Galicia y Euskadi van hoy a las urnas con la única incógnita del nivel de participación, ya que los rebrotes del coronavirus en la comarca de A Mariña (Lugo) y en Ordizia (Guipúzcoa) pueden provocar un inesperado aumento de la abstención. A pesar de haber sido aplazadas en abril, estas elecciones autonómicas no se han podido librar de la influencia de la pandemia. Se calcula que unos 500 electores (260 en Galicia y 200 en el País Vasco) no podrán votar al haber dado positivo por Covid-19.
Todas las encuestas son coincidentes en ambas comunidades, con el pronóstico de que Alberto Núñez Feijóo (PP) revalidará su mayoría absoluta --sería la cuarta consecutiva--, mientras que en el País Vasco está asegurado el triunfo del PNV y, en este caso, lo que se revalidará con toda probabilidad será el Gobierno entre los nacionalistas y los socialistas vascos. Únicamente un crecimiento de la abstención debido al temor causado por la pandemia podría trastocar estas previsiones, que incluyen la buena noticia de que Vox no lograría representación en ninguna de las dos comunidades.
Los sondeos auguran una ligera subida del PP gallego desde los 41 escaños actuales (la mayoría absoluta está fijada en 38) hasta los 43, según la horquilla más alta. En Galicia destaca también el hundimiento de Podemos y las mareas, que pueden pasar de 14 diputados a entre 2 y 6, y la resurrección del nacionalismo de izquierdas del Bloque Nacionalista Galego (BNG), que puede subir de 6 a 13/14 escaños. El PSOE se coloca, según las encuestas, segundo, pero muy distanciado del PP, con un pequeño incremento de entre uno y tres diputados (ahora tiene 14).
En Euskadi, nadie duda de que el PNV será la primera fuerza, con una subida de escaños desde los 28 que tiene ahora. Puede alcanzar los 31 (algún sondeo le otorga hasta 35) y casi doblaría así los 18 de EH Bildu, segundo partido, al que las encuestas le dan entre 17 y 20. El PSOE se colocaría en tercer lugar, con un ligero aumento (10/11 cuando ahora tiene 9), seguido por Podemos, a la baja desde los 9 diputados actuales hasta los 7/9 que le pronostica la demoscopia. Finalmente, las encuestas vaticinan un fracaso de la alianza entre el PP y Ciudadanos (Cs), que se quedaría en 6/7 escaños frente a los 9 de que disponía el PP dirigido por Alfonso Alonso, un moderado, marianista y sorayo, que se opuso al pacto con Cs y fue defenestrado por Pablo Casado para colocar en su lugar al duro Carlos Iturgaiz.
Precisamente, en el PP y en la operación que acabó con la dimisión de Alonso habrá que reparar para hacer una lectura en clave española de estas elecciones autonómicas. Si el PP vasco, que ha recuperado el discurso de la dureza, encabezado por un político de otro tiempo, sufre una derrota y eso se combina con una mayoría absoluta del PP moderado de Núñez Feijóo, la estrategia de Casado de oposición al Gobierno de Pedro Sánchez puede quedar seriamente cuestionada.
Ni siquiera la moderación que ha querido exhibir Casado en la campaña gallega –la implacable Cayetana Álvarez de Toledo no ha participado en ningún acto, ni el Galicia ni en Euskadi— le serviría para maquillar su fracaso y en el PP podrían resurgir voces críticas contra el joven presidente. Casado ya moderó su discurso entre las dos citas electorales del año pasado, las generales de abril y noviembre, pero luego se demostró que solo era una táctica electoral porque después volvió a la descalificación permanente, incluso en plena pandemia del Covid-19. Ahora podría ocurrir lo mismo, confirmarse que la moderación era solo aparente y que ni siquiera un descalabro en el País Vasco le llevase a rectificar su estrategia de confrontación.
Parece evidente, pues, que a nivel de toda España quien más se juega en estas elecciones no es Sánchez --es difícil que la gestión de la pandemia sea sancionada en unas elecciones autonómicas--, sino Casado, que no logra sacarse de encima la figura de Núñez Feijóo, partidario de una política opuesta a la del actual presidente del PP y muy crítico con Álvarez de Toledo. Es verdad que Núñez Feijóo siempre ha afirmado que su compromiso es con Galicia y se ha resistido a dar el salto a la política en Madrid. Pero ahora acaba de decir que si gana este domingo, esta legislatura será la última en Galicia. ¿Será la última también como político o deja caer que la siguiente podría ser en la política española?