Alberto Núñez Feijóo
Premio a la moderación
Galicia siempre ha sido muy del PP. Sobre todo, cuando Manuel Fraga ejercía de Gran Gallego tras haber intentado, sin éxito, llegar a presidente de la nación española. Haciendo de la necesidad virtud, don Manuel se entregó en cuerpo y alma a su patria chica y se pasó un montón de años yendo de queimada en queimada y compartiendo pulpo a feira con quien hiciese falta, incluyendo a Fidel Castro, que sería un rojo de cuidado, sí, pero lo importante es que era de origen gallego.
Alberto Núñez Feijóo, flamante triunfador en las últimas elecciones autonómicas, lleva camino de convertirse en el nuevo Fraga, un Fraga puesto al día, más acorde con los tiempos, menos vehemente (o energúmeno, según se mire), más moderado (que Fraga y que el actual mandamás del PP, Pablo Casado, un hombre que, por el bien del partido, está pidiendo a gritos un exorcismo que le saque al Aznar que lleva dentro) y con más posibilidades que don Manuel de llegar a presidente del reino de España (Casado solo gusta a lo más hooligan del partido y no acaba de caerle bien al conjunto de la población nacional).
Dice Núñez Feijóo que no aspira ni a presidir el PP ni España, pero eso, claro está, no se lo cree nadie. Feijóo dice lo que cree que tiene que decir: que el coco y el corazón, de momento, solo le dan para su querida Galicia, y que sus ambiciones políticas están más que satisfechas con la presidencia de la Xunta. Feijóo miente, sabe que sabemos que miente y aquí paz y después gloria. Desde su observatorio galaico, el hombre puede pasar los próximos años (pocos) viendo cómo Casado, su fiel Cayetana, la absurda Díaz Ayuso y el espíritu maligno de José María Aznar van cavando la tumba del PP, cuyo giro a la moderación seguirá el ejemplo de Ciudadanos. A los españoles les encanta el centro. Unos prefieren el centro derecha y otros el centro izquierda, pero el concepto fundamental es el centro. El PSOE dice que es de izquierdas, pero también aspira a ocupar el centro. Quienes no lo encuentren suficientemente de izquierdas, que voten a Podemos, de la misma manera que los que consideren que el PP no es lo suficientemente de derechas, ahí tienen a Vox para desfogarse.
Núñez Feijóo es un hombre de orden que cae bien y no da miedo, todo lo contrario que Aznar, que reúne los dos requisitos opuestos: cae mal y da, si no miedo, una cierta grima. Ya nadie se acuerda de sus amistades peligrosas con cierto narcotraficante con el que daba paseos en barca, se ha convertido en un hombre de familia gracias a la insistencia del difunto don Manuel (“¡Que lo casen!”, clamó cuando se presentó a su primera toma de posesión como presidente de la Xunta en compañía de su señora madre), disimula sus ansias de eliminar y sustituir a Casado con la típica imprecisión del gallego que no se sabe si sube la escalera o la baja y el día menos pensado nos lo encontraremos presidiendo el gobierno central. Con compadres como Casado y adversarios como Sánchez, la verdad es que tampoco lo tiene tan difícil.