lvaro-mutis_9_720x381

lvaro-mutis_9_720x381

Letras

Las navegaciones de Álvaro Mutis

La obra del escritor colombiano, que cultivó la poesía y la narrativa, estableciendo vínculos entre ambos géneros, continúa enrolando lectores en su tripulación cien años después de su nacimiento

22 mayo, 2023 16:59

Hace cien años nacía en Colombia Álvaro Mutis, que pasó la mayor parte de su vida en México (como sus últimas décadas su paisano Gabriel García Márquez) y que numerosas veces visitó España, su tercera patria, de donde procedía la rama de su familia que ostenta su apellido y que está ilustremente representada por el botánico José Celestino Mutis, matizador atento de lo que a bulto, como título de García Márquez, podríamos llamar La hojarasca, la vegetación.

Avaro de su obra, poca fronda sin embargo hay en Mutis, autor de una obra más bien breve como contagiada del laconismo de Juan Rulfo. De hecho, el autor de Cien años de soledad leyó Pedro Páramo gracias a que Mutis le urgió a ello –“para que aprenda”–, uniendo así la invención de Comala a la de Macondo, territorios de palabras. Si no es copiosa su producción poética, tampoco es abundante la novelística, una y otra acogidas al nombre del misterioso y fascinante protagonista que las inspira, un aventurero llamado Maqroll el Gaviero que a los lectores del personaje de cómic Corto Maltés, de Hugo Pratt, resultará familiar (aunque Maqroll es anterior, al menos en su nacimiento poético).

En el caso de las novelas, además, cabe hablar de un escritor tardío, ya sesentón, que además despacha el trámite de escribir en el plazo aproximado de un lustro, en el que acumula los títulos de Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero: conjunto compuesto por La Nieve del Almirante (1986, nombre de una tienda, como La Catedral del título de Vargas Llosa era de un bar), Ilona llega con la lluvia (1988), Un bel morir (1989), La última escala del Tramp Steamer (1989), Amirbar (1990) Abdul Bashur, soñador de navíos (1991) y, concluyendo la heptalogía, Tríptico de tierra y mar (1993, inédita como libro exento y publicada junto con las otras).

summa de maqroll el gaviero

No son libros muy extensos, y a diferencia de otros suyos escritos a salto de mata (en vuelos, aeropuertos, hoteles, dado el constante viajar de su autor, publicista o ejecutivo de líneas aéreas o productoras cinematográficas) aquí se entregó con dedicación plena, recién jubilado de su vida de ejecutivo de altos vuelos (voló mucho por América Mutis, y en su obra abundan los aviones y hasta las azafatas, verdaderas o apócrifas). Tampoco hay muchas peripecias o sucesos en estas novelas escritas desde la propia voz de Maqroll o de un narrador que lo conoció, y en la primera entrega en forma de diario.

Lo que sí hay es una atmósfera común de ríos, mares y selvas, establecimientos de dudosa reputación, erotismo, aguaceros, desengaño, enfermedad y decadencia, y un protagonista misterioso, el asendereado Gaviero, que tiene más de un elemento en común con Mutis: el episodio de la petrolera Esso en una de las primeras novelas de Maqroll, que se corresponde con el asunto de unos dineros de los que Mutis dispuso siendo responsable de relaciones públicas de la compañía y que, hasta que se resolvió su posible demanda de extradición a Colombia, le hizo dar con sus huesos en la cárcel.

Empresas y tribulaciones

También tiene en común esa querencia por Bruselas, que el escritor conoció de niño, así como París, destinos en los que su padre fue diplomático. De Bruselas iba su familia cada año a la finca familiar de Coello, en el departamento de Tolima, a la que llegaba remontando el río tras haber zarpado desde el puerto belga de Amberes. Vacaciones, Amberes, el viaje fluvial siempre tendrán un camarote privilegiado en su memoria. Al morir el padre, teniendo él nueve años, regresó a Colombia, pero la familia tuvo que abandonar la finca por la Violencia (así se denomina el periodo) desatada en el país entre liberales y conservadores de la que habló, por ejemplo, Héctor Abad Faciolince en su emotiva memoria familiar El olvido que seremos. Del padre guardó vagos recuerdos Mutis, como el de una figura histórica muy admirada por el progenitor, Napoleón Bonaparte, manifiesta en un relato ambientado en Niza (la cercana Marsella es escenario recurrente en las aventuras de Maqroll).    

Otras lealtades literarias suyas, descubrimientos de sus primeros años lectores, son Salgari, Verne y Stevenson. Joseph Conrad, el marino devenido narrador, será también una de sus figuras tutelares, y de él escribirá la breve pieza 'Intermedio en el Atlántico Sur', publicada en el periódico mexicano Novedades en 1982 y recogida junto con otros cinco artículos en una de las secciones de la recopilación de su obra dispersa, Relatos de mar y tierra. Este  volumen incluye, además, Diario de Lecumberri (1960), testimonio de los quince meses pasados en la cárcel conocida como El Palacio Negro entre drogadictos víctimas muchos de ellos de una heroína adulterada que se los fue llevando en días. Esa estancia fue una verdadera ordalía para Mutis, quien salió de ella con numerosas lecturas provenientes de la biblioteca de la cárcel y el germen, así lo confesó él, de la escritura narrativa por la que llegó a ser más conocido.

Los intentos narrativos anteriores al ciclo de Maqroll incluyen una nouvelle gótica, La mansión de Aracauíma. Relato gótico de Tierra Caliente (1973), en la que hay un crimen, misterio y una intensa sensualidad, sin olvidar algunos comentarios que hoy serían difícilmente publicables si cayeran en las delicadas pezuñas de los llamados lectores sensibles con los que algunas editoriales anglosajonas coartan, dos por el precio de uno, la libertad del autor de escribir lo que este quiera y la libertad, asimismo, del lector para enfrentarse a lo que le plazca en bruto y sin paños calientes. Surgió la narración de una porfía con Luis Buñuel, quien argumentó que era imposible hacer una novela gótica fuera de Inglaterra. Mutis dijo ser capaz de situar una en el trópico y en quince días tuvo listo este relato que refuta la idea del cineasta aragonés, quien tuvo que dar la razón a su amigo.

Entre los otros relatos de Mutis, algunos escudados bajo el seudónimo de Alvar de Mattos, está el muy alabado 'La muerte del Estratega', epítome del amor del escritor por la historia de Bizancio en el paso de Octavio IV a Irene (siglos VII y VIII) sin cuidarse de escrúpulos cronológicos (aparece el reino de Aragón o un juglar provenzal, ambos muy posteriores). También destaca 'El último rostro', con Simón Bolívar moviéndose por las páginas, fuente o inspiración de García Márquez para su novela El general en su laberinto (dedicada a Mutis). Otro relato retoma la historia de un ilustre antepasado de su amiga Elena Poniatowska (quien publicó Encierro que arde, colección de cartas que el colombiano le envió desde Lecumberri).

Summa de Maqroll (Visor)

La poesía de Mutis (alumno en bachillerato del gran Eduardo Carranza, figura señera de la poesía colombiana de su tiempo, que le inculcó el amor por Antonio Machado) comienza en 1947 y hasta el 2000 combina versículo, el poema en prosa y el verso medido, pero no se aprecia en este último un especial esmero, ningún preciosismo. Y hay compuertas que se abren y comunican sus escritos en prosa con los poemas, y viceversa. No pudo resistirse el novelista a insertar en sus narraciones plegarias, letanías, que emplean el lenguaje poético.

En Los elementos del desastre (1952), libro que impresionó a Octavio Paz, aparece ya Maqroll. E irán desfilando por ese y los libros posteriores las batallas, los viajes, los escritores predilectos (Proust), la vid mediterránea o las nieblas de Flandes, los cafetales de su Tierra Caliente, estampas desprendidas de la obra narrativa aún por escribirse. Y homenajes también a lugares españoles: hay poemas dedicados a la Cádiz de sus antepasados (de la que él fue nombrado Hijo Adoptivo), con el reconocimiento del patio donde jugaron sus abuelos; Viana, la navarra; Córdoba, con una calle “tan parecida a tantas de Cartagena de Indias, de Antigua, de Santo Domingo…”, la Alhambra, Compostela o Valdemosa.

5EFTW5Z5RRFI5KBCIA2Q5PHXPE

La querencia por España (su tercera esposa era hija de republicanos catalanes exiliados en México) se manifiesta también en la admiración por Felipe II, monarca sobre el que escribe, muy al modo descriptivo de un Manuel Machado con Felipe IV, 'Al retrato de Su Católica Majestad don Felipe II a los cuarenta y tres años de su edad, pintado por Sánchez Coello'. Con Cernuda comparte asimismo el ambiente de los poemas 'Silla de rey'  y 'El ruiseñor sobre la piedrap en Cuatro nocturnos de El Escorial. La monarquía hispánica fue para él una devoción. Él mismo se declaró “gibelino, monárquico y legitimista”, tríada de lealtades que ineludiblemente recuerda a T. S. Eliot y su frase “clásico en literatura, monárquico en política, y anglo-católico en religión”.

No solo se cumple un siglo de aquel 25 de agosto, de 1923, también hace ahora diez años de la muerte de Álvaro Mutis en la Ciudad de México. Su obra recibió al final de su carrera numerosos e importantes galardones, como el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1997 y el mismo año el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, coronados tres años después con el Premio Cervantes. Como Maqroll el Gaviero, su creador fue un hombre libre, y no poco romántico. A menudo decía que reaccionario, que no es sino la más agudizada forma de la nostalgia o la melancolía.