofrecer esta alternativa porque venimos de este sector, seguramente una empresa de piscinas no contaría con los permisos necesarios", subraya.

Puig detalla que el coste depende de la capacidad de la piscina y de dónde está ubicada por el transporte, aunque pueden llegar ya sea en el campo o en un acantilado. El procedimiento es sencillo: "Se envía el camión cisterna, se coloca una malla en el filtro y se realiza uno o varios viajes de un mínimo de 24.000 litros". El agua salada se puede mezclar con agua dulce, pero se necesita que los sistemas estén preparados para soportar la salinidad del agua.

El ecologismo señala al turismo

El ministro de Industria y Turismo del Gobierno, Jordi Hereu, apostó este lunes por "sumar esfuerzos todos los gobiernos, todas las Administraciones y apelar a la responsabilidad de todos los agentes" ante la emergencia por sequía declarada el pasado jueves en Cataluña. Desde los comunes, Joan Mena ha reprochado al Govern "que no se moja", ha reclamado más restricciones para el turismo y que el Ejecutivo "no retrase las restricciones".

A pesar de que el sector ya ve como catastrófico que no haya piscinas en verano, para el diputado morado el turismo "es de azúcar". "Ni está exento de todo, ni tiene que tener barra libre", ha protestado Mena, que también ha abogado por descartar el proyecto del Hard Rock y la ampliación del Aeropuerto de Barcelona-El Prat. "Las restricciones a los ciudadanos, la agricultura y la ganadería también se deben trasladar al turismo", ha zanjado.

Los turistas no gastan más agua

En la misma línea se han pronunciado entidades ecologistas como Greenpeace. Su coordinador en Cataluña, Fernando Fernández, ha asegurado que, para combatir la sequía, "la clave va más por el lado de la demanda y gestionarla", ya que, según él, "no puede ser que tengamos 17 millones de turistas en Cataluña y que éstos consuman cuatro o cinco veces más de agua que un residente".

Desde la patronal catalana, Foment del Treball, ya se censuró el señalamiento a sectores económicos que consideran que ha sufrido parte del tejido económico a raíz de la emergencia por la escasez de agua. Además, el empresariado turístico apunta a los estudios realizados sobre la cuestión para concluir que el consumo de agua de un visitante no difiere del de un habitante local, insinuando así que culpar a los turistas de la sequía es un mero acto de turismofobia o populismo.