Pensamiento

Angela Davis y las cárceles

7 junio, 2016 00:00

El único progreso verdadero en los individuos y en los pueblos pasa por la mejora de su condición personal. ¿En qué consiste ésta? Yo diría que básicamente en saberse persona y en tratar a los seres humanos como personas, con todo lo que ello implica. "Ser persona es poder ser más", definió Julián Marías. Este es el compromiso: no hacer peores a los demás, sino mejores.

Acabo de leer un libro de una autora que nunca antes había leído, tiene más de setenta años de edad y, desde 1968, fue un símbolo del poder negro norteamericano. John Lennon, Pablo Milanés y los Rolling Stones le dedicaron canciones. El pasado mes de febrero esta activa comunista quiso visitar a Otegi en la cárcel de Logroño, poco antes de que concluyera su condena por militar en la banda etarra y reorganizarla, pero no le fue permitido. Me parece deplorable su solidaridad con él, con la consiguiente invisibilidad de las víctimas del terrorismo y el fraude de considerarlo un preso político. Todo esto, sin embargo, no ha sido óbice para que leyera su Democracia de la abolición (Trotta) con la debida atención y esperando encontrar cosas de provecho. Y las he encontrado.

Comparto la preocupación de Angela Davis por que las prisiones puedan ser una manera de hacer desaparecer de la vista a gente con la falsa esperanza de que así desaparezcan los problemas sociales que ahí subyacen

Comparto la preocupación de Angela Davis por que las prisiones puedan ser una manera de hacer desaparecer de la vista a gente con la falsa esperanza de que así desaparezcan los problemas sociales que ahí subyacen. En los Estados Unidos, nos dice, el número de enfermos mentales que hay en presidio es el doble del que hay en el conjunto de hospitales de la Unión. ¿Cómo distinguir entre delincuentes y enfermos mentales, o entre delincuentes y 'humillados y ofendidos'?

Nunca hay que dejar de hacerse preguntas. ¿Hay políticas de prevención eficaces? ¿En qué consisten? ¿Se ponen en marcha? ¿Por qué? Angela Davis afirma que "la ley no se preocupa de si el individuo tuvo acceso a una buena educación o no, o de si él o ella viven bajo condiciones empobrecidas porque las empresas en sus comunidades han cerrado o se han trasladado a países del Tercer Mundo, o de si las ayudas de la asistencia social a las que antes podían acceder han desaparecido". Y destaca que en California casi dos tercios de las actuales cárceles datan de los años ochenta y noventa. Con la privatización de cárceles se ha formado un complejo industrial-penitenciario, un negocio. La autora subraya que, de este modo, con la implicación de empresas en el castigo social, "el supuesto objetivo de la rehabilitación se ha visto en gran medida desplazado por el objetivo mayor del encarcelamiento".

¿Reforma penitenciaria o abolir la institución? Veo absolutamente indeseable privatizar las cárceles, pero también su abolición. La ideologizada Davis podrá mirar a otro lado, pero sabe que esta supresión no ocurre en los países que combaten lo que ella llama "democracia burguesa", tampoco las penas de muerte; Angela Davis considera que estas son algo semejante a una "vuelta al racismo reprimido de la esclavitud". Yo entiendo que el monopolio de la represión no debe desaparecer, bajo ningún concepto, de las manos del Estado de derecho, como garante de justicia y de respeto a la dignidad humana. Davis ve las prisiones como instituciones racistas y hace un paralelismo entre cárcel y esclavitud. Denuncia los abusos sexuales a los que se somete a una mayoría de presas en Estados Unidos, donde hay trabajos de servidumbre penal y donde el etiquetaje de los seres humanos como criminales recae con dimensión racista y sexista sobre los 'desviados'.

En cualquier caso, hay hechos indiscutibles y preocupantes por su opacidad e impunidad legal, como la prisión iraquí de Abu Ghraib o la de Guantánamo. Torturas físicas y mentales ante las que no se puede ser bizco.