El club Mónica de Sant Andreu tuvo denuncias previas por estafa que quedaron en el limbo
Un cliente alertó a la policía local de que había sido engañado en este establecimiento
21 octubre, 2022 15:00El club Mónica de Sant Andreu de la Barca (Barcelona), en el que los Mossos d'Esquadra han detenido a dos mujeres por drogar a clientes para realizar cargos fraudulentos en sus tarjetas de crédito, ya estuvo en el punto de mira de la policía en el pasado. No era la primera vez que dos de las responsables imitaban a las streapers de Hustlers, el largometraje en el que Ramona Vega --interpretada por JLo-- y sus compañeras emborrachaban y drogaban a sus clientes con ketamina y MDMA para aturdirlos, robarles los códigos de sus tarjetas de crédito y cobrar hasta el límite permitido.
Hace ya un tiempo un cliente acudió a la comisaría de la policía local de la localidad para denunciar que se habían efectuado varios cargos en su cuenta bancaria que no se correspondían con los servicios que él había contratado. Tras realizar las pertinentes pesquisas, recuerdan las fuentes policiales consultadas, “no se pudo demostrar que los cargos no los había hecho él de forma voluntaria, ni tampoco si había contratado o no los servicios que decía no haber disfrutado”. En aquel momento, el cliente solo denunció por estafa, pero no hizo referencia a una posible sumisión química.
Los precios se acuerdan de palabra
Fuentes conocedoras de la investigación recuerdan que la dificultad para determinar si se ha producido una estafa en este tipo de establecimientos reside en que los precios se acuerdan de palabra, “no hay una carta con precios como en los restaurantes”. Tampoco se puede comprobar de ninguna manera si, una vez dentro de la habitación, se han contratado unos u otros servicios.
Por otro lado, expresan, es frecuente que los clientes consuman en este tipo de ambientes alcohol, pero también sustancias ilícitas como cocaína, hachís u otras drogas. “Al tratarse de sustancias ilegales su precio no consta en ningún sitio, evidentemente”, por lo que es difícil determinar a qué se corresponden los pagos.
Cargos no autorizados
No ha sido hasta ahora cuando cuatro clientes han denunciado frente a los Mossos d'Esquadra haber sido drogados con algún tipo de fármaco tranquilizante mientras estaban en el club Mónica. Todos ellos han referido que, tras tomarse una o varias copas en el mencionado burdel, se habían sentido indispuestos hasta el punto que les resultaba difícil mantener el equilibrio. Además, no recordaban nada de lo que había pasado a partir de este momento. Posteriormente, habían descubierto que se habían realizado varios cargos no autorizados con sus tarjetas de crédito por servicios que no habían requerido en un intervalo de tiempo muy corto. Las cantidades oscilaban entre los 150 y los 3.000 euros.
Aunque “penalmente no se puede hacer una analítica para demostrar la sumisión química si la víctima no se somete voluntariamente” a esta prueba, fuentes del cuerpo autonómico han precisado que el hallazgo de una decena de fármacos “tipo Trankimazin” tras la barra será difícil de justificar. Cabe destacar que en uno de los frascos alguien había escrito la anotación "Dormir". Las mismas voces expresan que, una vez que el cliente pedía una copa en la zona de barra, la camarera le suministraba este cóctel de medicamentos prescritos para pacientes con ansiedad disolviéndolos en la bebida: “Cuando estaban aturdidos les cobraban la bebida con el datáfono”. Al estar drogados, “los clientes no se preocupaban de ocultar su pin cubriendo el dispositivo con la mano u observando que no hubiese nadie mirando”.
Apuntaban el pin en una libreta
La camarera era la encargada de fijarse en el pin tecleado y apuntar los dígitos en una libreta que escondía tras la barra. Una vez en posesión de la clave secreta, pasaba la tarjeta repetidas veces aprovechando que el cliente tenía sus capacidades cognitivas mermadas.
Los Mossos d’Esquadra creen que puede haber otros afectados, además de los cuatro denunciantes, que no han acudido a la policía. “Por la tipología, puede que algunos clientes no denuncien porque sean personas irregulares en el país” y quieran ahorrarse problemas con extranjería. Por otro, dicen, muchos no quieren que su nombre aparezca vinculado a un burdel “por cuestiones familiares”. “Cuando hacemos una redada en un club, los clientes intentan huir hasta por las ventanas. Uno no quiere que le pillen en estos sitios”.
Cae la 'camello'
Por estos hechos la policía autonómica ha detenido a dos responsables del local --una de ellas la camarera-- como presuntas autoras de los delitos de estafa y contra la salud pública, al suministrar sustancias nocivas para la salud a terceros sin su consentimiento.
Además de estas dos mujeres ha sido detenida también una joven que hacía de camello, a la que los agentes han pillado en el interior del local con 10 gramos de cocaína repartida en monodosis, lista para vendérsela a los clientes.