El hotel donde comía Franco en Barcelona denuncia acoso de los marqueses de Zayas y Sagnier
- El alojamiento abierto en 1926 lleva a los dueños a los tribunales
- Despiadada batalla judicial contra familias nobles junto a plaza Cataluña
El hotel donde comía el dictador Francisco Franco en Barcelona denuncia a sus dueños, entre los que se encuentran las familias de los marquesados de Zayas y Sagnier. El Hotel Lloret, situado a un minuto de la plaza Cataluña, ha llevado a los dueños del edificio a los tribunales por presunto acoso inmobiliario.
Lo denuncian fuentes del sector hotelero, que alertan de la salvaje batalla judicial que se vive en el corazón de Barcelona. La liza enfrenta a la familia Vives, explotadora del histórico alojamiento abierto en 1926, y sus caseros, entre los que se encuentran las familias más granadas de la Ciudad Condal: los herederos de los marquesados de Zayas, Sagnier o Argensola.
La riña judicial está en plena ofensiva y no tiene visos de solucionarse.
"Les quieren echar"
¿Qué está pasando? Los Vives, históricos explotadores del hotel, aseguran que las familias propietarias del edificio "les quieren echar". Lo quieren hacer pese a que el Hotel Lloret, abierto en 1926 e histórico, tiene contrato de arrendamiento en vigor hasta pasado 2040.
Los propietarios del bloque, situado en la Rambla de Canaletes 125, frente a la fuente-panteón del FC Barcelona, una enclave premium, quieren rescindir todos los contratos con los inquilinos y reposicionar el inmueble para cobrar más renta. Para ello, cuenta con cuatro locales comerciales en los bajos y una preciada licencia hotelera en la calle más conocida de Barcelona.
"Les hacen 'mobbing'"
Las intenciones de ambas partes son legítimas. Donde reposa el contencioso es en las formas. Unos, los Vives, quieren agotar su contrato hasta que termine. Los otros, los propietarios, les quieren "fuera ya".
Para ello, se está librando una batalla en los tribunales. Pero no solo eso, sino que a cada obra o reforma del hotel, los caseros denuncian a los inquilinos. "Éstos aseguran que les hacen mobbing inmobiliario: cualquier arreglo termina denunciado, es insoportable", deslizan fuentes conocedoras.
Familias nobles de Barcelona
¿Quién son los dueños del disputado inmueble? Según el Registro de la Propiedad, las familias de Zayas --del marquesado de Zayas-- (35%), heredera de Alfonso de Zayas, una de las bestias negras del franquismo contra los republicanos; Argandilla (7,8%) --del marquesado homónimo--; Sagnier (12%) --también nobles y vinculados a la propiedad del nuevo hotel Casa Sagnier en Rambla Cataluña-- y Losada (24%).
El prócer de estos últimos es Carlos Losada Marrodán, exdirector general de la prestigiosa escuela de negocios Esade.
Casas, fuera
Los patricios están vaciando el inmueble y, de momento, lo han conseguido en parte. Como avanzó este medio, la cadena de zapaterías Casas ha tenido que cerrar su histórica flagship store ubicada en los bajos, pese a que llevaba desde 1964 y tenía contrato en vigor. Les han subido el alquiler, obligándolos a marchar.
Antes, los dueños consiguieron que también recogiera velas la Fleca La Moderna, una panadería abierta en 1876 que estaba situada en el número dos de la calle Tallers. Esa dirección forma parte del bloque. Pero es que hay más, porque ahora peligran también una franquicia de las heladerías La Jijonenca y un restaurante también afectado.
La clave: la licencia hotelera
En esta batalla judicial entre familias potentadas, la clave de todo no es solo el edificio, situado en un zona envidiable de Barcelona: su corazón. También lo es su contenido y, más concretamente, la licencia hotelera que tiene el Hotel Lloret, en el que Franco solía comer cuando visitaba Barcelona. El permiso hotelero está vinculado al arrendamiento. Cuando termine el alquiler, la autorización municipal se tiene de que devolver.
Los Vives querrían retener arrendamiento y licencia hasta pasado 2040. Los dueños del edificio querrían ambas cosas ya. El pulso está judicializado en franco enfrentamiento, con múltiples hebras. Porque en la retina está la posibilidad de reformar el hotel y entregarlo a una gran cadena, que pagaría una renta mucho más elevada.