Cualquier época pasada fue mejor para el millonario David Madí Cendrós, excapitoste de Convergència. Sus actividades como asesor de grandes empresas perduraron largos años, hasta que el personaje perdió su capacidad de influencia.

Durante su paso por la política, fue secretario de Comunicación del Govern y jefe de campaña del inefable Artur Mas en las elecciones autonómicas de 2006.

En 2010 cesó como servidor público debido al escándalo de la manipulación de las encuestas de la Generalitat, que se perpetraba en su oficina de portavoz.

Sin solución de continuidad, entró entonces en una de las puertas giratorias habituales y se pasó con armas y bagajes al mundo de los negocios privados. Con tal fin constituyó dos sociedades. Las bautizó con títulos que son una contundente declaración de intenciones para los futuros clientes: Nubul Consulting e Icat Desenvolupament. Empleaba la primera para cobrar los trabajos más o menos legales, y la segunda, para apaños varios.

Al poco de establecerse, grandes compañías de Madrid contrataron sus servicios como "consultor". Figuran entre ellas Telefónica, la eléctrica Endesa y la auditoría Deloitte, amén de Applus, de inspección de vehículos.

Es ocioso señalar que ninguna de esas corporaciones de la capital necesitaba en absoluto los consejos que pudiera dispensarles un individuo como David Madí. Lo que buscaban en realidad era un amanuense en Cataluña. Les interesaba disponer de algo parecido a un correveidile con acceso directo a las plantas nobles de la Generalitat y de los ayuntamientos de la región. En definitiva, un conseguidor de contratas y otras mamandurrias.

Por desgracia para él, las citadas firmas punteras dejaron de ser sus clientes hace mucho tiempo, al compás de su dramático deslizamiento por el despeñadero de la decadencia.

La puntilla sobrevino en octubre de 2022, cuando se le sentenció a 14 meses de cárcel y una multa de 0,2 millones por delitos de falsedad documental y contra Hacienda. Las indagaciones realizadas a raíz del proceso revelaron que Madí había urdido una trama de facturas falsas. En ella tuvo de compinche a Oriol Carbó, exgerente de TV3.

Su último desempeño destacado fue el de presidente de Aigües de Catalunya, propiedad del magnate valenciano Eugenio Calabuig. Madí ejerció de 2018 hasta 2022. Este año el levantino lo defenestró sin contemplaciones, coincidiendo con la condena a pena de prisión.

Poco se sabe de la cartera actual de clientes de Nubul e Icat, pero a juzgar por las cifras económicas que muestran los estados contables de las dos mercantiles, es palmario que sus labores de "asesor" están bajo mínimos.

Dicho binomio registró unos ingresos de 113.000 euros según los balances de 2022. Tal suma está a años luz de la que alcanzaba mientras Madí lucía en la cresta de la ola como "consultor" imprescindible. Durante esas fases de máximo esplendor llegó a devengar 1,5 millones anuales.

Adicionalmente, las dos instrumentales arrastran fuertes pérdidas de ejercicios anteriores. El aluvión de tinta roja ha revestido tal magnitud que ambas arrojan fondos propios negativos por importe de más de 0,3 millones. Es decir, una y otra se hallan incursas en causa de disolución. Si Madí quiere eludirla, habrá de tomar medidas draconianas. No tendrá más remedio que rascarse el bolsillo e inyectarles fondos frescos para recomponer su deteriorada situación patrimonial.