Es la auténtica trama de las mascarillas quirúrgicas. La que que no cita el Govern en plena crisis del coronavirus. Tampoco durante la batalla entre administraciones para echarse la culpa por los estragos del Covid-19. No, el Gobierno no incauta tapabocas, como sostiene el secesionismo. La Generalitat de Cataluña las compra, y desde hace años, las reparte una empresa que fundaron altos cargos de la sanidad autonómica y que dista mucho de ser transparente.
En Cataluña reparte las mascarillas una empresa opaca / CG
Logaritme Serveis Logístics AIE es un nombre que pocos conocen. Se trata de una empresa-almacén pública de material hospitalario que fundó el Instituto Catalán de Sanidad (ICS) en 2002. Facturó 17,46 millones de euros el último ejercicio disponible en el Registro Mercantil. La totalidad de los ingresos de esta firma-nave industrial con sede en Sant Sadurní d'Anoia proceden del sector público. Ello no tendría mayor enjundia salvo por un detalle: los rivales aseguran que Logaritme "ha estrangulado" a la competencia, convirtiéndose en el único repartidor de material sanitario y no sanitario a los hospitales públicos.
Silencio del ICS
¿Es así? Este medio ha preguntado directamente al ICS y a Logaritme por sus contratos en los últimos ejercicios, entre otras cuestiones, sin obtener respuesta. Lo factual es que Logaritme se fundó en 2002 en el Hospital Vall d'Hebron, de la mano de altos cargos de la sanidad pública catalana. Participada en un 97,32% por el ICS y el resto, por el Banco de Sangre y Tejidos (BST), la enseña vio la luz con el objetivo de centralizar las compras agregadas de material, incluyendo las polémicas mascarillas. ¿Con qué fin? "Comprar en bloque y, así, conseguir rebajas de precios de los proveedores. Que cada hospital no comprara por su lado, que salía más caro. Y optimizar la logística, con repartos más rápidos", explican fuentes del sector.
La realidad es un poco más compleja. Logaritme no es un almacén que asesora, guarda y reparte lo que pide la sanidad pública catalana. "Nació como agrupación para servir al ICS, pero también a otros hospitales. Se creó como una suerte de pacto tácito entre los centros sanitarios más cercanos a la antigua CiU, agrupados en el ICS, sí, pero también en la Unió Catalana d'Hospitals (UCH), la de los privados; y los independientes, centrados en el Consorci de Salut i Social de Catalunya (CSSC)", explican fuentes del sector. Así nació Logaritme, la logística estrella de la sanidad catalana.
Empresa trufada de puertas giratorias
Todo ello es legal y, aparentemente, intachable. El ICS y hospitales rivales crearon en 2002 una logística única para obtener mejores precios y rapidez en la entrega de material hospitalario, incluyendo las ahora tan buscadas mascarillas contra el Covid-19. Los detalles son más discutibles. "Logaritme se ha convertido en dos cosas. Primero, en una colocadora de directivos. Se atribuye la idea de su creación a Josep Maria Via --uno de los grandes nombres de la sanidad catalana, exsecretario del Govern y exgerente del Hospital del Mar--, sí, como también a José Antonio Lázaro, ex alto cargo del CSSC. Su primer administrador fue Jordi Cussó, que dejó su puesto a Antonio Torres Gutiérrez (2012). A éste le sucedieron un exICS, Vicenç Fenollar (2014), y Enric Cardoner (2016), gerente al que el Instituto destituyó cuatro años atrás ante la amenaza de huelga del sindicato CGT por el deplorable estado de la empresa. Le relevó Albert Tarrats, otro exICS que había dirigido, entre otros, la empresa pública Gestió de Serveis Sanitaris (GSS) en Lleida y CARSA (Clíniques de Catalunya), el antiguo grupo Aliança.
Todo ello es información pública del Registro Mercantil. Pero hay más. "En segundo lugar, lo que chirría no son los vínculos de esta firma con el ICS, pues es una participada suya, sino con Gesaworld", alertan directivos del sector. Gesaworld es una consultora privada fundada, precisamente, por, entre otros, Albert Tarrats, administrador de Logaritme. El despacho buscaba mejorar los procesos de gestión sanitaria. Consiguió expandirse a Suramérica y Estados Unidos antes de suspender pagos en 2017, tal y como avanzó Crónica Global. En Gesaworld, privada, trabajaba el ahora jefe de la empresa que suministra mascarillas al ICS, pero también Montserrat Dolz, coordinadora de Procesos Estratégicos del Servicio Catalán de Sanidad (CatSalut). Su administrador solidario era José Antonio Lázaro, exjefe jurídico del Consorci de Salut i Social y, según las fuentes consultadas, uno de los cerebros de la logística. "Lo que nació como una empresa para agilizar las compras y la logística se ha convertido en un batiburrillo del sector público y privado con puertas giratorias y deficiente control", lamentan directivos de empresas rivales.
Gestión opaca
El deficiente control no es una licencia de este periodista, sino que se acerca, y mucho, a lo que dicen los fiscalizadores de cuentas públicas. En 2005, la Sindicatura de Cuentas ya advirtió de que Logaritme presentaba irregularidades en su gestión [ver informe aquí]. ¿Cuáles? Un total de 22, incluyendo retribuciones a directivos no aprobadas por la asamblea de socios o debidamente justificadas por valor de 342.837 euros; inversiones con dinero del Instituto Catalán de Finanzas (ICF) que no se destinaba a lo anunciado; contratos sin publicidad ni concurrencia; incumplimientos contables y opacidad en la contratación de personal. De hecho, aquellas añagazas que afloró la Sindicatura llegaron a la Fiscalía, que las derivó al Tribunal de Cuentas. Éste inició un procedimiento de reintegro [ver aquí] al considerar que las anomalías podrían suponer "responsabilidad contable".
La trama de las mascarillas no se acaba aquí. Mientras el Govern culpa a Madrid de "interceptar o retener tapabocas" en plena crisis del coronavirus, su operador logístico de abastecimiento sanitario no presenta cuentas a la Sindicatura. El ente que afloró gravísimas irregularidades, anomalías que obligaron a intervenir a la Fiscalía y al Tribunal de Cuentas. Logaritme pasó de presentar su liquidación en 2014, tal y como alertó la propia Sindicatura en su informe 24/2016 [ver nota de prensa aqui]. De hecho, el año pasado, Ciutadans pidió fiscalizar de nuevo a esta empresa opaca [ver propuesta de resolución aquí]. Fue después de que su gerente, Enric Cardoner, se subiera el sueldo un 7,63% hasta alcanzar los 88.170 euros al año en 2018, siendo uno de los incrementos más acusados del sector sanitario público.
Pero, ¿es Logarimte eficaz? "Inicialmente sí. Desde Vall d'Hebron en 2002, creció hasta abarcar todo el ICS en 2006 y siguió sumando socios --el Hospital Clínic Barcelona, el mejor de Cataluña, lo fue desde 2012 a 2019--. Optimizó precios y reparto", admite un competidor. "Ahora es un intermediario más. Fue eficaz cuando había dinero. Pero con la escasez de mascarillas constituye una barrera más que impone sus márgenes, encareciendo el reparto de material y ralentizando su llegada", acusan otras fuentes del sector. "Logaritme pudo ser eficaz, pero la imagen de opacidad que transmite es la de una empresa de exaltos cargos. Mezcla sector público y privado. Y tiene un poder enorme sobre las compras de material de la sanidad catalana, incluyendo las mascarillas, de cuya falta culpa ahora el independentismo al Gobierno", han apostillado las mismas fuentes, haciéndose eco del malestar de médicos, farmacéuticos y el sindicato Catac.