Miquel Iceta (PSC), cara a cara con Juan Carlos Girauta (C's) / CG

Miquel Iceta (PSC), cara a cara con Juan Carlos Girauta (C's) / CG

Política

Las claves de la 'guerra' entre PSC y Cs: con el tripartito empezó todo

La formación naranja logró dar el 'sorpasso' a los socialistas catalanes en las autonómicas, pero no ha sabido mantener su liderazgo y ahora desconfía más del partido de Iceta que del PSOE

12 octubre, 2019 00:00

Una de las previsiones con las que contaba Albert Rivera en Cataluña después del referéndum ilegal del 1-O era que el llamado cinturón rojo de Barcelona pasaría a teñirse de naranja, ya que la vulneración de la legalidad del nacionalismo había significado un punto de inflexión en la sociedad catalana. Así se cumplió tras las elecciones autonómicas del 21 de diciembre de 2017, cuando Ciudadanos (Cs) fue la fuerza más votada con 36 diputados. Un hito histórico para una formación joven, que lograba el ansiado sorpasso al PSC y erigirse como principal fuerza del constitucionalismo en Cataluña. 

Después de esa victoria en las urnas, sin embargo, los sondeos apuntan a que no lograrán mantener su liderazgo en las próximas elecciones al Parlament. La decisión de la entonces líder de Cs en Cataluña y ganadora de los comicios, Inés Arrimadas, de no presentarse a la investidura, así como la recién fallida moción de censura a Quim Torra promovida por su formación son algunos de los motivos que se señalan como parte de sus fracasos. Tampoco contribuye a favor de sus intereses la aparente coyuntura de distensión que se inició en Cataluña con el deshielo de las relaciones tras la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa. La dinámica electoral ha cambiado --como se ha observado en las elecciones generales del 28 de abril y en las municipales de mayo--, y ahora el PSC puede arrebatarle de nuevo el liderazgo constitucionalista. Con todo, el tuit que hizo el diputado de Cs Juan Carlos Girauta en el que calificaba al partido de Miquel Iceta de "lameculos paniaguados mezclados con ladrones pijos" se ha convertido en el último episodio de la pugna histórica entre los dos partidos en Cataluña.

“El PSC siempre se ha abstenido ante el nacionalismo”

Dos de los fundadores de la formación, el periodista Arcadi Espada y el profesor de Derecho Constitucional Francesc de Carreras, han mostrado sus críticas respecto a algunas de las recientes decisiones de Albert Rivera, como la de no facilitar la investidura de Pedro Sánchez tras el 28A. Pero creen, como en los orígenes de Cs, que el PSC sigue siendo un “problema para la democracia en Cataluña”, esgrime De Carreras. Espada, por su parte, ve “normal” que los socialistas no respaldaran la moción de censura a Torra, ya que considera que el presidente de la Generalitat fue “el aliado clave que tuvo Pedro Sánchez para llegar a la presidencia del Gobierno”. “El PSC, por lo demás, siempre se ha abstenido ante el nacionalismo, y suya es la máxima responsabilidad de que la fiera haya salido de la jaula”, sostiene.

Ni De Carreras ni Espada tienen funciones ejecutivas dentro del partido, pero ofrecen algunas de las claves sobre por qué la pugna de Cs con el PSC cuenta con sus propias sinergias, independientemente de que Rivera haya hecho un acercamiento al PSOE tras levantar su veto a Pedro Sánchez. El profesor en Derecho Constitucional sostiene que para el socialismo español sus homólogos catalanes siguen representando un dolor de cabeza y que, además, son el principal “impedimento para que los catalanes que salieron a la manifestación del 8-O estén representados”. 

Tripartito y nuevo Estatut

De Carreras también señala al Govern tripartito que el PSC formó con ERC e ICV en 2003 como el gran “error” de los socialistas, que se metieron “en la boca del lobo” con la redacción de un nuevo Estatut. Y no considera que haya aprendido de la experiencia: “Ahora quieren formar otro con ERC y los comuns, que es el error que nos ha conducido hasta la situación actual”. 

Espada, periodista y autor de Contra Catalunya, hace una enmienda a la totalidad cuando se le pregunta por el principal error del partido al que alguna vez votó hasta el nacimiento de Cs: “El PSC es un error en sí mismo, también moral, y resulta muy difícil discriminar”.

“Cs tiene un problema con el poder”

Algunas de las recientes decisiones del PSC, como pactar con JxCat en la Diputación de Barcelona, han servido para romper la unidad independentista y controlar el tercer ente público de Cataluña con más presupuesto (unos 1.000 millones de euros). Pero también han significado alcanzar un acuerdo con el partido que sigue propugnando la vía unilateral. Cs es quien más ha arremetido contra este pacto, pero con la paradoja de que sus resultados tras los comicios municipales le relegaron a una posición de irrelevancia en las instituciones de la región. “Cs, en efecto, tiene un problema con el poder. No sabe qué es. A sus líderes les ha faltado estudio, meditación, sobre cuestiones elementales de la práctica política. Entre las meditaciones fallidas destaca la que debió examinar las consecuencias de sus hechos y de sus deshechos”, abunda Espada. 

Además de sus principales fundadores, hay otros periodistas que han seguido la evolución del partido desde su alumbramiento hasta el salto nacional. José María Albert de Paco, coautor de Alternativa Naranja (Debate, 2015), subraya el estancamiento actual de Cs: “Hoy en día es un partido desprovisto de sustancia, incapaz de producir nada con sentido más allá de la sempiterna cadena de consignas estridentes. Paradójicamente, la Comunidad española en la que más se evidencia esa vacuidad es Cataluña”. Del mismo modo que los dos fundadores, desmiente la visión que difunde el nacionalismo de que el partido tuvo como única razón de ser la impugnación del sistema de inmersión lingüística: “No, Ciudadanos fue algo más que un partido animalista”, apostilla. En el origen estuvo siempre la desafección con el PSC, a quien reprocha que “sin su complacencia con el nacionalismo” ni “sin su histórica porfía en hacerse perdonar su españolidad jamás habríamos llegado a esta suerte de colapso”. 

El liderazgo de Rivera

Cs nació como una plataforma civil que pretendía dar la batalla cultural además de la política. Este frente también ha quedado olvidado. No han arraigado como organización política y han perdido, a juicio de Espada, la oposición civil al nacionalismo: “Tampoco deberían haber cedido la oposición civil a Sociedad Civil Catalana, esa plataforma organizada y liderada por los socialistas con el dinero que, sin saber lo que hacía, como fue su norma respecto a Cataluña, les dio Rajoy”.

La fundadora de Cs, Teresa Giménez Barbat y autora de Citileaks: los españolistas de la Plaza Real (Sepha, 2012), se abre a la posibilidad de "renovar el partido" con nuevos liderazgos con el fin de no "dañar" el proyecto. El relevo de Rivera es un asunto que estos días se debate en el partido y está sobre la mesa la posibilidad de que Arrimadas sea su sustituta después de las elecciones del 10 de noviembre. Barbat ve un error haber confiado "únicamente en demoscopia y coachers políticos" y haber abandonado la "reflexión, el pensamiento y el debate". "Sigo pensando que las ideas que propulsaron Cs son, no sólo válidas, sino muy necesarias para nuestro país", remacha.

¿Y ahora qué?

Y de aquellos polvos, estos lodos. Si durante el momento más crítico que fue el pulso nacionalista al Estado de derecho los partidos constitucionalistas han logrado la unidad en escasas ocasiones, nada hace prever en el horizonte electoral catalán que la situación pueda cambiar.    

El periodista Jordi Bernal, autor de Viajando con Ciutadans (Logos, 2007), crónica que narra el periplo de Cs por Cataluña en sus inicios, ve en la “espantá hacia Madrid” de los principales dirigentes naranjas uno de los motivos por los que Cs ha perdido músculo en la región: “Han dejado en el Parlament a Lorena Roldán, quien hace cuatro días ejercía de colaboracionista con barretina para evitarse problemas en la oficina”. Bernal considera que en demasiadas ocasiones se ha dejado escapar la idea de que Cs “tenía un proyecto sólido de gobierno que fuera más allá de la necesaria oposición frontal al independentismo”. Como Espada, que fue uno de los primeros analistas en criticar la negativa de Arrimadas a presentarse a la investidura, cree que hubiera sido útil “para dejar en evidencia a las posiciones ambiguas del PSC y los comunes. Y de este modo, quizás hoy la historia de esta larga pugna entre el constitucionalismo en Cataluña sería otra.