Cataluña tiene un pasado. No hablamos de 1714 ni nada por el estilo, sino de la época colonial. Una historia llena de sangre y explotación que, aun así, los catalanes quieren hacerse suya afirmando que Colón, el supuesto descubridor de América (sólo para los europeos), era catalán.

No es cuestión de entrar en polémicas. Lo cierto es que una vez los españoles vieron la oportunidad de explotar otro rincón del planeta y lucrar con ello a base de esclavizar a otros, lo hicieron. Son muchos los que se fueron allí y se enriquecieron.

América en la Costa Brava

Una buena prueba de ello es la cantidad de apellidos de origen catalán que hay por buena parte de Latinoamérica y que hace evidente que también pasaron por allí. En la literatura y la música también se detectan por los cantares de ida y vuelta y las habaneras, por ejemplo. Pero también hay evidencias en la gastronomía e incluso en la arquitectura.

Sin ir más lejos, en la Costa Brava, conocida por sus playas de aguas cristalinas y calas recónditas, hay un municipio que sorprende por sus similitudes a la isla de Cuba. ¿Por sus playas de aguas turquesas? Sí, pero también por algunas de las edificaciones que conserva.

Playa de Sa Riera en Begur eLjeProks / Flickr

La Cuba catalana

Escapar del sol y el mar y adentrarse en los pueblos y calles de este sector del litoral catalán revela historias sorprendentes que se remontan a otras épocas. Si muchos recuerdan a los poblados de la Edad Media, otros enriquecen su historia contemporánea recordando la presencia de famosos de la talla de Ava Gardner en Tossa de Mar o Truman Capote refugiándose en Palamós para escribir A sangre fría

Otros, que también ha sido visitado por estrellas, destaca por su belleza arquitectónica y su pasado ligado a América Latina. Es el caso de Begur, para muchos, la Cuba catalana.

Clase alta y playas

Este municipio asociado a menudo con las clases altas catalanas que tienen allí su segunda residencia, guarda una historia profundamente ligada al fenómeno de la migración. Pero claro, la de los ricos.

Más allá de sus playas, su verdadero encanto radica en su arquitectura indiana, un estilo que evoca la herencia cultural de los emigrantes que hicieron fortuna en las llamadas Américas. Claro que, cuando las cosas se pusieron feas, regresaron a sus tierras natales con sis riquezas y con mucha nostalgia.

De América a Begur

Una vez echa la fortuna en ultramar, cuando las condiciones políticas se complicaron o una vez alcanzado el éxito económico, estos catalanes retornaron a España. Pero claro, muchos echaron de menos las playas del sur.

En Begur, muchos de estos migrantes retornados encontraron el lugar para hacer gala de lo adquirido (cuando no expoliado) y utilizaron su riqueza para construir viviendas. Pero ya influenciados por el arte americano, hicieron que sus casas reflejaran las influencias arquitectónicas del otro lado del Atlántico.

Cómo es

Este tipo de construcciones tiene un nombre. Se las conocía como indianas, un nombre que usa el terrible apodo dado a los nativos americanos, pero que de alguna manera refleja la influencia de estos.

En Begur, precisamente, las casas indianas son una parte esencial del paisaje urbano. Estas residencias no solo representan la opulencia de sus constructores, sino también un enlace tangible con la historia migratoria y cultural entre España y América. He aquí un repaso a algunas de ellas.

Casa Sora de Begur

  • Can Sora: Construida en 1870 por la familia Cama Martí, Can Sora es una joya arquitectónica que encarna la riqueza y el buen gusto de sus propietarios. La casa de dos plantas y dos fachadas destaca por sus iniciales "J.C." en la reja de la entrada, señalando su conexión con La Habana. Los frescos en las paredes del patio exterior evocan paisajes románticos que remiten a las Américas, haciendo de Can Sora un monumento a la historia y la cultura.
  • Casa Bonaventura Caner Bataller: Edificada en 1866 por un begurense que hizo fortuna en Cuba y regresó para invertir en la industria del corcho, esta casa es un ejemplo clásico de la arquitectura indiana. Sus detalles ornamentales y su composición clásica reflejan el éxito y la influencia de su propietario.
  • Can Pi: A pocos pasos de Casa Bonaventura Caner Bataller, Can Pi se destaca con su huerto al sur, recordando las raíces agrícolas de los emigrantes.
  • Mas Carreras: Esta majestuosa masía del siglo XIX fue construida por un comerciante de Begur que emigró a Santiago de Cuba. Su estilo colonial indiano nos sumerge en la grandeza y la riqueza cultural de la época.

La Casa Bonaventura Caner Bataller

Otras indianas

Además de las grandes mansiones, la influencia cubana se manifiesta en detalles más sutiles. La Casa Térmens, propiedad de un comerciante de tejidos, presenta una mezcla de sencillez y elegancia, mientras que la Casa Vicenç Ferrer Bataller, con sus galerías y pinturas murales, ofrece una visión íntima de la vida indiana.

Por su parte, la Casa Pere Roger, con su doble galería mirando al jardín y frescos marinos, y la Casa Ramón Silvestre Darder, construida en 1887, conforman otros ejemplos adicionales de la riqueza arquitectónica de Begur. 

Qué más ver

La influencia de este estilo es más que evidente. El mismo Ayuntamiento, edificado en 1902, conserva parte de este estilo, así como casas más modestas como la Casa Pere Cortada Sabater, también reflejan elementos de estética indiana. Una prueba más de que la Costa Brava es mucho más que playa.

Más allá de la cala de la Illa Roja, el castillo y la iglesia, Begur se presenta como un museo al aire libre. Sus calles empedradas y sus edificaciones cuentan historias de migración, aventura y éxito, fusionando lo mejor de dos continentes y añadiendo un encanto único a este rincón de la Costa Brava.

Casa Pere Roger de Begur

Cómo llegar

El acceso a Begur pueblo es por carretera. Se debe ir por la AP-7, tomar la salida que va a Palamós y no abandonarla nunca.

La C-31 sigue hasta Palafrugell y de allí a Figueres, pero no vamos a llegar tan lejos. Antes, a la altura de Regencós, el conductor se desviará a mano derecha por la GI-653 en dirección a Begur. Aparcar en el pueblo o en las playas es decisión de cada uno, depende lo que se quiera ver (y la paciencia que se tenga).

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