Estoy llegando a la conclusión de que la política catalana aburre por igual a independentistas y constitucionalistas. Hasta hace poco, creía que lo que a mí me causaba un tedio descomunal era motivo de alborozo para los lazis, pero ya no estoy tan seguro. Fijémonos en el peasso de gobiernillo que nos están preparando y preguntémonos a quién puede satisfacer semejante engendro. Como de izquierda solo tiene su primera inicial, Esquerra Republicana de Catalunya (¿por qué no Meapilas Rurales de Cataluña?) se dispone a volver a encamarse con los de JxCat, aunque se han tirado los últimos años a la greña. Por si estos se resisten --hay quien dice que aspiran a una repetición de elecciones para recuperar los votos que les sopló lo que queda del PDECat--, el niño barbudo (Pere Aragonès) choca el codo con la monja canosa y millonetis (Dolors Sabater) y, para tenerla contenta, le dice que sí, que organizará otro referéndum de independencia y que, vale, sustituirá las porras de la Brimo por plumeros multicolores. Si no hay manera de repetir las elecciones, Junts x Puchi se sumará al gobiernillo del niño peludo y la monja rebotada porque hay mucha gente que alimentar y tampoco es cuestión de que se interrumpa bruscamente el flujo de monises hacia Waterloo. ¡Y ya tendremos govern! Qué alegría, ¿verdad? Cuatro años más de broncas con el perverso estado español, algún nanosatélite más (parece que a 15 millones de euros la unidad, nos lo podemos permitir), bravuconadas a granel y ni un paso efectivo hacia la independencia, (y mira que a este paso el pobre Lluís Llach no la va a ver, que ya está mayor).

Semejante gobiernillo nos da un asco tremendo a los botiflers, pero tampoco creo que haga muy felices a los patriotas de piedra picada, exceptuando los que pillen cacho con él. Unos y otros sabemos que la independencia ni está ni se la espera y que a lo máximo que pueden aspirar los lazis es a un remake de la charlotada del 1 de octubre de 2017. ¿Referéndum al canto?: prohibición inmediata. ¿Que lo tiran para adelante y salga el sol por Antequera?: viejas aporreadas y políticos detenidos, juzgados y enviados al trullo, donde podrán heredar las celdas de sus predecesores, a los que ya les habrá caído el indulto o, por lo menos, se estarán beneficiando del tercer grado. Es todo más previsible que la inhabilitación de Laura Borràs por (presuntas) corruptelas en beneficio de su amigo Isaías, el de los trapis.

Al aburrimiento general se suma Ada Colau y la Barcelona churrosa que está fabricando con la petulancia que la caracteriza mientras su partido funciona como agencia de colocación y ejemplo de nepotismo (incluyendo el reparto de dinero entre los amigos). Con la vieja izquierda (el PSC) vivimos unos años en que los barceloneses pudimos hacernos la ilusión de que ejercíamos de contrapeso del pre lazismo pujolista, pero con la nueva (que es más bien rancia y viejuna), ni oposición al fanatismo rural ni cosmopolitismo ni nada de nada: cuatro súper illes de mierda y la calle para correr.

Se supone que somos una nación milenaria (aunque sin estado), pero en la práctica somos uno de los paisitos más aburridos de occidente y vamos a acabar como Islandia, ese país en el que, según el personaje de una película de Baltasar Kormakur, solo viven los que ya nacieron allí. Muerto el prusés, debería ser posible una política que no consistiera en alargar la agonía procesista, pero, de momento, no lo es. ¿Otro referéndum? Ya sabemos cómo terminará. ¿Los plumeros de la Brimo? Se los acabarán metiendo por el trasero a las chicas de la CUP. Este remake del clásico de Fernán Gómez El viaje a ninguna parte, no tiene puñetera gracia. Para nadie.

 

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