María Rodríguez Soto: “Los artistas hemos de investigar, equivocarnos y aprender para crear nuevos espectadores, no quedarnos apoltronados”
La actriz catalana regresa al teatro con una de las obras que más gustaron al público la pasada temporada y tiene una película a punto de estrenar
10 junio, 2024 18:00Noticias relacionadas
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Maria Rodríguez Soto está imparable. Ella niega la mayor. Asegura que todo lo que hizo en cine ha salido en los últimos dos meses, y en el último año ha estado en dos obras, una de ellas, además, repite este verano. Se trata de L’illa deserta, la pieza escrita por Marc Artigau y con la que triunfaron la temporada pasada en La Villarroel junto a Miki Esparbé.
El actor se ha bajado de la nave tras los bolos de este invierno y le sustituye Isak Férriz, que parece haber llegado “con el texto aprendido”. Y eso que ha tenido sólo diez días, pero, en palabras de Rodríguez, “eso ya es mucho”, porque a veces son menos. En cualquier caso, la química se ha vuelto a producir y todo encaja.
La actriz sigue en la nave, recién aterrizada de Els criminals, montaje algo discutido en el TNC. Pero ella, mantiene que toda esta acumulación es casualidad. Y eso que en septiembre se mete en un nuevo proyecto.
Ante tanto ajetreo, Crónica Directo ha podido hablar con la actriz unos minutos, para hablar de esta rara avis que es L’illa deserta. No por su temática o su planteamiento, sino que repetir en cartelera se da muy poco y eso es sinónimo de éxito.
- ¿Esperaba este nivel de éxito? Porque si bien se vio el año pasado, el hecho de repetir para cerrar temporada durante un mes en la misma sala es sinónimo de que algo se ha hecho bien.
- Sí, funcionó muy bien. También es algo que nos sorprendió mucho en el momento. Si bien nosotros estábamos muy contentos y muy seguros de lo que estábamos trabajando, el público superó todas las expectativas. Lo que pasó y lo que les produjo es muy guay.
- ¿Y ahora de vértigo repetir y ver si se repite? ¿Cómo es el reencuentro con el personaje de Ella?
- Bueno, en febrero ya lo retomé, porque salimos de gira con Miki. Entonces, claro, tuvimos que volver a ensayar, porque realmente esta obra requiere un trabajo intenso, largo. Estamos en el escenario hora y media, tiqui-tiqui-tiqui-taca, y tuvimos que volver a memorizar y a coger un poco el ritmo. Además, tuvimos que adaptarnos, porque aquí en la Villarroel es a dos bandas, y en gira era los teatros eran a la italiana y, quieras o no, se modifican mucho los movimientos, no tienes al público tan cerca. Ahora que hemos vuelto a actuar aquí en la Villarroel, la obra gana mucho con esta proximidad, porque una de las notas de dirección siempre era, “el público es como vuestro mejor amigo, y queréis contarles esta historia”. Eso te mueve desde un punto distinto.
- El tono es muy cercano. ¿Es por el hecho de ser una comedia romántica o cómo definirías la obra para aquellos que aún no han venido?
- Yo creo que es una especie de recorrido por la vida, y una obra muy intergeneracional. Conecta con muchas generaciones que van al teatro, porque habla de ser padre, de ser madre, o de ser hijo o hija, que todos lo somos, de si te enamoras, de si no te enamoras… de cosas que nos han pasado absolutamente a todos. Eso te conecta. Además, es una obra muy humanista.
- Y conecta con ese sentimiento del "qué hubiera pasado si…".
- Claro, que es infinito ese "y si". Que si bien pone a reflexionar a uno, es superangustiante, por otro lado. Porque lo que no es, o lo que no ha existido, se basa solo en un recuerdo.
- Pero es una pregunta muy frecuente.
- Depende, ¿no? Los más neuróticos seguramente se lo plantean mucho más.
- En cualquier caso, ¿quién es Ella, ese personaje sin nombre? ¿Fue fácil de enfrentar?
- Esta obra se ha construido, a dos cerebros y a cuatro manos, es decir, yo y Miki, mano a mano. Hay algo muy de escucha. Y del texto, la partitura que ha hecho Marc y cómo nos ha acompañado a nivel de dirección. En el fondo es una obra muy sencilla, que no simple. Se abordan temas desde una sencillez y desde una humanidad que conecta, porque tú también puedes haber pasado. Es una obra que habla de cosas muy reconocibles, y en ese sentido también es fácil enfrentarse a ella.
- Y es muy fresca y dinámica, no para.
- Evidentemente, el ritmo forma parte de manera muy importante en esta obra, porque tiene mucho humor, pero hay momentos que vamos a lo oscuro. Entonces tienes que agarrar todo esto, atrapar al espectador y llevarlo allí. Requiere cierta técnica, pero realmente es una obra que vuela, que te lleva.
- Es importante subrayar el hecho de que habla de temas reconocibles. En los últimos meses, hemos visto en el teatro obras que reflexionan sobre el propio teatro y la creación. ¿Cree que a veces hace falta recordar que también se debe hablar de lo que más interpela al espectador?
- Tiene que haber de todo en el teatro, porque en la variedad está el gusto. Pero, al final, las obras que trascienden y que funcionan son las que remueven al público. Eso también hace que creemos nuevos espectadores. ¡Sólo es un win-win! (bromea) Por eso también son muy necesarias estas obras.
- ¿Espera o que cree que esta 'L’illa deserta' puede crear nuevos espectadores?
- Yo creo que es una de las obras que cumple los requisitos para ellos o, al menos, el formato, para que así pueda ser. Realmente en la platea ves mucha gente joven. Es una obra que ha trascendido el sector, de la que se ha hablado. La gente se la ha recomendado, y abogados la recomiendan, y gente del mercado la recomienda. Cuando realmente una obra llega es porque teje una red entre los ciudadanos, independientemente de dónde vengan.
- Es un interés que cuesta muchísimo despertar. ¿Cree que faltan este tipo de obras que acerquen a otros espectadores? ¿Qué se tiene que hacer desde el teatro para que pueda gustar a esta gente?
- No lo sé, yo creo que lo que tenemos que hacer es buen teatro, tenemos que investigar también nuevos lenguajes, dar una variedad artística maravillosa, y acercar sobre todo a la gente joven para que venga al teatro, porque son los espectadores del futuro. Es lo que necesitamos. Y a partir de ahí, pues también, alguna bonificación económica, que la Generalitat pudiera financiar, o que hubiera bonos. No sé, no es mi trabajo, pero se debe incentivar desde aquí. Pero lo que podemos hacer los artistas es arriesgarnos y equivocarnos también y, a partir de ahí, aprender y crear nuevos canales de comunicación. Es algo que a veces no hacemos porque estamos más apoltronados o lo que sea, pero realmente es una manera de conectar con la gente joven, porque el mundo cambia con ellos también, y esto tiene que ser de todos.
- Usted ya empieza a ser de todos también. Si antes la veíamos mucho en el teatro, últimamente también se la ve en la gran pantalla.
- Ha coincidido. Mis últimos dos años se han estrenado en dos meses (ríe).
- ¿Y qué relación tiene ahora con el cine? Porque ha regresado al teatro, después.
- Mi relación con el cine es muy nueva. Hice Los días que vendrán, pero después me costó volver a trabajar en el mundo audiovisual. Quiero decir, me siento mucho más cómoda en el teatro porque es como mi medio, lo que he ido haciendo desde hace años y me siento como en casa. Y con el cine es una relación más distante, aún no me siento tan segura. Pero es verdad que ahora estoy en otro lugar también, supongo que también es mi madurez personal. Desde que soy madre, como que todo me resbala más, y eso también ayuda. No es que sea mejor o peor, pero muchas veces hace que te sientas más libre en trabajo, porque no estás tan condicionada.
- Mira está bien apuntar a este otro factor que apunta la maternidad. Que no siempre se habla de esta manera.
- Para mí ha sido superinteresante. A mí me cambió como profesional, porque, claro, de repente lo más importante ya no era mi trabajo.
- ¿Pero eso también hace escoger mejor qué hacer? Porque en el teatro están los bolos, los rodajes pueden ser lejos de casa
- Yo intento tener cuidado con eso, también es verdad que últimamente he tenido la suerte de que los rodajes que me han tocado han sido en Barcelona. Entonces, en el fondo, un rodaje, si los horarios son más o menos normales, es más compatible que una obra de teatro. Porque yo entro en la sala cuando mi hija sale de la escuela y ya no la veo hasta que llego. En el fondo un rodaje es más compatible, pero bueno en el teatro también es verdad que las temporadas ahora tampoco son tan largas, son cinco semanas. Porque en nuestro trabajo, de repente, no tienes trabajo y luego estás a full o tienes dos meses libres.
- Lo que dice de las temporadas del teatro está muy en boga, ahora. Ramon Madaula se quejaba de la poca exhibición de las obras y fue muy polémico por su mensaje a los jóvenes que se querían dedicar al teatro a los que invita a “buscarse un plan B” porque, a su parecer, no hay espacio para todos, incluso “exceso de oferta”. ¿Qué opina de todo esto?
- Para mí, en mi humilde opinión, si a alguien le interesa, no tiene razón en nada. Es verdad que quizá habría funciones que funcionarían más si estuvieran más tiempo en cartelera, pero creo que esto también es una cuestión de la que debería encargarse el teatro privado. El teatro público debe ofrecer trabajo absolutamente a todos, debe ser diverso y, si algo ha funcionado muy bien, pues que se pase al teatro privado, lo pongan, y que esté el tiempo que tenga que estar. Sí es necesario que haya como un mercado más sencillo, porque es verdad que los teatros públicos no dejan que sus obras se vayan a teatros privados, y esto también es un rollo.
- Bueno, y al final, esto sucede, ¿no? 'L’illa deserta' estuvo un poco más de tres semanas y ahora regresa.
- Sí, si finalmente tiene éxito. De hecho, ayer lo hablábamos, nosotros entre el año pasado y este año habremos hecho casi una temporada normal en la Villarroel, que suelen ser dos meses. Hicimos un mes el año pasado, y ahora haremos un mes. Quiero decir que en el fondo es la conjunción. Aunque ahora son fechas complicadas que es verano, tiempo de playa, veremos.
- ¿Da más vértigo, eso?
- Bueno, a mí siempre me ha gustado el verano, entonces me parece bien. Además, en Barcelona es un buen momento para la cultura, está el Grec.