Ante la competencia de su némesis particular, Carles Puigdemont, el beato Junqueras ha decidido meterse hasta el cuello en la campaña electoral para echarle una mano al Petitó de Pineda, que anda tan poco sobrado de carisma como de estatura.
Malas lenguas insinúan que, ante la posible bofetada electoral que se lleve Aragonès (quien, además, ha medio dicho que si no gana, se va a su casa, aunque yo no me lo acabo de creer porque aquí nunca nadie se va a casa, como no sea de una patada en el culo como la que le propinó en su momento la CUP al Astut), el beato se dispone a tomar abiertamente el poder en ERC, y la verdad es que tiene bastante derecho a intentarlo (no en vano se chupó cuatro años de cárcel por el sainete de octubre del 17).
El único problema que yo le veo a Junqueras como líder es su conducta errática, que lo lleva a decir una cosa un día y la contraria al siguiente, pasando de pactista pragmático a independentista quimérico en un santiamén.
Yo creo que el auténtico Junqueras es el pragmático, y que el quimérico es un personaje para la galería. El beato gusta de invocar la épica y hacerse el loco, pero el que está loco de verdad es Cocomocho (de ahí su éxito entre lo más delirante del movimiento independentista). En esta versión local del tema del traidor y del héroe, a Junqueras le ha tocado el papel del primero y a Puchi el del segundo, aunque su heroísmo resulte un tanto discutible.
Vamos a ver, ¿quién es aquí el más valiente? ¿El que cita a sus secuaces para el lunes siguiente en sus lugares de trabajo y, acto seguido, se mete en el maletero de un coche y se planta en Flandes o el que acude a la cita, observa que le han dado plantón, no se da prestamente a la fuga y se deja detener, juzgar y encarcelar por Cataluña?
Como guarda con la realidad una relación más directa que Puigdemont, Junqueras ha sido acusado de traidor, botifler, colaboracionista con el enemigo, protector de charnegos (su férrea defensa de Gabriel Rufián, a quien envió a estamparse contra las paredes de Santa Coloma en unas elecciones a alcalde) y no sé cuántas cosas más. Y Puchi, que vive en un mundo de luz y de color, no da un palo al agua y salió pitando, dejando en la estacada a sus compañeros de aventurilla, es para sus fans el héroe de la independencia, el hombre que, según sus propias palabras, regresará a Cataluña para culminar el prusés.
Los zumbados de la independencia han decretado que uno que dio la cara y pagó las consecuencias es un traidor, mientras que otro que se dio el piro, dejándolo todo empantanado y eludiendo sus responsabilidades, es un héroe.
Lo que hay que aguantar, pensaría yo si fuera el beato. Quien, harto de soportar insultos, ha optado por involucrarse en la campaña electoral y echarle una mano a Aragonès (que falta le hace, francamente). Ya sé que lo normal sería que dos señores que, en teoría, persiguen el mismo objetivo, la independencia del terruño, colaboraran en vez de estar permanentemente a la greña, pero así funcionan las cosas en Cataluña, donde, al parecer, más importante que la libertad de la patria es la destrucción mutua de los patriotas (que, en realidad, son tan traidores el uno como el otro, que es la teoría de mentes tan privilegiadas como las de Clara Ponsatí o el columnista Enric Vila, para quien todo el que no le da la razón forma parte del gobierno del Vichy catalán).
Insiste Junqueras en un debate entre Puchi y el Petitó, pero yo de él me dejaría de tonterías, relevaría al presidenciable y me pondría a discutir directamente con Cocomocho. De hecho, no hace falta ni que se trate de un duelo dialéctico: con una buena pelea en el barro vamos todos que chutamos, si se logra impedir que Puchi, como tiene por costumbre, salga corriendo.
PD. Noticia bomba: ¡Cocomocho tiene una iniciativa sin ánimo de lucro! Hoy, festividad de Sant Jordi, si se acercan ustedes por las paradas de Junts, les regalarán un librito de nuestro hombre, Retornem-hi, que incluye sus conferencias de Bruselas (9 de noviembre de 2023) y Elna (21 de marzo de 2024). No les puedo asegurar que las escribiera él, ya que hasta sus libros se los redacta su fiel Xevi Xirgo, pero el hecho de que regale algo me parece noticia suficiente.