No es nuevo. Ha pasado antes, y en varias ocasiones durante la pandemia. El Gobierno catalán, que comanda el president Quim Torra, está rechazando la entrega de los datos diarios actualizados de incidencia del virus SARS-CoV-2 para marcar perfil político. Lo novedoso es que el Ministerio de Sanidad dijo ayer basta y se plantó ante el Ejecutivo regional en rebeldía estadística, cuyo objetivo es parecer autónomo o diferente al común.

Lo explican fuentes del sector sanitario a este medio, después de que Sanidad publicara ayer el informe diario de prevalencia de todos los territorios de España con una línea en blanco: la de Cataluña. “La Generalitat tiene los datos. Los tiene, porque hospitales, residencias y funerarias se los envían actualizados. Lo que utiliza sus propios criterios para tratarlos y enviarlos”, describen.

Hay herramientas...

Los propios criterios del Govern son, en realidad, opacos. Y no será por falta de herramientas. El Departamento catalán de Salud lanzó el 27 de marzo su propia aplicación de móvil (iOS y Android) para informar del coronavirus. Lo hizo casi al mismo tiempo que la Organización Mundial de la Salud (OMS). A renglón seguido, Salud activó el mapa caliente de incidencia, que se actualiza en cuestión de horas. Días después, el 2 de abril, el Gobierno regional anunció a bombo y platillo que abría a la ciudadanía y expertos los datos de test realizados

¿Funcionan? En términos de tiempo, las plataformas son bastante efectivas. El mapa caliente de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias (AQuAS, por sus siglas en catalán) se actualiza varias veces al día. Desde el plano territorial tiene más limitaciones: dispone de datos de contagios y test por municipios, pero no contabilizan a nivel local los fallecidos o los recuperados. Los canales de comunicación también --teóricamente-- son eficientes: la consejería que comanda Alba Vergés (ERC) envía diariamente los informes. Empezó a hacerlo por la noche, pero corrigió y ahora lo hace por la mañana. En el plano formal, por el contrario, la Xarxa de Vigilancia Epidemiològica (XVEC), que depende de la Agencia de Salud Pública de Cataluña (APSCAT) ha estado transmitiendo los datos a la red nacional (Renave) a regañadientes.

...pero también criterios políticos

Este es el punto crucial de la pugna por los datos del coronavirus, según fuentes del sector sanitario. “Tienen recuentos distintos, y agendas diferentes”, explican. Los “problemas de validación” que citó ayer el Ministerio de Sanidad para no comunicar los datos de Cataluña se enmarcan en la cicatería de Salud de mandar las cifras, tal y como avanzó El Confidencial, no en recogerlos. A este respecto, cabe recordar que Salud ya cambió el recuento de fallecimientos el 16 de abril. Incorporó los óbitos que cuentan las funerarias, lo que prácticamente dobló la cifra regional de muertes por Covid-19, la infección que causa el virus. Casualidad o no, y en política no las hay, el cambio de criterio de la Generalitat llegó tras oponerse Quim Torra al fin del "confinamiento total" en España y en un día en el que el president mantuvo un encuentro privado con medios internacionales. Durante el intercambio, insistió en la idea de mantener la reclusión total. El Gobierno, por su parte, criticó el nuevo sistema de recuento por no ser homologable al que utilizan las autoridades sanitarias internacionales y exigió que se remitieran las cifras como anteriormente: solo los decesos confirmados por test.

 

 

Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, durante una comparecencia pública / EFE

Ese enfrentamiento por las cifras tuvo continuidad. Hubo otros. La rebeldía estadística del Gobierno de Cataluña, un intento de utilizar la recoleccion y difusión de datos con carácter político, llega también a los test. El Govern comunica al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad un número de test realizados que no concuerda con el que declara en su propio sistema de recuento. Ello afloró el 27 de abril, cuando el Gobierno publicó los datos nacionales. Los de Cataluña no cuadraban.

Trasfondo: el Govern quiere marcar perfil

Y eso que la autonomía cuenta con experiencia en materia de epidemias. El sistema de vigilancia de urgencias en este campo médico se estrenó en 2001, esto es, tiene 19 años. En 2015, el exconseller de Salud, Boi Ruiz, lo reforzó, formalizó e integró en una red: la XVEC. Es este organismo, vinculado al Departamento de Salud pero apoyado por el Hospital Clínic Barcelona --que aprovechó parte del equipo y la experiencia adquirida en la lucha contra los casos de ébola que hubo en España en 2014-- el que recolecta los datos de la pandemia del SARS-CoV-2 y los transmite a Sanidad. Los recolecta la Renave anclada, a su vez, en el Instituto de Salud Carlos III, una entidad creada al calor de la Ley General de Sanidad (LGS) de 1986 que opera como una suerte de agencia de inteligencia del Sistema Nacional de Salud (SNS).

Informe de los sanitarios contagiados sin los datos de Cataluña by Ignasi Jorro on Scribd

No obstante, la estructura falla si la deslealtad, o los intereses, interfieren en la recolección y el envío de información. Las fuentes sanitarias consultadas subrayan que ello ocurre cuando los datos que se comparten entre autonomías y Gobierno pueden ser utilizados por una u otra parte para desgastarse. En el caso del Govern, por ejemplo, ya no envió al Instituto de Salud los datos de contagios de sanitarios con el patógeno a principios de mayo. La situación fue tan absurda que el organismo tuvo que publicar el informe nacional [consultar arriba] con, también, una línea en blanco: la de Cataluña. “Hay sospechas de que es la región con el mayor porcentaje de sanitarios infectados, por lo que la Generalitat escamoteó información”, denuncian voces cualificadas del mundo sanitario. Aquella cifra, como la de ayer de contagios, fue una de las interferencias de las que hablan los expertos. Discontinuidades o interrupciones que tienen mucho que ver con un objetivo político, aparentar independencia sanitaria, y poco con el rigor científico y el trabajo en común para vencer a la enfermedad.