Las entidades financieras y las compañías eléctricas velan armas ante la amenaza de Pedro Sánchez de propinarles impuestos recrecidos en 2023 y 2024.

Los titanes afectados advierten de que interpondrán una ristra de demandas ante lo que consideran un atropello en toda regla.

El Ejecutivo calcula que podría recaudar hasta 7.000 millones adicionales con las flamantes tasas, aunque sobre tales materias suele pecar de optimista y sus previsiones rara vez se cumplen.

El presidente anunció la medida estelar en el reciente debate sobre el estado de la nación. Es sabido que cuando Sánchez siente en el pescuezo algún peligro cierto, acostumbra exhumar los demonios habituales para distraer la atención de los feligreses.

Esos leviatanes no son otros que los “ricos”, la “banca”, las “eléctricas”, y por supuesto los “lobis”. Esta última apelación no deja de encerrar ciertos tintes esotéricos.

Los grupos de presión constituyen un espantajo recurrente del Gobierno, aunque este jamás pone nombres y apellidos a tales especímenes perversos especializados en asolar el país.

Según la sugerente teoría sanchista, España está asediada por unos señores poderosos y malvados, que se dedican con fruición a conspirar contra los ciudadanos para exprimir sus bolsillos.

Ante semejantes asechanzas, el Gobierno socialista-comunista actuaría como una especie de defensor de los pobres al estilo Robin Hood de los bosques.

Unidas Podemos, socio de la coalición, ha ido todavía más lejos. La ministra Ione Belarra, con el respaldo de su partido, propone modificar el Código Penal para imponer penas de cárcel a los directivos que osen repercutir los nuevos impuestos a los consumidores.

La formación morada deviene, así, aventajado émulo del fiscal general de la URSS en los años treinta, el estalinista Andrés Vychinski. Su deporte favorito consistió en cepillarse sin contemplaciones a todos aquellos que consideraba traidores a la causa soviética.

Los jefes de los gigantes empresariales hispanos ya pueden ir poniendo sus barbas a remojar de inmediato, porque una parte del Ejecutivo pretende enviarlos al talego en cuanto se les ocurra incrementar un céntimo el precio de sus tarifas.

Los mandarines de Banco Santander, BBVA, Caixabank, Iberdrola y Endesa son el objetivo de Podemos. Veremos si Pedro Sánchez hace suya la propuesta represora de sus socios.

Vistos los precedentes, el asunto tiene bastantes números para quedar reducido a un mero brindis al sol y desinflarse como tantos otros globos sonda estrambóticos que lanzan día tras día los jerarcas podemitas.

Esto es lo que hay, pues así está montado el divertimento de nuestros amadísimos gobernantes ante la dura coyuntura económica actual. A saber, fuegos artificiales, propaganda a palo seco, palabrería huera y una gestión deplorable.

Los españoles ya preparan las maletas para tomarse unas vacaciones. Descansen y disfruten, porque el otoño próximo se presenta caliente y turbulento. Con Pedro Sánchez y la banda de Unidas Podemos al mando del timón, todo descalabro posible está asegurado.