Si en algo coinciden todos los analistas es que el otoño será complicado. Un escenario con una inflación descontrolada, energía escasa y tipos al alza pinta de todo menos halagüeño.

No cabe duda de que una inflación del 10% tiene que verse repercutida en los ingresos de los ciudadanos, pero si lo hacemos de forma desordenada el caos está garantizado y los males se eternizarán. Es imprescindible que en otoño los partidos, no solo el Gobierno, organizaciones sindicales y empresariales firmen un pacto de rentas para gestionar un entorno realmente endiablado.

Las pensiones han de subir, lo mismo que los salarios de los funcionarios y los que marcan los convenios, pero no todos de igual manera ni mucho menos indexados con el IPC. No vale con poner topes artificiales o regalar cheques, subvenciones y paguitas, hay que coger el toro por los cuernos y fijar las reglas de un pacto de rentas que implique a Gobierno, sindicatos y empresarios.

Cuando el Gobierno sigue priorizando la autodeterminación de la identidad sexual, los derechos de las mascotas o el revisionismo de la transición, manda las peores señales a la población porque hoy las prioridades tienen que ser otras. Se tiene que sentar con el principal partido de la oposición y comenzar a hacer política de verdad para diseñar unos presupuestos de 2023 donde el salario de los funcionarios, las pensiones y las prestaciones sociales van a marcar indefectiblemente la negociación de los convenios. Difícilmente se puede defender la moderación salarial si las pensiones y el salario de los funcionarios se indexan al IPC.

La actual mayoría parlamentaria muestra día sí, día también sus contradicciones, la penúltima con el incremento del gasto de defensa. Hay que sentarse en la mesa con quien puede aglutinar a la mayoría real de la sociedad, no jugar con aritméticas variables en cada votación donde se cede hasta la camisa para sacar a flote un decreto ley.

Prorrogar los presupuestos no es una opción, por más que parezca lo más sencillo. El cuadro macro del presupuesto actual no se parece en nada a lo que nos espera para el año que viene. Ni tampoco vale con adelantar las elecciones. PSOE y PP, PP y PSOE, tienen que hacer todo lo posible para conformar el mejor presupuesto para los españoles, no para sus intereses partidarios por más que 2023 sea año trielectoral (ayuntamientos, mayoría de autonomías y generales).

La política lleva un tiempo encajonada en un tuit. Ahora no necesitamos frases ocurrentes ni imágenes impactantes. Necesitamos una reflexión seria para gestionar las carencias de oferta que disparan los precios sabiendo que la subida de tipos ha de ser moderada porque si no la deuda ahogará a familias, empresas y estados. Pocas veces el mundo ha estado en una situación tan compleja porque por el Covid, la guerra y mil razones más hemos pasado de la dictadura de la demanda, lo quiero todo barato e inmediato, a la de la oferta, te venderé lo que me convenga al precio que yo quiera.

Reino Unido ha dado un grandísimo ejemplo al mundo, no todo vale para gobernar. La caída de Boris Johnson es una lección de integridad de todo un sistema democrático. Ojalá gozásemos en España de ese nivel entre los políticos para lograr un pacto de rentas para el próximo trienio, gobierne quien gobierne en 2024.