Cuando escribí el artículo de la semana pasada, los recortes veraniegos en la sanidad catalana tenían que afectar solamente a los Centros de Asistencia Primaria. Siete días más tarde, ya se sabe que hospitales como Vall d’Hebron y Bellvitge, en Barcelona, y otros como el Trueta, en Gerona, se verán obligados a cerrar camas y quirófanos, por la misma falta de dinero y de personal. Quienes critican estas nimiedades ignoran que a los catalanes estas cosas nos dan lo mismo, que lo que nos importa es que los profesionales de la salud hablen perfectamente catalán. Lo sabe bien el Govern, por eso no solo destina a la promoción de la lengua unos millones que de otra forma irían a parar a los hospitales -menudo derroche inútil-, sino que exige a los profesionales de la salud pública que acrediten el nivel C1 de catalán si aspiran a plaza fija. Lo importante es ser atendido en catalán, lo demás son minucias. Imagine que va usted al hospital y después de estar unas horas esperando para ser atendido, cuando le llega el turno, un amable doctor se le dirige de esta manera:

-Lo siento, hemos tenido que cerrar los quirófanos y no podremos operarle. Además, tampoco tenemos camas disponibles. Váyase a casa y ya le llamaremos un día de esos para que venga. Con suerte, estará usted vivo todavía.

Lógicamente, usted se enfadará. Después de haber cotizado durante treinta años, espera otro trato por parte de la administración. En cambio, si el galeno que le ha tocado en suerte, le dice esto:

-Em sap greu, hem hagut de tancar els quiròfans i no el podrem operar. A més a més, tampoc tenim llits disponibles. Vagi-se’n a casa i ja li trucarem un dia d’aquests perquè vingui. Amb sort, encara estarà viu.

Eso es otra cosa. Así da gusto. Uno se va a casa con la satisfacción que da saber que en Cataluña las cosas funcionan, que la Generalitat está a lo que hay que estar. ¿De qué sirve un hospital que funcione en su totalidad, con todos los quirófanos a pleno rendimiento y camas libres para quienes las necesiten, si el doctor que le atiende a uno pronuncia fémur, con acento cerrado, en lugar de fèmur, con acento abierto, que es como se pronuncia en catalán? Dan hasta ganas de romperse otro hueso, a ver si así aprenden. Da igual que aquí nos falte personal para cubrir los hospitales. Si enfermeros y médicos de toda España y Sudamérica no saben catalán, que no vengan a ejercer a Cataluña, preferimos sufrir, incluso morir, antes que oírlos hablar en su lengua.

Que le digan a uno que no podrán atenderle en el hospital, pero que se lo digan en catalán, es una enorme satisfacción. No digamos si el paciente muere por falta de atención y se le notifica a la familia el fallecimiento en una perfecta lengua catalana: “el seu pare ha mort”. Eso ha de ser el no va más de la alegría. Pero la euforia puede ser aún mayor, a poco que al doctor le guste explayarse, puesto que no todo ha de ser la lengua.

-No es preocupi. Quan estigui a casa, patint per aquests dolors que no li podem solucionar perquè no tenim prou mitjans, pensi que gràcies als diners que estalviem en sanitat, s’acaben d’obrir delegacions catalanes a Tòquio, a Lima i a Maputo, aquesta darrera ni tan sols sé on cau, per cert.

Orgullo de ser catalán. Ante palabras como estas, uno no puede sino abrazar al doctor para llorar en su hombro, pero no lágrimas de tristeza, sino de satisfacción y alegría. Moriremos jóvenes, pero lo haremos escuchando nuestra hermosa lengua y sabiendo que, gracias a nuestro sacrificio, en otros confines del mundo ondea la senyera.