Michael Schara, presidente de honor del grupo que lleva su nombre
Michael Schara
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Todo parece indicar que los máximos responsables de Schara, el grupo cárnico que ha liderado el segmento del frankfurt en Cataluña durante prácticamente cuatro décadas, ha tirado por la borda esta trayectoria, además de su largad historia por su implicación en la presunta estafa por la venta de falsos NFT relacionados con el exjugador del FC Barcelona Ronaldinho.
Más allá del impacto que supone para la propia compañía el hecho de que el esfuerzo de miles de personas que han hecho de Schara un grupo de referencia quede ahora manchado por los desempeños de sus principales responsables al margen del negocio cárnico, las consecuencias para clientes tan importantes como grandes empresas de distribución y para el empleo que genera son impredecibles.
En el ámbito empresarial, la parcela de la responsabilidad debe ser tan importante o incluso más que el desarrollo de los negocios. Cuando una compañía queda marcada por un caso como éste, que tendrá como escenario final un juicio, los posibles efectos se desarrollan en progresión geométrica y alcanzan a multitud de personas que nada tienen que ver como las dudosas actividades de sus directivos.
La inquietud que en el sector está causando el caso de los NFT de Ronaldinho da cuenta de que esta peripecia no afecta tan sólo a los supuestamente culpables. Las sombras de la sospecha avanzan a pasos agigantados y alcanzan incluso a aquéllos cuyo comportamiento es radicalmente opuesto.
