Pensamiento

Juncker-Rajoy: pareja de conveniencia

21 octubre, 2015 23:19

Llegaron juntos. Al teatro de La Zarzuela. Tres escalones dan acceso al escenario y no se atreven a subirlos. Falta de costumbre. Impedimentos en el camino. Juncker y Rajoy. El presidente de la Comisión Europea y el presidente del Gobierno de España. Para darle un premio de un foro español, no sabe bien por qué. Será por la buenas relaciones. Con el poder, claro. Porque estaban todos. Los cargos institucionales del Partido Popular. Hay que arropar a Juncker. Digo hay que hacerle la pelota, y que venda bien al PP de cara a las elecciones. Que falta hace. Estaban todos. Cospedal, sin saber a quién saludar. Posada y Escudero, ejerciendo el cargo y con los auriculares puestos. De francés, ni el "oui". Duran i Lleida, elegante y dominador del escenario. Cañete, de servil. Villalobos, no conocía a nadie y deambulaba. Se fue. No pintaba nada. Y Juan José Lucas, no se sabe qué hacía allí. Estorbar. Y más. Y más.

No falló Jean-Claude Juncker, que le debe al PP español su poltrona en Bruselas, en echarle un cable a Mariano de cara al 20-D. Con sutileza democristiana

En butacas, la tropa pepera y algunos empresarios de segunda fila. 'El chico nuevo' Maroto y Casado, saludando a todo paseante, aunque fueran azafatas. La prensa, en el gallinero. ¿Y Durao Barroso? "¿Dónde estás Durao?", preguntó Juncker durante su discurso. "Me dijo que vendría, ¿dónde estás?". Y Barroso agitaba su mano derecha para que le viera. Y lo vio. Aunque unos segundos tarde. Barroso estaba en el segundo anfiteatro. ¡En el segundo! Solo. ¡Por Dios! Fallo de protocolo. A alguien se le fue. Rápido se acercaron para que bajase a la zona noble. "No, no", respondió. "Cuando termine, bajo y saludo. Gracias". Olé por Barroso. Bajó Barroso al escenario a fundirse en un abrazo con Juncker. Rajoy miraba incrédulo y con cara enigmática. ¿Pero qué hace éste aquí?, se preguntaba. Viejas cuentas. Pero algo falló en el protocolo.

No falló Jean-Claude Juncker, que le debe al PP español su poltrona en Bruselas, en echarle un cable a Mariano de cara al 20-D. Con sutileza democristiana. "Querido Mariano, hemos hecho un gran trabajo en Europa y tú has hecho un gran trabajo en España... Pero nos quedan años todavía de gran trabajo tanto en España como en Europa...". !Soy europeo porque amo a España... Sin España no hay Europa". ¡Qué cosas se dicen cuando le dan a uno un premio! Si le llegan a dar el Planeta con el cheque adjunto, ¡qué no diría el señor Juncker! Le cede el cargo a Mariano. Eso sí, sólo de la Europa del sur, aunque "no ha llegado el momento de volver a dividirnos!. Gracioso y comedido estuvo el señor Juncker. Poco creíble que lo dijera de corazón cuando, según la prensa inglesa, "es un mentiroso autoproclamado, al que le gusta la bebida". Era por la mañana. Antes del aperitivo, se le supone la inocencia mañanera. Pero a los ingleses no les gusta el tal Juncker.

Y las loas fueron mutuas. Rajoy dice que el presidente la Comisión Europea siempre estuvo a favor de España --no se sabe cuándo-- y que "se han hecho ajustes para defender a los ciudadanos de mayor dificultad". Asombro en la sala. "Hemos protegido a los pensionistas y a los parados". Perplejidad. Y repitió el eslogan de De Guindos de que "se han creado 650.000 puestos de trabajo". Nadie sabe dónde ha sido. Nadie sabe cómo. Y "todo para disfrute de los ciudadanos". Amén. Mariano Rajoy ha perdido la noción de lo que es un ciudadano. Y su lucha de cada día. Quiere ganarlos para su urna. Será que los grandes empresarios no le tienen confianza. Los del Ibex. Ya no creen en él. No había ninguno en la representación teatral de La Zarzuela.