Así se vivió la ‘jornada negra’ en Grífols: “Pagamos los de abajo por la mala gestión de los de arriba”
Habla la plantilla del gigante catalán de los hemoderivados: "Somos víctimas de un derroche que se hizo en época de vacas gordas"
10 enero, 2024 00:00Noticias relacionadas
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La jornada negra de Grífols cogió a los trabajadores desprevenidos, pero "en absoluto por sorpresa". La plantilla del gigante catalán de hemoderivados, que recibió hasta dos comunicados internos ayer (uno firmado de puño y letra por el presidente ejecutivo, Thomas Glanzmann), vivió con una mezcla de "indignación y hartazgo" la fortísima caída en las bolsas. Pero no con asombro, "llevan meses avisados".
Lo explican diversos empleados so condición de anonimato. ¿De qué les alertaron? "Cuando fuimos a negociar con los responsables de recursos humanos ya nos avisaron de que si 2023 fue un año complejo, 2024 sería mucho peor", detalla un miembro del comité del gigante internacional de los hemoderivados. De hecho, los días previos al devastador informe de la firma Gotham City Research, la empresa despidió en bloque a seis personas de la filial Biomart. "Pretendía que fueran 12, pero negoció".
Meses de despidos y sanciones
Ha sido la tónica de la firma en los últimos años, insisten diversas fuentes. Una guerra interna que ya explicó este medio en 2022 y que se fundamenta no en peticiones de más productividad a la plantilla, sino en el despliegue de un catálogo de mecanismos coactivos para lograrla y, a la vez, aligerar los gastos fijos.
¿Cuáles? "Las salidas de personal, que se producen no solo en Biomat, sino también en la filial de Innovación, o en Instituto Grífols -filiales- o las sanciones al error y no a la negligencia", detallan estos trabajadores. Se refieren a un nuevo catálogo de penalizaciones de empleo y sueldo que castigan los fallos y no la mala praxis, como ocurría con anterioridad.
Esa política de penalizar el desliz ha provocado un cierto efecto-miedo. "Vas a trabajar con pavor. Si te equivocas en tu proceso, te sancionarán, aún cuando no hayas tenido mala fe".
"Ahorro, ahorro, ahorro"
A ello se le une una política laboral dura, con "denegación sistemática de conciliaciones o reducciones de jornada" o amenazas de cerrar centros de trabajo. "Cuando los americanos tomaron las riendas, nos avisaron de varias cosas. De que ésta había sido una empresa familiar, pero que ahora ya no lo era. De que a partir de ahora competiríamos entre nosotros. Y que quedarían los que más produjeran". Por ahora no se ha sustanciado, pero las clausuras de fábricas sobrevuelan el complejo de Parets del Vallès (Barcelona) desde hace meses.
"Todo va enfocado a ahorrar. Es una obsesión. Hoy [por ayer] hablan de las auditorías de sus cuentas, pero también han hecho muchas más para reducir costes. Hay auditorías que vienen a veces a ver cómo adelgazar. La nueva dirección está obsesionada con recortar gasto".
Una de las medidas más polémicas en este campo ha sido la llamada movilidad funcional. "Hasta hace unas semanas, tenías tu departamento y tu proceso. Estabas familiarizado. Ahora ya no: pueden recolocarte en otros equipos sin aviso previo".
"Nos aprietan con los cumplimientos de 'planning'"
Las mismas voces enfatizan que a la dirección técnica "se la aprieta cada vez más para que se cumplan los plannings", aunque algunos perciben que "es una mera excusa para paliar problemas gerenciales que son superiores". "De nada sirve que los asalariados de a pie recibamos evaluaciones periódicas, que las pasamos, si hay errores de bulto en el tamaño de la empresa o sospechas de falseamiento de cuentas", defienden.
A esa presión se le une un problema de relato interno. "No son las metas que tengamos que asumir, es que si nombran a un director general suizo [Stephan F. Meyer], se traza un rumbo y luego dura nos meses hasta que se va, la sensación es de descontrol. Que se busca enderezar la nave, pero no saben cómo. Los ánimos están por los suelos".
"Nos escriben amigos y familiares por WhatsApp"
Esta desazón se agudizó con el informe de la firma a la que temen las cotizadas, el revolcón en los mercados en las que Grífols cotiza y la publicación de dos comunicados al mercado para intentar justificar la situación. A ello, se le suman los intentos de calmar los ánimos a los trabajadores, un objetivo que no se consiguió.
"Todo el mundo vive la sensación de que en todo el globo se hable de tu empresa. Nos escribieron amigos y familiares por WhatsApp para ver si todo estaba bien. Era extraño", explica un empleado de laboratorio.
El electroshock desatado por Gotham, pues, se diseminó entre el personal y llegó hasta un comité de empresa que jamás ha sido excesivamente beligerante. Ni cuando hubo rondas de despidos disciplinarios hace dos años. Ayer, la parte social -domina CCOO- pidió una reunión urgente con la dirección.
No había habido este revuelo cuando se despidió disciplinariamente a la responsable de USO. Recursos humanos le rescindió el contrato en agosto de 2022. "Fue durante las vacaciones de verano para evitar movilizaciones", lamenta un bregado sindicalista.
"Pagamos las vacas gordas del pasado"
Dos años después, mientras el movimiento sísmico desatado por la analista neoyorquina se replicaba, la actividad continuaba inalterada. "Al final fue un día como otro, pero estuvimos en el foco. Y se constató de que algo debería de haber funcionado mejor en el pasado. Porque de un tiempo a esta parte, con los cambios gerenciales, las auditorías, las evaluaciones al personal, la competencia entre centros y demás cunde la sensación de que estamos pagando las vacas gordas que se vivieron en el pasado".
"Parece que hubo sobredimensionamiento en el grupo -apostillan los mismos asalariados- y ahora hay que corregirlo. De acuerdo, hay que adelgazar, pero que no se haga a costa del bienestar físico y mental de los que hemos levantado la empresa", sentencian. Todas estas cuestiones son las que se quieren abordar en la reunión solicitada.