“El próximo 12 de mayo hay que elegir si lidera el país un presidente de Cataluña –él– o un delegado de la Moncloa –Salvador Illa–” (Pere Aragonès). “Salvador Illa es un delegado del Gobierno de España en Cataluña” (Jordi Turull). “El PSC, ERC y Junts son tres patas del mismo proyecto, el de la ruptura institucional” (Alberto Núñez Feijóo). Se nota que ha empezado la campaña electoral: vuelven las acusaciones de “sucursalismo” y de que el PSC es tan independentista como ERC y Junts.

Salvador Illa es, pues, el centro de todas las dianas. No en vano encabeza todas las encuestas, aunque en las últimas se observa una ligera tendencia a la baja. Hay sondeos en los que el PSC pasa de los 40 diputados y distancia a ERC y a Junts, pero en otros las diferencias son mucho más ajustadas. Lo mismo ocurre en la pugna ERC-Junts. Los republicanos empatan en algunas encuestas con Junts e incluso las hay en las que el partido de Carles Puigdemont adelanta al de Oriol Junqueras.

Toda esta volatilidad obedece a las negociaciones sobre la ley de amnistía, a sus repercusiones en la política catalana –el PSC puede sufrir por este flanco– y a los movimientos contradictorios sobre el posible regreso de Puigdemont. El expresident y su entorno han insinuado que volverá aun a riesgo de ser detenido y encarcelado por poco tiempo, pero no está de más recordar que antes de las elecciones del 2021 –las del 155– también prometió su regreso para asegurar el voto, pero después nunca más se supo.

Ahora, de todas formas, es diferente y no puede descartarse nada hasta que mañana jueves Puigdemont desvele su decisión, que tendrá una gran influencia en el desarrollo y resultado de las elecciones. Amante de los símbolos, la anunciará en Elna, la localidad de la Cataluña francesa en la que se guardaron las urnas del 1-O.

Si Puigdemont decide presentarse, llega a tiempo por la ley de amnistía y vuelve a Cataluña será inevitable que la campaña se centre en el terremoto electoral que puede significar su retorno. Esta decisión influirá en las expectativas del PSC, que podría salir perjudicado, y sobre todo en las de ERC. Con su convocatoria adelantada de las elecciones a cuenta de la falta de presupuestos, el president Aragonès, aunque lo niegue, perseguía también cortar el paso y los plazos legales a Puigdemont.

Pero todos estos movimientos tácticos tendrán que ser, afortunadamente, ratificados o negados por los catalanes en las urnas. ¿Es seguro que los catalanes harían presidente a Puigdemont para continuar con el procés? ¿O se impondrá el cansancio y la sensación de década perdida y los votantes optarán por volver a la tranquilidad y a los pactos transversales? ¿Primarán de nuevo la simbología y las quimeras de la independencia “a tocar” o los catalanes optarán por quien les ofrezca soluciones a problemas cotidianos como la sequía, el desastroso nivel de la educación pública, la crisis de la vivienda o la calidad de los servicios públicos?

En este sentido, en el congreso a la búlgara que acaba de cerrar el PSC –con votaciones del 98%–, Illa lo expresó de otra manera: “Cataluña tiene que volver a las cosas”, en una referencia quizá involuntaria a lo que le decía Ortega a un pueblo tan dado a la filosofía y a los ensueños como el argentino: “Argentinos, a las cosas, a las cosas”.

Esta es la línea que los socialistas catalanes seguirán en su campaña para dar definitivamente carpetazo al intento secesionista que significó el procés. Mientras, ERC y Junts pugnarán por ver quién es el más independentista de los dos y para ello ya han avanzado que ni uno ni otro están dispuestos a gobernar con el PSC. “Illa no será en ningún caso presidente con los votos de Junts”, ha dicho Turull, mientras que Aragonès ha descartado al PSC porque no lo ve capaz de enfrentarse a la Moncloa y no es el partido de Pasqual Maragall. Tanto en Cataluña como en el conjunto de España, el mejor socialista siempre es el socialista retirado de la política.

Pero el desenlace de los pactos y del futuro de la política catalana dependerán del factor Puigdemont. El resultado de Junts, la gran incógnita de estas elecciones, será decisivo aunque no gane las elecciones. Como lo será también si el independentismo conserva o no la mayoría absoluta.