El badalonés José Elías Navarro no pasa por su mejor momento. Uno de sus múltiples negocios está muy dañado. Se trata del grupo sevillano Ezentis (ex Radiotrónica), cuyas acciones cotizan en la bolsa. Se dedica a la instalación y mantenimiento de infraestructuras de telecomunicaciones, energéticas e ingeniería. Sus plantillas albergan nada menos que 9.000 trabajadores.

Pues bien, meses atrás Ezentis hubo de reformular las cuentas auditadas de 2020, porque no cuadraban ni a martillazos. Esa drástica medida vino acompañada de la salida fulminante del director general y de parte de su equipo, a quienes se dio el cese sin contemplaciones. Además, se anunció la interposición de demandas contra el anterior preboste del consorcio, por estimar lesiva su gestión.

Tras ese primer aldabonazo, los estados contables de 2021 arrojan una ascensión meteórica de las pérdidas, que pasan de 43 a 144 millones. Tamaño descubierto ha ocasionado un agujero descomunal en los fondos propios, que ahora se cifran en 163 millones negativos. Dado que el endeudamiento bancario asciende a 150 millones, dicho queda que la situación patrimonial de la casa entraña todos los ingredientes de un fallido en potencia.

Los socios, comenzando por José Elías, podrían haberse rascado el bolsillo a fin de inyectar fondos frescos y salvar el escollo. Pero optaron por el camino más cómodo. Este no es otro que implorar ayuda urgente al organismo gubernamental Sepi. Le pidieron una módica transfusión de 70 millones. Pero el tiempo se ha acabado. La Sepi comunicó el viernes que rechaza el rescate. Ezentis ha quedado colgada de la brocha. Su futuro no puede ser más incierto. Cualquier desenlace es posible, incluida la visita al juzgado.

En resumen, Elías y sus adláteres de Ezentis pretendían endosar el muerto de la corporación a la masa de los contribuyentes españoles. Siguen así una costumbre que ha menudeado por nuestro país durante los últimos tiempos, a raíz del estallido de la pandemia.

Elías es el principal accionista de Ezentis, con el 28% del capital. Por este paquete desembolsó 40 millones. Tras la debacle, ahora vale menos de la mitad.

El emprendedor barcelonés es amante de los coches de superlujo, de los helicópteros y vive a cuerpo de rey. Articula las inversiones por medio de su sociedad personal Excelsior Times, domiciliada en Badalona. Bajo ese paraguas se guarecen diversas compañías. Entre ellas figura Audax, un pequeño gigante de las energías renovables que promueve ambiciosas iniciativas en parques fotovoltaicos.

Otra es Atrys Health, de prevención de riesgos laborales y telemedicina. Y una tercera es la cadena de tiendas de congelados La Sirena, que ha transitado por un auténtico calvario de quebrantos. Las perspectivas de esta última son cualquier cosa menos desahogadas. De hecho, está negociando con la banca la refinanciación de su pasivo, por la sencilla razón de que carece de capacidad para hacer frente a los reembolsos.

Audax, Ezentis y también Atrys cotizan en las bolsas de valores. Por tanto, cada día se someten al escrutinio de los mercados, que dictan su fallo inapelable. ¿Y cuál es el veredicto? Pues no muy benigno. Así, Audax se deja en la cuneta el último año un 43%. Ezentis acumula en el mismo periodo un desplome del 68%. Y Atrys cae un 28%.

José Elías cubre muchos frentes a la vez. Suele ocurrir, con harta frecuencia, que quien mucho abarca poco aprieta. Quizá alguno de los entramados que almacena en su emporio padece gangrena y convendría soltar lastre.

Elías fue antaño una estrella emergente del firmamento económico hispano. Pero hoy su brillo se ha oscurecido de forma ostensible.