No es el monasterio más bonito de Cataluña, pero sí el más importante: está en Tarragona y es Patrimonio de la UNESCO
Este monumento arquitectónico, ubicado en la Conca de Barberá, es uno de los grandes reclamos en Cataluña y no pasa desapercibido en el resto de España
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Cataluña es sinónimo de riqueza cultural y, sobre todo, arquitectónica. Y, cómo no, los monasterios son una parte muy importante de la historia del territorio. No son más que construcciones de una belleza particular, que se aprecia tanto en su diseño arquitectónico como en el entorno natural y su función espiritual. Suelen levantarse en lugares remotos, como montañas o valles apartados, y se funden con el paisaje, creando una atmósfera de paz y recogimiento. Muros de piedra, claustros en silencio y capillas decoradas con vitrales, todo ello desprende una simplicidad que, a la vez, resulta profundamente conmovedora.
Los detalles artísticos que los adornan, como las esculturas y manuscritos, reflejan la dedicación humana por representar lo sagrado a través del arte. Pero la verdadera esencia de los monasterios no radica en sus elementos decorativos, sino en la vida interior y en el propósito espiritual que albergan. Son lugares dedicados a la oración y la reflexión, donde reina una tranquilidad que ha perdurado a lo largo de los siglos.
Este es el monasterio catalán Patrimonio de la Humanidad
El Monasterio de Santa María de Poblet, o simplemente Poblet, es un ejemplo emblemático de la arquitectura cisterciense en España. Ubicado en la comarca de la Conca de Barberà, en el municipio de Vimbodí y Poblet, Tarragona, representa fielmente este estilo monástico.
Fue el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, quien en el año 1149 encargó la construcción del primer cenobio, cediéndolo a los monjes bernardos de la abadía de Fontfroide. Con el tiempo, este lugar se convertiría en el panteón real de la Corona de Aragón desde finales del siglo XIV hasta el fin de la dinastía en el XV.
Esta es la historia de la construcción de Tarragona
El monasterio de Poblet vivió su época de mayor esplendor en el siglo XIV, pero entró en declive en 1835, como resultado de la desamortización de Mendizábal. En 1930 se inició su restauración, y en 1935 la iglesia pudo volver a dedicarse al culto. En 1940, algunos monjes regresaron para reactivar la vida monástica en el lugar. Hoy día, algunas áreas están restringidas a visitantes, ya que son espacios de clausura para los monjes cistercienses que residen en Poblet.
En 1991, la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad, junto a otros monasterios de España como Guadalupe, El Escorial y San Millán de Yuso y Suso, reconociendo su valor histórico y cultural.
La edificación de este monasterio comenzó alrededor de 1163, aproximadamente diez años después de su fundación. Ese año, Arnau de Bordells hizo una donación importante para construirlo en piedra, y Ramón de Cervera, señor de Espluga Jussana, autorizó a los monjes a extraer materiales del área para levantar el conjunto monástico.
Los monasterios cistercienses se ubicaban cuidadosamente, priorizando la cercanía a una fuente de agua para abastecerse a través de canales internos. Durante la fundación, se construían espacios temporales para la vida comunitaria hasta que el edificio definitivo estaba listo, proceso que a veces tomaba entre diez y veinte años. También era frecuente aprovechar estructuras previas como base para el monasterio.
Así ha evolucionado la arquitectura del monasterio
En la fase de construcción en piedra, se erigía primero una pequeña capilla que solía usarse como enfermería, y en el caso de Poblet, esta incluía un pequeño claustro conocido como “claustrillo de San Esteban” o “de la Enfermería,” en honor al santo de la capilla. Con el tiempo, esta capilla se convirtió en funeraria y sigue siendo el núcleo original de la construcción, que data del siglo XII.
Mientras los monjes ocupaban este espacio inicial, se construía la iglesia definitiva entre 1162 y 1196, y para 1200 se había terminado el muro norte, en contacto con el lado sur del claustro. Posteriormente, se añadieron la sala capitular, que fue renovada después, la sacristía original, el locutorio y el dormitorio en el piso superior. En el siglo XIII, las ampliaciones continuaron, como se documenta en diversos registros de donaciones y testamentos.
Entre 1225 y 1234, hay registros sobre la construcción del refectorio de conversos, y un documento de 1243 menciona las obras en el dormitorio. Para mediados del siglo XIII, al menos tres lados del claustro ya estaban completos. Donaciones de 1249 y 1250 confirman trabajos en la nueva sala capitular y la ornamentación de la sacristía y dormitorio nuevos, destinados a reemplazar las áreas antiguas.
En el siglo XIV se realizaron más obras, como el atrio del obispo Copons, la bodega, y el dormitorio para monjes jubilados. A finales de este siglo, se añadió el palacio del rey Martín el Humano. Entre 1789 y 1792 se construyó la sacristía nueva, adosada al muro sur de la iglesia y ocupando una parte de la muralla.