El abogado de Carles Puigdemont, Gonzalo Boye

El abogado de Carles Puigdemont, Gonzalo Boye EUROPA PRESS

Pensamiento

Gonzalo Boye

23 junio, 2024 00:00

Lo que hay que hacer para comer

Ese delincuente disfrazado de leguleyo que atiende por Gonzalo Boye acaba de tener otra de sus ideas brillantes: denunciar por prevaricación (y no cualquier prevaricación, sino prevaricación psicodélica, que, francamente, no sé lo que es) al juez Joaquín Aguirre, que anda encima de Carles Puigdemont y sus secuaces del sainete de octubre del 17 por presunta alta traición y malversación de capitales. Según Boye, lo de Aguirre es un delirio, pues es de los que sostiene la teoría de que la trama rusa (el caso Volhov, para ser precisos) no fue más que unas cuantas conversaciones de café entre los
cerebros del procesismo y algunos rusos sin mucha importancia. Aguirre no piensa lo mismo y cree que hay pruebas (léase grabaciones) que demuestran que los contactos del lazismo con amiguetes de Vladimir Vladimirovich Putin iban bastante en serio, por ridículos que nos parecieran a muchos en su momento y ahora mismo.

La cuerda de presos a la que aspira el juez Aguirre incluye, además de al ínclito Puchi, al embargado permanente Artur Mas (¡contigo empezó el desastre, maldito cantamañanas!), al quimérico Víctor Terradellas (sujeto entre cómico y siniestro), al periodista Carles Porta (cuyos programas de crímenes reales pueden verse en TV3 y en Movistar), al secretario de "Cocomocho", Josep Lluís Alay (éste está en todas las conspiraciones habidas y por haber) y al propio Boye, encargado de eso que los franceses llaman baisses besognes, dada la comodidad con la que siempre se ha movido en entornos criminales, desde ETA hasta el narcotráfico) . La alta traición es una acusación muy seria que, unida a la posible malversación de dinero europeo, puede complicarle bastante la vida a Puigdemont y a su partido (que, para más inri, firmó lo que no debía con Pedro Sánchez: promover el referéndum de independencia únicamente con una mayoría parlamentaria catalana con la que ahora no cuentan nuestros inefables lazis). La táctica de Boye consiste en hacer quedar a Aguirre como un fascista irredento que intenta llevarse la amnistía por delante. De paso, con esa actitud supuestamente digna, aspira a que nos olvidemos de que está pendiente de juicio por su presunta colaboración con el narco gallego Sito Miñanco.

Los momentos de gloria de Gonzalo Boye han quedado atrás y ahora le toca pringar, por mucho que crea que la mejor defensa es un buen ataque. Duro con él, estimado juez Aguirre, y con el resto de su pandilla basura.