Tomàs Molina, estrella (meteorológica) de TV3 da el salto a la política de la mano de ERC y se presenta como número dos de ese partido a las próximas elecciones europeas. Su intención, según ha dicho, es combatir el calentamiento global desde su escaño y, ya puestos, hacer algo para evitar que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres más pobres. Nobles iniciativas, sí señor, aunque no estoy muy seguro de que formen parte de las prioridades de ERC, que, como todo partido nacionalista que se precie, suele ir al Parlamento Europeo a dar la chapa con sus manías identitarias y a vaciarlo cada vez que alguno de sus miembros más cansinos toma la palabra (aunque hay que reconocer que, para eso, Puchi y sus secuaces de Junts se pintan solos y brillan con luz propia).

Como James Stewart en el clásico de Frank Capra Mr. Smith goes to Washington (Caballero sin espada, 1939, aunque no estrenada en España hasta 1949), Tomàs Molina (Badalona, 1963) se va a Europa a poner orden, pero espero que no le suceda lo mismo que a su colega Alfred Rodríguez Picó, que acabó hasta el copete de que lo pararan por la calle para preguntarle qué tiempo haría el fin de semana y a punto estuvo de meterse a monje trapense. Y es que, en cuanto corra la voz por el Parlamento Europeo de que ha llegado un meteorólogo de raza (¡un genuino enfermo del clima!), no sería de extrañar que empezara a recibir indeseadas consultas de colegas interesados en saber si era seguro abandonar la ciudad ese fin de semana para irse a su segunda residencia campestre.

Tomàs Molina tiene algo de aquellos carcamales que solían aparecer en El foraster sentados en un banco, apoyados en el bastón y con la boina calada y a los que el inefable Quim Masferrer presentaba como “el hombre que más sabe del clima en todo el pueblo”, produciéndose escenas parecidas a esta:

- Quim Masferrer (a partir de ahora QM): “Hola, Papitu, ¿tú crees que mañana lloverá o no?”.

- Meteorólogo Rural (a partir de ahora MR): “Pues yo creo que sí, que lloverá a cántaros”.

- QM: “¿Y en qué te basas, Papitu?”

- MR: “En que me pica un huevo, método científico que no me ha fallado nunca”

(Hilaridad incontenible de QM mientras MR se mantiene impasible y parece pensar en cuándo le dejará en paz ese pelmazo).


La candidatura de Molina no le ha sentado bien a todo el mundo. Véase el caso de Jordi Solé, parlamentario europeo de ERC y actual número dos del partido en el exterior quien, tras sustituir disciplinadamente a titanes de la política catalana como el beato Junqueras y el Tete Maragall, se encuentra con que le dan su plaza al hombre del tiempo de TV3. Esta vez se ha saltado la disciplina de partido y ha publicado un tuit en el que se muestra francamente decepcionado por el fichaje del meteorólogo. Y el señor Solé no es el único damnificado por el paso de Molina a la política. Hay más. Sin ir más lejos, yo mismo.

No suelo ver TV3, pero pillo (a veces) un Telenoticies como tarea de investigación, para ver cómo han conseguido retorcer de tal manera las noticias para que siempre beneficien al Régimen (ejemplar, en ese sentido, su interpretación del informe de la Comisión de Peticiones de la Eurocámara sobre los idiomas en la escuela catalana: la Comisión de marras dijo que a ver si se equiparaban castellano y catalán y en TV3 interpretaron que se había manifestado a favor de la inmersión lingüística en catalán).

Mi parte favorita del TN es la información meteorológica, pero sólo si se encarga de ella Tomàs Molina. Nunca he visto a un creyente de la meteorología como él, que a ratos parece un telepredicador americano que hubiese sustituido al Señor por el clima. Nadie como Molina para hablar, emocionado, a veces conmovido, de boires, boirines y calamarsades. Es tal su entusiasmo que a menudo se le escapan sonrisas de orate ante el diluvio que se nos viene encima y que, probablemente, nos merecemos. Los demás meteorólogos de la casa se limitan a comentar el tiempo que se supone que va a hacer. Molina va más allá de tan rutinaria aproximación climática para vivir la meteorología en directo, poniéndole una pasión al asunto que, a mí, personalmente, me resulta enternecedora. Si hay en Cataluña un true believer climático, ese es, sin ningún género de duda, el ínclito Tomàs Molina.

Jordi Solé puede estar cabreado porque le envían a alguien para que le haga sombra. Yo lo estoy (dentro de un orden) porque me abandona un showman climático de campanillas, alguien que ha sabido aplicar durante años un fervor religioso al frío, al calor, a las precipitaciones y a cualquier fenómeno relacionado con el clima. Me había acostumbrado (y esperaba con ansia) sus latiguillos favoritos, como el recurso a “los vientos ábregos o llovedores” o su insistencia en el refrán “Quan al sol hi han pastetes, al cel hi han cabretes” (o algo parecido). En Cataluña (y puede que en toda España) hay un antes y un después de Tomàs Molina en la meteorología, que no va a ser lo mismo a partir de ahora en TV3 (de hecho, era lo único que se podía ver sin que te diera el parraque).

Yo ya entiendo que el hombre se sienta llamado a misiones más trascendentales para Europa pero, como espectador esporádico del principal aparato de agit prop del Régimen, lo voy a echar de menos: junto al Steve Martin de L.A. Story, Molina ha sido mi weatherman favorito de todos los tiempos