Hace meses que suena la posible fusión entre el otrora poderoso Deutsche Bank y Commerzbank. Son dos de los principales bancos en Alemania y se fusionarían para mejorar su fortaleza, exactamente lo mismo que ocurrió en España en el fragor de la crisis. No es una fusión más, es la evidencia que el sistema financiero alemán no está bien.

Estas dos entidades son la punta de un iceberg que no pinta muy bien. Alemania logró que la mayoría de su sistema financiero quedase fuera del escrutinio de los stress test de la EBA justamente por lo pequeñas que son sus entidades locales. La intervención de nuestro sistema por la troika forzó una restructuración sectorial sin precedentes y solo quedan fuera del escrutinio europeo Caja Pollensa y Caja Ontinyent, además de las cajas rurales y cooperativas. En Alemania perviven más de 400 entidades similares a las cajas de ahorro y cooperativas. A lo mejor esa diferencia de criterio también tiene algo que ver con el peso de Alemania en el BCE y, en general, en todas las instituciones europeas y, lo que es más importante, en su presupuesto.

Deutsche y Commerzbank llegan a esta fusión tremendamente debilitados. Su valor en bolsa no llega al 30% de su valor en libros, es decir, valen un 30% de su teórico valor de liquidación al que se llegaría pagando con su activo lo que recoge su pasivo. Este valor, bajísimo, refleja la tremenda desconfianza del mercado sobre su futuro y, también, sobre la calidad de sus activos. Los mejores bancos del mundo presentan esta ratio algo superior al 200%. En España, Bankinter es líder destacado con un 170% y nuestros bancos globales cotizan al 90%. Bankinter tiene un tamaño levemente superior al 5% de Deutsche Bank pero su valor es casi un 40% de lo que dicen que vale el banco alemán.

Deutsche Bank ha sido el banco industrial de la nación industrial por excelencia, ha sido accionista de media Alemania y sin duda ha contribuido a su esplendor económico. Pero diferentes cambios de estrategia le han llevado a una situación realmente mala. Ha intentado ser un banco de inversión, y le han multado varias veces por mala praxis, se ha desprendido de su actividad retail, pero simultáneamente ha comprado la banca postal de su país, para luego venderla. Y, sobre todo, ha invertido mal, asumiendo riesgos que le han hecho perder mucho dinero.

A lo largo de la crisis parecía que algún banco extranjero podría adquirir un banco español. No fue así. Ahora una operación al revés sería totalmente posible, pues el tamaño, la capitalización y la solvencia de los principales bancos españoles lo permitiría. Tal vez sea el momento de liberarse de complejos y salir de compras por Europa, porque los bancos alemanes no son los únicos bancos europeos con problemas.

Se sigue hablando de concentración bancaria desde el BCE y sin duda algún movimiento adicional puede tener sentido en España. Pero no podemos olvidar que nuestros cinco principales bancos controlan más del 70% del negocio bancario en España, y aunque Holanda, Grecia o Letonia tienen un sistema financiero aún más concertado, no hay que olvidar que los cinco primeros bancos de Francia, Italia y Alemania controlan solo entre un 30% y un 45%. Tal vez la banca española, o mejor dicho quienes han sobrevivido a su restructuración, no lo han hecho tan mal como de vez en cuando nos quieren hacer creer. Ojalá toda la banca europea alcance algún día el nivel de la banca española.