No dimitirá, no se irá, no se pongan estupendos porque resistirá hasta el fin. Está tocado por esa mesiánica y grácil vara del poder y de allí no lo apea ni Dios.

Estamos hablando de la situación de hoy: que su partido esté de porquería hasta la médula no importa, porque en una Cataluña independiente, con su gestión como baluarte, eso sería irrelevante. Él, el gran presidente, sería suficiente para que la democracia que hoy dice que nos falta regresará rauda y veloz.

Escuchar al presidente es un ejercicio cada vez más cansino. Se crece con su peinado y su bote de laca ante la adversidad política. Se sobra, se conjura, se sobrepone. No tiene remedio, quiere seguir a cualquier precio.

Sus acólitos insisten en que sus explicaciones son suficientes, que mientras no tercie sentencia Artur Mas i Gavarró está limpio de polvo y paja. Nadie dice lo contrario. A ningún ser razonable se le ha ocurrido pensar que él, mientras sus conciudadanos fueran objeto de la crisis quizá más severa de la historia, sea beneficiario de una cuenta en el extranjero de la que, inicialmente, no se pagaron impuestos.

No, no van por ahí los tiros. O sí, quien sabe. El asunto es menos, que diría Mas. El tema viene a ser que alguien debe asumir responsabilidades políticas por CDC. Hablamos de un partido a los que los manos limpias de ERC le han entregado el futuro. Una formación a la que los antisistema de la CUP están a punto de concederle el beneficio del liderazgo.

Hombre, Mas tiene un mérito. No sólo por opinar que más es menos. O, dicho de otra manera, por hacernos creer que hablamos de menudencias. Un partido como CDC es apenas una rémora del pasado si de lo que estamos tratando es del futuro.

Mas no se quiere ir. Quiere proseguir. Al presidente en funciones le gustan las funciones. Ni empresa privada, ni Quebec. Le mola el coche oficial, los escoltas y los despachos de gran calibre. Una vez alguien se acostumbra a tal boato resulta difícil, por no decir imposible, que recapacite sobre el papel que ejerce en la política.

Es así. Y dicho esto, una única reflexión: Mas, hoy, es bastante menos.