Guillermo Altadill
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"Recibí una llamada de Guillermo Altadill". La frase forma parte de la respuesta que Grant Dalton, CEO de la Copa América, ha dado en numerosas ocasiones cuando se le pregunta por qué Barcelona apareció de repente en el radar para organizar no sólo la competición de vela más importante del mundo, sino uno de los acontecimientos más seguidos del planeta. De esas citas que sitúan a ciudades en el mapa.
Al margen de la intrahistoria de la competición, es una ilustración tan sencilla como contundente de quién es Altadill, como si fuera poco bagaje el haber sido el principal artífice y agitador de que la Copa América se desarrolle en la Ciudad Condal. Regatista olímpico, medalla de oro en Atlanta 96 como entrenador del equipo de la categoría Tornado, diez participaciones en la vuelta al mundo (siete completadas), más de medio millón de millas de navegación a sus espaldas… sólo una leve reseña de un un currículum inigualable que lleva a concluir que la vela española y mundial es Guillermo Altadill.
Su carácter de competidor, forjado en decenas de miles de horas en el agua, forma parte igualmente de su perfil de mito, hasta el punto de asegurar que "si alguno de mis navegantes fuera un perro, me denunciarían a una sociedad protectora de animales".
Referente en todo el mundo, hasta el punto de mover con una llamada telefónica a la persona más poderosa de este deporte en todo el planerta, la vela, sin duda la modalidad que más y mayor gloria olímpica ha dado a España, no se entendería sin su figura. Sin duda, se echará mucho a faltar en esa cita planetaria por la que tanto ha trabajado, para la que ha conseguido el hito cuasi imposible de aunar voluntades de políticos, empresarios y financiadores, y de la que, fatales paradojas del destino, se baja antes de comenzar.