Elena Osorio: La obsesión de Lope de Vega
Osorio es la inspiración de 'La Dorotea', prendido Lope de las artes de una mujer que demostró personalidad y valentía en un mundo de hombres
22 noviembre, 2020 00:00Lope de Vega nunca olvidaría a Elena Osorio. En los últimos años de su vida, cuando escribió La Dorotea, recreó su relación con aquella mujer (“póstuma de mis musas y por dicha de mí la más querida”) que lo abrasó con la llama del amor en su juventud. Publicada en 1632, con el subtítulo de Acción dramática para eludir la prohibición entonces vigente de imprimir comedias, La Dorotea está inspirada en la tormentosa relación que el poeta mantuvo con Elena Osorio cincuenta años antes. Es muy poco lo que sabemos de la dama en cuestión, pero parece que sus cualidades espirituales no eran inferiores a las corporales. Lope elogia, en La Dorotea, “el brío, la limpieza, la habla, la voz, el ingenio, el danzar, el cantar, el tañer diversos instrumentos” y “todo género de habilidades que me permitía apartar de su lado para tomar lección de danzar, de esgrimir y de las matemáticas, y otras curiosas ciencias”. Como Dorotea, Elena Osorio debía sobresalir en las destrezas y saberes enumerados por Lope, pero sobre todo era una mujer de fuerte personalidad, emprendedora y reconocida socialmente.
Hija del famoso autor de comedias Jerónimo Velázquez y de Inés Osorio, Elena contrajo matrimonio en 1576 con el mercader Cristóbal Calderón, que poco tiempo después emigró a América. En 1583, cuando Lope, a los veintiún años, regresó de la expedición militar enviada a someter la isla Terceira de las Azores a la obediencia de Felipe II, se enamoró rendidamente de ella y le dedicó con el sobrenombre de Filis algunos de sus romances y sonetos más bellos. El marido de Elena, con un océano de por medio, no obstaculizó su relación con Lope. Más bien fue el propio poeta quien al convertir en poema absolutamente transparente todo cuanto entre la pareja ocurría, dio a sus amores una publicidad ponzoñosa para su amada, lo que junto con los celos provocaría la ruptura.
La relación entre Elena Osorio y Lope de Vega / CERVANTES VIRTUAL
Querella contra Lope por injurias
La familia de Elena parece que había tolerado las relaciones mientras Lope componía comedias para Jerónimo Velázquez, y en tanto que no impidiese que ella tuviera otros amantes de más guarnecida bolsa, como el indiano don Bela, de La Dorotea. De todos modos, el apasionado y escandaloso romance se quebró (aunque, si hemos de creer el relato de La Dorotea, Lope siguió disfrutando de los favores de Elena durante algún tiempo), cuando ella suplantó al poeta por don Francisco Perrenot de Granvela, sobrino del cardenal de este nombre, un rival de más alcurnia y dinero. Como fuere, a fines de 1587, corrieron por Madrid feroces libelos y poemas (unos en castellano y otro en latín macarrónico) con los que Lope se vengó de Elena y de la familia Velázquez, a la que culpaba de haber favorecido al nuevo amante: “Una dama se vende a quien la quiera./En almoneda está. ¿Quieren comprarla?/Su padre es quien la vende, que aunque calla/su madre la sirvió de pregonera”.
En enero de 1588 Jerónimo Velázquez se querelló contra Lope por injurias y este fue encarcelado. Durante el proceso, el poeta negó la autoría de los libelos ultrajantes, mientras probablemente continuaba, desde la cárcel, escribiendo vituperios contra los Velázquez y las Osorio hasta que se le requisaron los papeles. En su defensa declaró: “Yo quise bien a Elena Osorio y le di las comedias que hice a su padre, y ganó con ellas de comer, y por cierta pesadumbre que tuve, todas las que he hecho después de la pesadumbre las he dado a Porras, y por esto me sigue; que si yo le diera mis comedias no se querellara de mí». La familia Velázquez acusó también a Lope de chantaje por haber amenazado con enviar al marido de Elena una carta de amor que ella le escribió al poeta y que estaba en poder de Juana de Ribera, una enamorada de Lope dispuesta a colaborar en la extorsión. Finalmente, Lope fue condenado a diez años de destierro de la corte. En 1595, pudo regresar a Madrid gracias a que Jerónimo Velázquez, a instancias de la propia Elena o engatusado con la creciente fama del poeta, le perdonó y solicitó de la Justicia que se le levantara el destierro.
Ambiciosa, valiente y con talento
Aquel mismo año falleció el marido de Elena, Cristóbal Calderón, quien la había nombrado única heredera en su testamento. Ya viuda y olvidada de sus amoríos con Lope, Elena Osorio incrementó su actividad en la gestión de los negocios de su padre al tiempo que administraba los bienes de su hermano Damián, ausente en Cartagena de Indias. Nunca sintió debilidad por las tablas, pero se implicó en las actividades propias de un “autor” o empresario teatral y se movió con soltura en el mundo de los censos, rentas, compraventas y arriendos, sumando ducados y maravedíes hasta constituir un pingüe patrimonio. Poseía varias casas en Madrid, algunas con caballería y cocheras como las de la calle Lavapiés, y otras en las calles del Sordo, la Greda y Santa Isabel. Cobraba por censos vitalicios, rentas anuales de los puertos secos y préstamos a particulares. Ambiciosa, valiente y con talento, pisó con seguridad terrenos reservados habitualmente a los hombres.
Pese a la nutrida galería de mujeres, algunas sobresalientes actrices del momento, con las que Lope compartió su vida (Juana de Guardo, Micaela de Luján, María de Córdoba, Jerónima de Burgos, Marta de Nevares), Elena Osorio nunca se le fue del corazón y dejó una huella obsesiva en sus comedias (Belardo el furioso), novelas cortas (La más prudente venganza), en su poesía épica (La hermosura de Angélica) y en su lírica.
Tanto en La más prudente venganza como en La Dorotea, los amantes despechados propinan unos bofetones a Dorotea cuando esta los sustituye por un indiano rico. Estos castigos de galán al uso bien pudieran ser un tópico literario de resonancias ovidianas frecuente en la literatura de la época, pues la violencia de la escritura no necesariamente es trasunto de la violencia en la vida real. En cualquier caso, Elena Osorio causó una herida narcisista en el Fénix de los Ingenios que nunca pudo cerrar, ni en sus escritos. Y, sin embargo, son muchas las mujeres de las comedias de Lope que se saltan las imposiciones sociales para conseguir sus objetivos, igual que los hombres. Igual que Elena Osorio.
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