¿Cómo va a haber unos nuevos Pactos de la Moncloa si en el debate del pasado jueves en el Congreso se volaron todos los puentes entre el PP y el PSOE, según afirmó Pablo Casado? ¿Cómo va a haber unos nuevos Pactos de la Moncloa si ni siquiera partidos, patronales y sindicatos se ponen de acuerdo para instaurar una renta mínima vital provisional en plena pandemia del Covid-19? Las patronales plantaron el viernes al Ministerio de Trabajo por no haber sido informadas sobre la posible negociación del “ingreso mínimo vital puente”, que el Gobierno quiere situar en al menos 500 euros mensuales, y como un gesto para marcar distancias con Unidas Podemos (UP).

La táctica del PP es conocida. Primero su líder, Pablo Casado, lanzó en su intervención en el Congreso un duro ataque al Gobierno de Pedro Sánchez, al que calificó de mentiroso, arrogante e incompetente, dudando de la fiabilidad de las cifras sobre el número de muertos por el coronavirus, criticando el retraso en la adopción de medidas contra la pandemia y anunciando la exigencia en el futuro de responsabilidades por negligencia. Más: acusó a Sánchez de carecer de “autoridad moral” para pedir lealtad y unidad y de “confinar la democracia” y minar los derechos y libertades con operaciones como la que pretende alojar en hoteles a los positivos asintomáticos. Y después de que la portavoz socialista, Adriana Lastra, y el propio Sánchez respondieran a Casado con similar dureza, el presidente del PP dio por rotos los puentes tras dos discursos “plagados de insultos”.

Sin embargo, no había que esperar al pleno para saber que el PP no apoyaría los pactos de “reconstrucción social y económica”, como también se denominan esos supuestos nuevos acuerdos de la Moncloa. Antes ya los había rechazado porque significaban “un cambio de régimen” y porque eran “un señuelo”. En el Congreso, Casado habló de “trampantojo” para que Sánchez se libre de sus responsabilidades en la crisis. En una cosa tenía razón Casado, cuando le preguntó a Sánchez: “¿Cómo puede querer un gran acuerdo si ni siquiera nos llama para acordar los decretos?”. Dejando al margen que la misión del Gobierno es gobernar y no puede consultar todas sus decisiones, es cierto que el punto débil de Sánchez reside en la falta de diálogo con la oposición desde que se declaró la pandemia.

Pero la forma de hacer política del PP cuando está en la oposición viene de lejos. Se ha recordado estos días la terrible jornada parlamentaria de mayo de 2010 cuando José Luis Rodríguez Zapatero dio el giro hacia la austeridad que le exigían la UE y otras instancias internacionales y presentó en el Congreso el decreto para convalidar las duras medidas de ajuste que daban la vuelta como un calcetín a toda su política económica. Fue imposible convencer a Mariano Rajoy para que se abstuviera, el PP votó en contra y el decreto salió adelante por un solo voto con la abstención de algunos grupos minoritarios, entre ellos el de CiU. Año y medio después, con un Zapatero desprestigiado y un Gobierno arrastrado por la crisis económica, Rajoy ganó las elecciones por mayoría absoluta. Todo indica que Casado, que siente el aliento de Vox en el cogote, ha decidido adoptar la misma táctica en espera del fracaso del Gobierno de coalición PSOE-UP.

Casado inició su intervención con la frase “los españoles merecen un Gobierno que no les mienta”, calcada de la que pronunció Alfredo Pérez Rubalcaba tras los trágicos atentados del 11-M de 2004 para denunciar que el Gobierno de José María Aznar estaba engañando a los españoles al atribuir los ataques a ETA cuando ya había suficientes indicios de que habían sido cometidos por un comando yihadista. Rubalcaba fue crucificado durante años por aquella frase, que ahora, paradójicamente, es utilizada por el sucesor de Rajoy para descalificar al sucesor del fallecido secretario general del PSOE.

A lo que no se opuso Casado fue a levantar las medidas más duras del confinamiento –la vuelta al trabajo en la industria y la construcción está prevista para mañana y el martes— porque, como viene repitiendo, el PP está dispuesto a apoyar al Gobierno “para salvar vidas, pero no para arruinar a España”. Sánchez justificó el levantamiento con la extraña afirmación de que ahora los contagios se producen más en los hogares que fuera de ellos, aunque admitió discrepancias entre los científicos, que no han sido consultados. ERC, Junts per Catalunya, Íñigo Errejón, EH Bildu y el BNG están en contra de relajar el confinamiento. El relajamiento volverá a ser un argumento contra “el Estado” de Quim Torra y los medios independentistas, que ya empiezan a difundir que Sánchez privilegia la economía a la vida mientras rechazan la ayuda humanitaria del Ejército y de la Guardia Civil para construir hospitales de campaña o para desinfectar residencias de ancianos.