Afectado, como muchos otros usuarios, por el sabotaje que se produjo en las vías del AVE que unen Barcelona con Madrid, e investido por ese carácter curioso y aguerrido de los periodistas, me decidí a investigar cuál había sido la razón que paralizó las comunicaciones ferroviarias de alta velocidad entre las dos capitales, la del Estado y la de un estado (la minúscula no es gratuita) hipotético y virtual en las mentes de algunos.

Mientras revisaba vías, contextos, nombres del pasaje (que estuviera el presidente de Renfe entre los afectados me ayudó bastante en el discernimiento) y existencias de alcohol en las estanterías y frigoríficos de los trenes hubo un detalle que me ayudó mucho en las pesquisas. En este tipo de averiguaciones es necesario que ningún detalle pase inadvertido, como nos enseñan las series televisivas CSI, Bones, Blacklist... Se aprovecha cualquier indicio.

Escuché en una radio al consejero de Territorio del Gobierno catalán. Santi Vila se puso en el primer micrófono que se le aproximó. Rápidamente dijo no entender cómo el AVE (en este caso Renfe y Adif) no tenía previstas soluciones alternativas. Y pensé: ¡Qué razón tiene! Y me dio la clave del caso del sabotaje.

Recordaba aquellas nevadas en Cataluña en las que Artur Mas, hoy presidente en funciones, era conseller en Cap de la Generalitat. Estaba todo tan solucionado, la reacción del gobierno que dirigía había sido tan eficiente que a él incluso le quedó tiempo para irse a bailar a una discoteca del Maresme justo esa misma noche.

También recordé aquellos desafortunados incendios y la excelente coordinación del Govern y sus equipos especializados en la materia. Incluso recordé lo bien que les salió a la Generalitat y los suyos el levantamiento de Spanair y su consolidación como aerolínea catalana. No se me pudo olvidar ninguna de aquellas excelsas actuaciones del Ejecutivo de Mas o de los anteriores de Pujol y pensé: aquí hay conspiración. Claro contubernio, además.

Vila lo intuyó, yo lo corroboro: sólo alguien casposo, retrógrado, ineficiente, antiguo e inútil pudo perpetrar un acto de esas características. Que tomen nota los Mossos d’Esquadra: seguro que fue España. Listo, caso cerrado.